La generación Z, ¿es una generación progresista o conservadora? Un estudio publicado este año en la revista Financial Times puso en evidencia una marcada polaridad dentro de los jóvenes, que incluye a los nacidos a finales de los años 90 y principios de los 2000. Algunas encuestas describen a esta generación como extremadamente progresista, otras la caracterizan como más conservadora que las anteriores. Sin embargo, esta ambigüedad se aclara cuando se analizan los datos divididos por género: las mujeres tienden a ser más progresistas y alineadas con ideologías de centro-izquierda, mientras que los hombres suelen ser más conservadores y apoyan políticas de derecha y ultraderecha. Esta polarización es inusual en comparación con generaciones anteriores, donde las diferencias ideológicas no eran tan marcadas por género.
Un ejemplo claro de esta diferencia ideológica podría ser Corea del Sur. Los hombres jóvenes coreanos muestran una tendencia a querer formar familias tradicionales y conservadoras, mientras que las mujeres jóvenes priorizan trabajar y estudiar, relegando la maternidad a un segundo plano. Esta divergencia de pensamiento ya está teniendo un impacto significativo en el país, que lidera el ranking mundial de la menor tasa de fertilidad con un promedio de 0,72 hijos por mujer, cifra que se estima podría disminuir a 0,65 en 2025.
Los estudios del Financial Times también indican que las diferencias ideológicas en la Generación Z abarcan temas como género, trabajo, inmigración, sexualidad, religión, familia y política. Esta división es especialmente notoria en el ámbito político. Por ejemplo, en las elecciones de Polonia, casi el 50% de los votos a los partidos de ultraderecha nacionalistas provinieron de hombres jóvenes, mientras que solo el 16% de esos votos fueron de mujeres. En Argentina, la victoria de Javier Milei podría reflejar esta brecha, que contó con un apoyo predominantemente masculino entre los votantes jóvenes.
Las teorías que explican esta división ideológica en la Generación Z apuntan a varios factores. Uno de ellos es la segregación en las redes sociales, donde hombres y mujeres tienden a consumir y crear contenido diferente. Influencers como Jordan Peterson y Andrew Tate han ganado popularidad entre los hombres jóvenes, promoviendo mensajes que refuerzan la solidaridad masculina y una visión conservadora de la sociedad.
El resurgimiento del feminismo en la última década, con movimientos como #MeToo en países anglosajones y #NiUnaMenos en Latinoamérica, también ha contribuido a esta polarización. Desde el surgimiento de #NiUnaMenos en 2015, se ha observado una división creciente entre hombres y mujeres, especialmente entre los más jóvenes. El debate sobre el aborto en Argentina en 2018, por ejemplo, obligó a muchos a posicionarse claramente en un lado u otro del espectro ideológico.
Reconciliación
La escritora y filósofa inglesa Nina Power aborda estas cuestiones en su libro “¿Qué quieren los hombres?”. Power enfatiza la necesidad de reconciliación entre los sexos, sugiriendo que esta reconciliación “no es una realidad utópica distante”, sino que “ya está presente en nuestra vida cotidiana”. Power argumenta que las diferencias entre hombres y mujeres no deben ser ignoradas ni borradas en nombre de la igualdad de género. En cambio, aboga por celebrar estas diferencias y reconocer que pueden coexistir con la igualdad.
Power defiende una masculinidad y una feminidad más positivas, donde hombres y mujeres trabajen juntos para ser mejores personas. Los hombres jóvenes, en particular, necesitan mentores y modelos positivos que los ayuden a navegar las expectativas sociales.
La polarización ideológica entre hombres y mujeres de la Generación Z es una realidad compleja y multifacética que tiene implicaciones profundas para la cohesión social y el panorama político futuro. La creciente divergencia en los valores y prioridades entre hombres y mujeres jóvenes puede llevar a una mayor fragmentación social y conflictos en diversos ámbitos, desde la política hasta las relaciones personales. La percepción de que el feminismo se ha transformado de un movimiento por la igualdad a uno en contra de la masculinidad está contribuyendo a la alienación de muchos hombres jóvenes, quienes sienten que sus preocupaciones no están siendo abordadas.
Este fenómeno plantea una pregunta crucial: ¿estamos fomentando una sociedad más dividida, donde los géneros se ven como adversarios en lugar de aliados? La respuesta puede residir en cómo abordamos la educación y el diálogo intergeneracional. Las iniciativas educativas con perspectiva de género pueden ayudar a mitigar las tensiones y fomentar una mayor comprensión mutua. Sin embargo, en contextos donde las políticas de género son vistas con sospecha o rechazo, este enfoque enfrenta desafíos significativos.