La destacada científica de izquierda que se dedicó a la política, Claudia Sheinbaum, logró convertirse en la primera presidenta de un México azotado por la violencia criminal y de género. A días de cumplir los 62 años, aplastó a la senadora de centroderecha Xóchitl Gálvez y le sacó 32 puntos, para luego prometer a sus seguidores que “no les voy a fallar”.
Sus inicios en la política se remontan a los años 80, como militante estudiantil y luego como física de profesión. Sheinbaum siempre proyectó seriedad y enfoque, con un rostro imperturbable, que rara vez sonreía.
Cuentan los medios mexicanos que tuvieron que recurrir a viejas imágenes familiares para verla divertida en sus juegos infantiles o adolescente, para verla sonreír para la cámara. Pero la campaña presidencial reveló a una mujer afectuosa y risueña, que repartió besos y abrazos entre miles de simpatizantes, y defendió apasionadamente el proyecto del saliente mandatario Andrés Manuel López Obrador.
“No llego sola, llegamos todas”, le dijo Sheinbaum a las mujeres en su discurso de victoria, en el que prometió estar a la “altura de nuestra historia”.
Tras graduarse de la maestría de ingeniería energética de la UNAM en 1987, Sheinbaum cursó un doctorado en ingeniería ambiental, para el cual investigó cuatro años en Estados Unidos, y fue parte del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático de la ONU (IPCC) que ganó el Premio Nobel de la Paz en 2007.
El magnetismo de esa joven de ascendencia judía radicaba en sus convicciones de izquierda que la hicieron militante del Consejo Estudiantil Universitario (CEU), opinó ante la agencia AFP Guillermo Robles, uno de sus compañeros de universidad.
En aquellos años, ese colectivo de estudiantes frenó un intento de privatización de la universidad y fue cantera de personalidades del posterior gobierno de López Obrador, su mentor político.
Gracias, gracias, gracias; no les voy a fallar. Vamos a avanzar con el Segundo Piso de la Cuarta Transformación. pic.twitter.com/vwXlA7w54X
— Dra. Claudia Sheinbaum (@Claudiashein) June 3, 2024
Las convicciones de Sheinbaum, un bien de familia
Con una convicción tiene vena familiar, la nueva presidenta es hija de Annie Pardo, una reputada bióloga, que fue expulsada como profesora universitaria por denunciar la matanza de estudiantes de 1968 en la plaza Tlatelolco.
Nieta de inmigrantes llegados desde Bulgaria y Lituania huyendo de la Segunda Guerra Mundial, Sheinbaum fue alcaldesa de un distrito de Ciudad de México, en donde afrontó el derrumbe de un colegio, durante el terremoto de 2017, que mató a 26 personas, incluidos 19 niños. Metódicamente insistió en que las irregularidades en la construcción no eran imputables a la alcaldía.
También manejó con aplomo dos momentos muy delicados como en ese puesto como alcaldesa: la pandemia y el desplome de una línea del metro que dejó 26 muertos.
El uso de métodos científicos y tecnología reflejó la impronta de Sheinbaum en la gestión del covid que, no obstante, dejó una elevada mortalidad.
Tras el colapso de la línea del metro en 2021, defendió a su equipo y optó por una polémica negociación con la constructora de la obra -del magnate Carlos Slim- para indemnizar víctimas y evitar juicios. “Gobernar es tomar decisiones (...) y asumir las presiones que se pueden generar”, argumentó en un documental Sheinbaum.
Para combatir la violencia de género, la nueva mandataria prometió crear fiscalías especializadas y ofrecer asesoría gratuita, en un país donde cada día se registran en promedio 10 asesinatos de mujeres, muchos tipificados como femicidios.
Sheinbaum y su falta de carisma
Su carácter imperturbable puede jugarle en contra, aseguran algunos analistas mexicanos, que resaltaron que nunca miró ni llamó por su nombre a Xóchitl Gálvez, durante tres debates en los que fue atacada duramente. “Sigues siendo fría, sin corazón, yo te llamaría la dama de hielo”, le espetó Gálvez, enrostrándole no tener el “carisma” de López Obrador.
Como contraste, Sheinbaum se ha mostrado distendida en videos de TikTok y todavía sigue resonando que en noviembre de 2023 anunció la noticia de su casamiento, en segundas nupcias, con Jesús Tarriba, su amor de la universidad, con quien se reencontró vía Facebook en 2016.
“Sí tiene amor por México, no es ambición como muchos políticos. Claudia no es ni tantito parecida a los políticos tradicionales”, asegura Robles, quien realza ese lado de la mandataria que también parece haber seducido a los millones de mexicanos que la acompañaron en las urnas.