La trama secreta de la disputa por el poder de “La Inimitable”

La trama secreta de la disputa por el poder de “La Inimitable”

La trama secreta de la disputa por el poder de “La Inimitable”

Amenazas. Venta clandestina de alcohol. Pagos para poder realizar una actividad comercial o brindar un servicio. Pedido de aportes de dinero. Comercialización de entradas. Traiciones. Esa no es la trama de un filme, sino la realidad que se vive en las tribunas del Monumental de 25 de Mayo y Chile. En el “Gigante del Norte”, luego de la detención y procesamiento de uno de sus miembros, quedó al descubierto la disputa familiar por el manejo de “La Inimitable”, la facción más poderosa de la barra brava de Atlético.

En los 90, cuando los mal llamados “hinchas caracterizados” comenzaron a descubrir que el fútbol también podía ser un negocio, en Tucumán nacía “La Inimitable”. Un tal “Gordo Sonora” fue su primer líder indiscutido. En una segunda línea estaban los hijos de un reconocido canillita que vendía diarios en la zona de la Plazoleta Mitre y en el mismísimo “Monumental”. Durante años nadie discutió su poder, pero perdió el dominio al ser procesado por un homicidio primero y por venta de drogas después. A partir de 1997 comenzó la dinastía del clan Acevedo, en un primer momento compartido con un tal “El Alemán” que, después de retirarse, se transformó en empleado del club.

Jorge “Chupete”, Walter “Chichilo” Acevedo, Gustavo “El Gordo” González y Julio “El Gringo” Acevedo (el único de los hermanos que nunca recibió una condena) fueron ocupando la jefatura de la barra brava de Atlético. Sus “mandatos” fueron interrumpidos por una sola razón: dejaron las tribunas para ocupar un calabozo por los delitos y las posteriores condenas que recibieron.

Sin antecedentes

Javier “Jazo” Acevedo recibió tres condenas en apenas seis meses, todas por tentativa de homicidios. El hecho más grave ocurrió en junio de 2011, cuando en un asalto le disparó en la pierna a un guardiacárcel que terminó sufriendo la amputación de ese miembro. El fundador de “La 33”, una de las facciones de “La Inimitable”, cumplió las penas el 3 de mayo, pero el año pasado ya se le había otorgado la libertad condicional.

El lunes 27 de mayo fue protagonista de un hecho sin antecedentes. Luego del amargo empate 0 a 0 con Platense, “Jazo” se dirigió al vestuario de Atlético. Según la acusación de la fiscala María del Carmen Reuter, el barrabrava, con un cuchillo en la mano, intentó amenazar a los futbolistas. Nunca antes había sucedido algo así en 25 de Mayo y Chile. Fue reducido por los policías que contrata el club para que realicen tareas de seguridad en el interior del estadio y luego procesado por lesiones y amenazas en contra de los efectivos. Un juez le dictó la prisión preventiva por 17 días y, si no se la prorrogan o toman alguna medida, podría estar presente en el duelo contra Defensa y Justicia.

Los defensores de “Jazo”, Belén Sosa y Manuel Pedernera, rechazaron la acusación. Aseguraron que Acevedo es víctima de una persecución policial. Argumentaron que era imposible que tuviera un cuchillo porque pasó por los controles en el ingreso y porque en realidad él había sido lesionado por los policías. “Evidentemente hay una orden de acabar con ellos”, sostuvo el profesional.

Este fallido ataque fue la segunda vez que se encendieron las luces de alarma en el mundo “decano”. La primera se registró en octubre pasado en el estadio. Desconocidos arrojaron ácido en el vehículo de Guillermo “Bebe” Acosta. Nunca se informó oficialmente los motivos del acto intimidatorio. Pero todo se habría producido porque el referente enfrentó a uno de los cabecillas que les recriminó a los futbolistas no haber entregado la cantidad dinero suficiente para los “muchachos” de la barra brava. Lo único cierto es que desde ese día el plantel de Atlético se entrena con custodia policial.

Una pelea

Cuentan que la interna de “La Inimitable” tiene varios años, pero habría comenzado a tomar forma en el penal de Villa Urquiza. Detrás de los muros, “Chichilo”, “Chupete” y “Jazo” Acevedo cuestionaban a sus hermanos “El Gordo” y “El Gringo” por haberlos abandonado y dejado con poco y casi nada. Supuestamente no habrían recibido los ingresos que les correspondía por ser líderes ausentes. Habrían cuestionado que sólo se quedaban con las ganancias de la venta de gaseosas en la tribuna de la Bolivia.

Conseguirían fondos vendiendo las entradas, cobrando canon a los ambulantes que comercializan sus productos (desde choripanes hasta praliné, pasando por los gorritos), a los “trapitos”, el aporte de los jugadores y la venta clandestina de bebidas alcohólicas, entre otros. No se conocen los montos, pero serían millonarios. Al recuperar la libertad, “Chichilo” y “Jazo” comenzaron a reclamar lo suyo. Según cuentan algunos de sus allegados, en un primer momento las negociaciones fueron pacíficas, pero como el conflicto no fue solucionado, recurrieron a la violencia para resolverla.

Varios testigos coincidieron en señalar que uno de los hijos de “Chichilo” le habría propina una golpiza a González. Como respuesta, la pareja de “El Gordo” denunció a su sobrino por amenazas y la Justicia ordenó tres allanamientos. En la casa de la mujer de Acevedo encontraron marihuana, en la de su hijo un arma de fuego no registrada y en la vivienda de El Cadillal donde reside el denunciado no secuestraron nada. En las tribunas de 25 de Mayo y Chile comentan que esa presentación fue sencillamente una traición y que tuvo un solo objetivo: involucrar al ahora jefe de “La Inimitable” para que la Justicia ordene que “Chichilo” vuelva a la cárcel.

Los mandos medios de “La Inimitable” desmienten cada una de estas versiones. Dijeron tuvieron problemas, pero de a poco fueron sellando la grieta que también se generó en las tribunas de la calle Chile. También explicaron que todos estos rumores surgieron por una sola razón: la barra brava vende y sirve para tapar el mal momento futbolístico del equipo.

El temor está instalado en Atlético. No sólo por los últimos acontecimientos que obligaron a incrementar los gastos en seguridad, sino porque saben que “negociar” con “Chichilo” y “Jazo” es mucho más complicado que hacerlo con “El Gordo” y “El Gringo”. Además, no dejan de tener en cuenta lo que sucedió en Mendoza el 25 de mayo en el estadio “Malvinas Argentinas”. Por una interna de la barra brava del “tomba” (también tiene una estructura familiar) los integrantes de un bando arrojaron piedras para que se suspendiera el encuentro para dejar en claro quién manda y que el único amor que los une por el club es el dinero que pueden conseguir con negocios ilegales.

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