Objetivo cumplido: no volverse a Tucumán con las manos vacías. Atlético se llevó un empate 1-1 en su visita a Vélez Sarsfield, un resultado que en vistas a las circunstancias, no le sentó nada mal.
Como lo había hecho ante Talleres, de visitante Atlético volvió a estar a la altura. Eso sí, a diferencia de lo sucedido en Córdoba, ante el “Fortín” el conjunto tucumano lo empezó ganando y lo podría haber terminado ídem, si hubiese sabido lastimar de contra.
Con los mismos once que en los tres partidos anteriores por la Liga (cuando Facundo Sava cambió, por Copa Argentina, el equipo no jugó bien y perdió), Atlético comenzó presionando alto. ¿El problema? Cuando no recuperaba la pelota, quedaban muchos metros desguarnecidos a la espalda de los volantes, bien aprovechados por los anfitriones, con su dinamismo y rapidez.
Así, Vélez generó varias situaciones de gol durante los primeros 25 minutos. Y emergió la figura de Santo Tomás de Sava, el arquero Durso, volando a veces, achicando otras, un par de oportunidades negándole el grito a Braian Romero, en otra a Joaquín García.
De a poco, el “Decano” empezó a entregar mejores señales. Se paró unos metros más atrás, descubrió que podía esconderse, un negocio rentable en meter estiletes al corazón de la defensa del “Fortín”, con problemas en el retroceso y desajustes en su marcación en línea.
Se olía en el aire templado (el invierno precoz dio un respiro en Buenos Aires este sábado) del Amalfitani que el partido había cambiado de dueño. Y de que Atlético podría pegar primero y mejor. Quedó más que claro en esas dos intervenciones de otro Santo Tomás, en este caso para Gustavo Quinteros. Marchiori despejó un peligroso tiro libre de Joaquín Pereyra y salvó un gran remate de fuera del área de Agustín Lagos.
Esos cinco minutos en que Atlético acorraló a Vélez tuvieron el mejor corolario para la visita. En el gol, tres baluartes del conjunto tucumano hicieron lo suyo: Guillermo Acosta metió la pelota al espacio, Pereyra de derecha y de primera asistió, Coronel definió con clase y oportunismo, al primer palo.
El estadio quedó mudo. Y Vélez no salió del golpe, apenas si logró volver a hacer pie para un par de intentos tibios antes del intervalo.
Quinteros no se demoró nada en hacer cambios. La tónica tras la reanudación fue un anfitrión más adelantado en el campo, con mayor utilización de los laterales para atacar.
El plato quedó servido entonces para la contra. Cada vez que Atlético desaprovecha una, Sava miraba al cielo desconsolado, implorando por que sus dirigidos liquidaran el pleito ante el subcampeón de la Copa de la Liga, antes de que fuera demasiado tarde.
Y sucedió lo que el pueblo “decano” temía. El empate llegó de la única forma que parecía posible, hacía falta un tremendo disparo, un tiro libre de antología de Claudio Aquino para franquear el paredón perfecto hasta entonces que había erigido Durso y sentenciar el empate en uno, a los 62 minutos.
Los tempraneros cambios dispuestos por Quinteros –ya había hecho cuatro, jugado poco más de una hora- dieron resultado, le trajeron frescura y le aportaron variantes de ataque al local.
El banco de Atlético no ofreció tan buenas respuestas. Sava fue más conservador que su colega (ingresó Nico Castro por un delantero), cambió menos y pensó en las bondades de no volverse con las manos vacías a Tucumán. Con todo, el “Deca” volvió a meterse en partido, cuando Vélez sintió el esfuerzo y sacó el pie del acelerador.
Lo consiguió, después de un final loco, de ida y vuelta. No estuvo mal, pensando en el antecedente inmediato en Liniers hace casi ocho meses (derrota 1-3).
Y en una cosecha pre-Copa América cuyos números podrían cerrar, siempre y cuando en dos semanas, ante Defensa y Justicia, se quede con los tres puntos en el José Fierro.