A partir del voto universal (1912) el PAN (Partido Autonomsta Nacional, del establishment de la época liderado por Julio Argentino Roca y por Roque Sáenz Peña) pierde la hegemonía a manos de la Unión Cívica Radical yrigoyenista, primer movimiento popular de la Argentina contemporánea. A partir de entonces los sectores dominantes se quedan sin expresión electoral propia y recurren a las FFAA para gobernar vía golpes militares. Este fue el primer factor de alteración profunda del sistema institucional y no las desviaciones demagógicas del ‘’populismo’’ peronista. Así se repite hasta que aparece Mauricio Macri, quien imprevistamente moldea una fuerza novedosa (PRO más aliados) y derrota a un desdibujado y corrompido peronismo.
Ese gobierno no logra sostenerse ni tampoco transformarse en oposición creíble. Ante el estrepitoso fracaso de Alberto Fernández se abre un vacío político que lo termina ocupando Javier Gerardo Milei, una suerte de carismático líder populista de ultraderecha con pretensiones de liderazgo planetario.
Lo más parecido a esa personalidad es nada más -y nada menos- que Elon Musk. Según cuenta su biógrafo Walter Isaacson, el loco de los autos eléctricos es también un hombre al que lo modeló la adversidad, los malos tratos paternos y la compañía fraterna. Algo muy parecido a lo que se sabe del Presidente de la Nación. “A raíz de todo ello Musk desarrolló un aura que, en ocasiones, le daba un aire alienígena, como si con su misión a Marte quisiera regresar a casa y su deseo de fabricar robots humanoides revelase una búsqueda de parentesco”, sugiere el escrito del autor que también contó la historia de Steve Jobs.
Milei, el extraterrestre argentino que disfruta de sus paseos en el exterior y no soporta mucho la política terrestre que le dio notoriedad, ha puesto en marcha una experiencia absolutamente inédita: mezcla un feroz ajuste y una reestructuración económica que habrá de transformar profundamente la estructura económico-social del país que está en vilo expectante de esos resultados.
En buena parte el avance ajustador de Milei es posible gracias a la crisis del peronismo que lo ha sumido en una parálisis absoluta. Sin líderes confiables y con demasiados dedos marcados en la Justicia no le resulta fácil caminar. La última encuesta de Jorge Giacobbe lo confirman. La imagen positiva de Milei es del 58,7% (la negativa, de 35,6%); la de Victoria Villarruel es de 55,2% (-32,7%) y la de Luis Caputo es de 51,6% (-37,9%). En cambio, la imagen positiva de Axel Kicillof asciende a 25,4% (la negativa es de 66,3%); la de Cristina Kirchner llega al 20% (-67,6%) y la de Sergio Massa suma 12,6 % (-69,1%). El senador tucumano Juan Manzur no aparece, con lo bueno y lo malo que eso significa. No lo tienen en cuenta pero eso puede ayudarlo en su sueño de renacer de las cenizas.
La crisis sin fin
El peronismo sufre una crisis de identidad y de conducción desde la muerte de su fundador. Emergió de la dictadura conducido por una alianza entre el sindicalismo y la vieja burocracia política. Sufrió su primera derrota electoral de la historia. Tras el gobierno de Alfonsín, logró renovarse y dirimir su perfil entre el socialdemócrata de Antonio Cafiero y el peculiar populismo de Carlos Menem, que impuso su hegemonía y le dio al PJ una impronta conservadora y neoliberal.
Retornó con Néstor Kirchner en 2003, luego de fracturarse en tres partes. Pasó del perfil neoliberal de las ‘’relaciones carnales’’ al de un progresismo mercosurista y latinoamericanista.
Tuvo una exitosa primera parte (2003-2011) con viento de cola internacional y un final tormentoso en 2015, con notables errores de conducción de Kristina.
El fracaso macrista le abrió una nueva posibilidad, que desperdició notoriamente.
