Por qué hasta los clics dañan la naturaleza

Por qué hasta los clics dañan la naturaleza

Cuatro horas de navegación por internet al día liberarían alrededor de 6,336 kg de dióxido de carbono: ello equivale a recorrer 52,8 kilómetros en auto; a consumir 15,2 kilovatios por hora de electricidad y a volar 70,4 kilómetros en avión.

1000 clics equivalen a 1,76 kilogramos de dióxido de carbono y el promedio por persona en un lapso de cuatro horas es de 3600, o sea 6,336 kilogramos. UNSPLASH 1000 clics equivalen a 1,76 kilogramos de dióxido de carbono y el promedio por persona en un lapso de cuatro horas es de 3600, o sea 6,336 kilogramos. UNSPLASH
29 Mayo 2024

En un mundo cada vez más conectado, la mayoría de nuestras actividades diarias dependen de la tecnología y del acceso a internet. A pesar de que la virtualidad parece algo abstracto y neutro desde el punto de vista ambiental, la actividad de los internautas produce en sí misma daños a la naturaleza, incluso si no están consumiendo nada. Cada clic que hacemos en la web tiene un costo oculto: la impresión de una huella de carbono, la sustancia que más contribuye al efecto invernadero y al calentamiento progresivo de la Tierra.

Y el tiempo cada vez mayor que los seres humanos pasamos al frente de una pantalla augura que esa huella de carbono seguirá creciendo. Este pronóstico genera una preocupación creciente. Recientemente, las empresas tecnológicas Google, Microsoft, Meta y Salesforce anunciaron la creación de un fondo histórico para compensar los daños que provocan al ambiente. Pero, ¿realmente es para tanto? ¿Cuánto puede contaminar una persona con un simple clic?

Un clic o un scrolleo en las redes es una acción que luce inofensiva para el planeta, pero las apariencias engañan. La cantidad de dióxido de carbono liberado por esos movimientos depende de diversos factores, como el tipo de dispositivo utilizado, la eficiencia de los centros de datos, la infraestructura de red y, por supuesto, la cantidad de tiempo en línea. Con la ayuda de ChatGPT, se pudieron hacer estimaciones aproximadas de estos perjuicios ambientales sobre la base de estudios científicos y otros datos disponibles.

Una quincena de cliqueos por minuto

Un clic en una página web genera aproximadamente 1,76 gramos de dióxido de carbono (CO2), según una estimación de la Agencia Francesa de Medio Ambiente y Gestión de la Energía (ADEME por sus siglas en francés). Para entender un poco más esto hay que dimensionar que 100 clics son 176 gramos y 1.000, 1,76 kilogramos de CO2 (esto podría disminuir con el empleo de energías renovables).

Según los registros consultados por ChatGPT, cada minuto de navegación en la web aporta un promedio de 15 clics. Si a ese cálculo se lo proyecta en cuatro horas, que es lo que un usuario promedio podría pasar en internet por día, da 3.600 cliqueos. La multiplicación de esa cifra por la cantidad de CO2 liberado por clic arroja el siguiente resultado: pasar un cuarto del día en la virtualidad produce aproximadamente 6,336 kilogramos de dióxido de carbono.

¿Cuál es el efecto real sobre el ambiente de esta cantidad de clics y con qué puede compararse? ChatGPT afirma que 6,336 kg de CO2 equivalen a 52,8 kilómetros recorridos en auto; a 15,2 kilovatios por hora de electricidad consumidos y a 70,4 kilómetros volados en avión. Estos ejemplos y equivalencias ayudan a visualizar las emisiones por clics en términos de actividades más tangibles o que se consideran "contaminantes".

¿Por qué hacer un clic emite dióxido de carbono?

Hacer un clic en internet emite CO2 debido a la energía que requieren los distintos procesos que esa operación supone o activa. En primer lugar, el dispositivo empleado (una computadora de escritorio, una tableta o un teléfono) consume energía que a menudo proviene de fuentes que emiten dióxido de carbono. En segundo término, cada clic dispara una solicitud que viaja a través de una infraestructura de red que consume energía. A continuación, los servidores procesan la solicitud en centros de datos que usan volúmenes enormes de electricidad. Por último, la respuesta se envía de vuelta al dispositivo, lo que implica aún más energía.

Aunque el impacto de un sólo internauta quizá sea pequeño, hay que pensar el problema en términos masivos y globales. Por eso es imperioso bregar por tecnologías eficientes y energías renovables que morigeren el impacto. Y, en última instancia y aunque suene extremo, también conviene pensar bien antes de hacer un clic.

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