El asesor de Putin y el teatro de la política

El asesor de Putin y el teatro de la política

un viaje apasionante a la intimidad del poder.

Giuliano Da Empoli Giuliano Da Empoli
09 Junio 2024

NOVELA
EL MAGO DEL KREMLIN
GIULIANO DA EMPOLI
(Seix Barral - Buenos Aires)

Dentro de los posibles caminos de un lector para llegar hasta este libro, pienso en tres. Los espectadores habituales del programa Odisea argentina, en los últimos meses suelen escuchar menciones de su conductor, Carlos Pagni, al título del libro para calificar a Santiago Caputo, el principal estratega de Javier Milei. El protagonista del libro de Da Empoli es el principal asesor de Vladimir Putin. Un personaje ficcionalizado -inspirado en el ideólogo de Putin, Vladislav Surkov-, un dramaturgo frustrado que termina convirtiéndose en un especialista en manipulación, comunicación y construcción de poder. La novela está llena de hechos y personajes reales. Un encuentro de Putin con Merkel, los juegos de Sochi, la relación con Prigozhin (el líder de la fuerza mercenaria Wagner que murió en agosto pasado en un sospechoso accidente aéreo), con su rivales Garry Kasparov y el magnate Boris Berezovski. La historia es apasionante; nos mete en las entrañas del poder ruso y en el micromundo de su indescifrable presidente, desde los 90 hasta los inicios del conflicto en Ucrania.

El uso del enojo

Una segunda vía de acceso al libro es a través del conocimiento previo de su autor. Da Empoli es sociólogo, asesor político (entre otros, del ex primer ministro italiano Matteo Renzi) y autor de Ingenieros del caos, ensayo de 2019 que describe el uso de algoritmos y de marketing electoral para el diseño y ejecución de las estrategias de distintos movimientos y líderes populistas. La clave, según analiza, es el uso del enojo y el desencanto. Hay mucho de eso también en El mago del Kremlin.

Finalmente, otra forma de llegar a la novela es por la repercusión que tuvo en el mundo literario. Fue un boom sorpresivo. Es la primera novela del autor, aparecida en 2022, simultáneamente en Italia y Francia, donde se convirtió en un fenómeno de crítica y ventas. Fue finalista del premio Goncourt, ganó el premio Balzac y el Gran premio de la Academia Francesa. A fines del año pasado se editó en castellano mientras acumula traducciones a más de 30 idiomas. Más allá de los condimentos históricos y sociopolíticos, en sí mismos interesantísimos, el libro es una ficción notable. Escrita con una prosa cuidada, con escenas urdidas con maestría y frases antológicas, la construcción de la trama y los personajes conforman una novela excepcional.

© LA GACETA

Daniel Dessein



El mago del Kremlin*

Por Giuliano da Empoli

Mucho tiempo después se dijeron de él las cosas más diversas. Había quien afirmaba que se había retirado a un monasterio del monte Athos para rezar entre piedras y lagartijas, otros juraban haberlo visto en una villa de Sotogrande mezclado con una multitud de modelos cocainómanos. Otros se empeñaban en sostener que habían encontrado su rastro en la pista del aeropuerto de Sarja, en el cuartel general de las milicias del Dombás o entre las ruinas de Mogadiscio.

Desde que Vadim Baranov había dimitido de su puesto de consejero del Zar, las historias sobre él, lejos de extinguirse, se habían multiplicado. Es algo que sucede a veces. La mayoría de los poderosos extraen su aura de la posición que ocupan. A partir del momento en que la pierden, es como si los hubieran desenchufado de la corriente. Se desinflan como esos muñecos que hay en la entrada de los parques de atracciones. Nos cruzamos con ellos por la calle y no logramos comprender cómo tipos así pudieron suscitar tantas pasiones.

Baranov pertenecía a una raza diferente. Aunque, en realidad, yo no sabría decir a cuál. Las fotos presentaban la imagen de un hombre fuerte, pero no atlético, casi siempre vestido con colores oscuros y ropa más bien demasiado ancha. Tenía un rostro anodino, quizá un poco infantil, de tez pálida, cabello negro, muy lacio, y un peinado de primera comunión. En un vídeo, rodado en el contexto de un encuentro oficial, se lo veía reír, algo muy raro en Rusia, donde una simple sonrisa es considerada como una señal de idiotez. En realidad, daba la impresión de no preocuparse en absoluto de su apariencia, lo que no dejaba de ser algo curioso si tenemos en cuenta que su oficio consistía precisamente en disponer espejos en círculo para transformar una chispa en un encantamiento.

*Fragmento

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