La lacerante derrota de 2023 lo volvió a revolcar en el pantano de la crisis, sin que haya señales claras de reagrupamiento: ¿Logrará mantenerse unido cuando más de 70 diputados peronistas no soportan el aliento kirchnerista? ¿Cómo se resolverá la disputa de proyectos de perfiles casi antagónicos? ¿Es posible que en un mismo ‘’envase’’ quepan Kiciloff, Miguel Angel Picheto, Martín Llaryora y Cristina entre otros? Hay de todo en esa ensalada.
Son demasiadas preguntas sin respuestas que hoy penden como espadas de Damocles. Se trata de un peronismo a la deriva, sin conducción, que se ha mostrado incapaz de neutralizar al gobierno en el Congreso, donde alardeaba ser más fuerte
Arrinconados
A principios de año más de uno se quedó pasmado ante el giro pragmático del gobernador Osvaldo Jaldo, convertido en el tucumano Jaldei. Con la velocidad de un experto automovilista giró el auto en plena velocidad y jugó un rol decisorio para que el oficialismo pudiera llevar su Ley Bases al Congreso de la Nación.
Lo cierto es que, en la loca metamorfosis política de estos seis meses, está claro que Jaldo ató su nave a la del gobierno nacional y no parece tener retorno en esa apuesta. Si le va bien, gana todo, sin dudas.
Esta semana que nunca más volverá, mientras Milei tomaba un avión al exterior; el flamante jefe de Gabinete, Guillermo Francos, tomaba un taxi al Congreso y Jaldo iniciaba una avanzada antimanzurista sin precedentes. Amontonó a intendentes y a delegados comunales peronistas en un rincón y los hizo repetir, cual letanía, su fidelidad al gobernador. Pero, en el fondo, ese rezo político, expresaba su rechazo a los senadores Manzur y Sandra Mendoza que no están dispuestos a profesar la fe de Jaldei. Hasta los mellizos Orellana repitieron a dúo su “Jaldonuestro” y dejaron como una hereje nada menos que a su familiar, la senadora famaillense. Manzur, en tanto, está decidido a ser profeta en tierras nacionales.
El gobernador tucumano hizo esta última arremetida después de revisar el pronóstico climático. Hizo el anunció de que lloverán 250.000 millones en los próximo 20 días y revisó la estampita del jefe de Gabinete Francos vestido con el poncho tucumano. Esta vez sí, Jaldo cuenta con un amigo en el gabinete nacional. Después de que Francos volvió del Congreso habiendo conseguido que los senadores redactaran el dictamen de la Ley Bases, Jaldo salió de paseo a las alturas de Amaicha inaugurando un juzgado de paz -y conversando animadamente- con los vocales de Corte Eleonora Campos y Antonio Estofán y el presidente Daniel Leiva.
Dos autos diferentes
Los Tesla son los autos que inventó Elon Musk. Se alimentan con corriente eléctrica y se manejan solos. Para llegar a esas instancias grabaron miles de videos de seres humanos manejando para que los robots puedan aprender y reaccionar ante las distintas circunstancias que les plantea el tránsito. Musk, como Milei, se juega a todo o nada y es fanático del riesgo. La política argentina venía funcionando como los Tesla. Repetía las jugadas sin importar quién estuviera en el poder. Todo cambiaba para seguir igual. Ese fue el fracaso de Macri, que tuvo miedo y negoció en vez de romper y aplicar su lógica en distintas cuestiones. Una de ellas fue la relación con los intermediarios de la asistencia social. Milei ha decidido actuar de otra manera. No se entiende. Si fuera un Tesla chocaría. Es político pero ataca la política. Critica la corrupción de dirigentes de otros países y del propio, pero mira para otro lado cuando condenan a un amigo suyo como Donald Trump. Habla de casta, pero pone un hombre que estuvo en todos los gobiernos como jefe de gabinete. Sus libros no son sobre su historia como la de todos sino sobre sus razonamientos económicos. Parece un extraterrestre. Si le sale bien después de arriesgar tanto, inscribirá un cambio en la vida argentina. Jaldo también arriesga en esta comarca, pero por ahora no suelta el volante de su auto que no es un Tesla sino un Justicialista.