Desde hace más de dos años, vecinos de la Villa de Chicligasta (departamento Simoca) oyen misas y veneran la imagen de Nuestra Señora de la Candelaria a la intemperie. Se reúnen en la calle frente a la capilla de la virgen patrona del lugar, y allí rezan; en ocasiones, bajo la lluvia.
Sucede que, debido a razones de seguridad, las autoridades locales resolvieron cerrar el templo, desde que asomaron en la torre del campanario dilatadas grietas y otros deterioros, que hacen temer que en cualquier momento la estructura se desplome.
Se trata de una capilla de adobe, cuya construcción se remonta a 1797. Fue declarada patrimonio histórico, tanto por la Provincia como por la Nación. Se dice, incluso, que entre 1595 y 1596 san Francisco Solano estuvo en este lugar, donde al parecer ya existía otra capilla. La actual se habría edificado, precisamente, sobre las ruinas de aquella. Es una de las más antiguas de Tucumán. Los años y la falta de mantenimiento hicieron estragos en la obra, que ahora tambalea.
“Es una pena a lo que se llegó con esta capilla. Nos quedamos sin lugar para asistir a misa o venerar a nuestra patrona. Hay que reunirse en la calle. Tengo una hija pequeña que siempre me pregunta cuándo va a poder entrar al templo a conocerlo. No sé qué contestarle”, contó la enfermera Raquel González. “Todos estamos dispuestos a salvar nuestra iglesia. En ella rezaron nuestros abuelos y padres; y ahora no lo pueden hacer nuestros hijos porque se viene abajo”, agregó la mujer.
Villa de Chicligasta se ubica al este de Simoca, sobre la ruta provincial 328. La fiesta patronal en honor a Nuestra Señora de la Candelaria se celebra en esa localidad el 1 y el 2 de febrero; y el 15 de diciembre se hace otra, en honor a Santa Lucía.
Años de reclamos
Teresa Lezcano, una antigua colaboradora de la iglesia, afirmó que desde hace más de una década la comunidad diligencia, infructuosamente, obras de restauración del edificio. “Nuestra premisa ahora es evitar que la capilla se desplome. La comuna está en ese propósito, pese a que hay sectores que se oponen porque dicen que la construcción debe ser intervenida por profesionales de la Provincia. Pero si nadie hace nada, no podemos dejar que se nos venga encima”, dijo. “Nos indigna ver nuestro templo cerrado. Es el lugar en que profesábamos nuestra fe a la virgen y elevábamos rezos a nuestros difuntos. Ahora lo tenemos que hacer en la calle, expuestos a las inclemencias climáticas”, lamentó.
El comisionado comunal, Emilio González, explicó que el sector que corre serios riesgos de desplomarse es el de la torre del campanario, de unos 15 metros de altura. Precisó que no hay probabilidades de que esa parte arrastre al derrumbe a la nave central. De todos modos, indicó que se dispuso su cierre para evitar cualquier imprevisto que ponga en riesgo a las personas.
“Sabemos que en todo edificio que es patrimonio histórico deben intervenir profesionales de la Provincia, porque se debe preservar la estructura originaria. Hicimos la consulta y nos dieron la aprobación para emprender trabajos de refuerzos con encofrados en la parte del campanario. La cuestión es impedir que el problema se profundice”, señaló.
Dentro del templo, unos 10 obreros quitan el viejo revoque de las paredes de 60 cm, para que sea renovado. “Mientras uno trata de remozar el interior de esta capilla está la idea de reconstruir una nueva torre del campanario manteniendo el diseño original”, explicó González.
Proyecto paralizado
El director de Patrimonio de la provincia, Osvaldo Díaz, ratificó que la capilla de Villa de Chicligasta está declarada patrimonio de la provincia y que, a la vez, también fue declarada como patrimonio nacional por la Comisión Nacional de Bienes, Lugares y Monumentos.
“La responsabilidad de mantenimiento de cualquier patrimonio es de todos. Desde nuestra Dirección y desde la Comisión Provincial de Patrimonio estamos a cargo de la conservación de lo edilicio, de lo arqueológico, de lo paleontológico, entre otros. En el caso particular de la iglesia de Villa de Chicligasta, el año pasado el arquitecto Ricardo Salim -miembro de la comisión de Bienes y Monumentos y representante de la Comisión de Patrimonio- había presentado un proyecto para que se haga una intervención en el templo, que fue aprobado por la Comisión Nacional”, contó Díaz.
Precisó que la iniciativa tenía un presupuesto de unos $ 65 millones, que había sido aprobado por la Nación y por el gobernador, Osvaldo Jaldo. “(Pero ese monto) nunca se liberó, porque justo vino el cambio de gestión. La plata no salió, y se están haciendo gestiones para ver si se destraba. En ese afán está la Dirección de Arquitectura de la Nación y de la provincia. Todo está parado. El proyecto contempla la recuperación del edificio que ahora está cerrado por cuestiones de seguridad”, concluyó.