El relato que sigue describe, a través de Gabriela Paola Lupiañez, docente investigadora de la UNT en la Cátedra de Historia Contemporánea, de la carrera de Historia de la Facultad de Filosofía y Letras, el contexto en que se vivió el 25 de mayo de 1810 y las particularidades comerciales, sociales y políticas del Tucumán de entonces.
Antecedentes
Los acontecimientos de mayo de 1810 se desatan por circunstancias acaecidas fuera de América, y que habían comenzado dos años atrás. Al inicio de 1808 Napoleón invade España con la excusa de castigar a Portugal por ser aliado de Gran Bretaña, apresa al rey Fernando VII y toda la familia real, y entroniza a su hermano José como nuevo rey de España. Al rechazo popular, los españoles peninsulares arman la resistencia que va más allá de Madrid y se organizan espontáneamente en juntas. Este es el antecedente de la idea de junta que se formaría en mayo de 1810 en nuestro país. Esas juntas conformaban un gobierno y ejercían su autoridad en nombre del rey preso y organizaron la “guerra de la independencia” en contra el invasor francés,
En esa época, los españoles americanos, después denominados criollos, no solo le juran lealtad a Fernando VII cuando se enteran de los sucesos sino que aportan dinero para la guerra. Años después, en 1810, llegan noticias de que las autoridades en la península caen, que la guerra la están perdiendo y que los franceses dominan todo el territorio.
Es por eso que el 22 de mayo, en un Cabildo Abierto que se realiza en Buenos Aires, capital del Virreinato del Río de la Plata, se impone el principio de “retroversión de la soberanía en el pueblo”. Es decir, que estando el rey preso, el poder volvía al pueblo. Pero en realidad, volvía “a los pueblos”, porque en ese Virreinato -toda la monarquía hispana española- las comunidades tenían un elevado grado de autonomía. Eran gobernadas por padres de las principales familias, y ejercían la Justicia en ese equivalente a “ciudad” y alrededores. Allí había cabildos que, por la citada retroversión de la soberanía, ocurren dos cuestiones: se destituye al virrey, y el 25 de mayo se crea esa Primera Junta de gobierno, en nombre -y por lealtad- de Fernando VII. Y como “tenía soberanía”, convoca a los pueblos con Cabildo para que envíen diputados para conformar un Congreso, que decida el futuro de estos territorios. También para formar un gobierno autónomo de las autoridades de la península.
Entonces no se habla de independencia sino de autonomía. Les preocupaba mantener la integridad del territorio, y por eso mandan a los ejércitos a distintos puntos del Virreinato sabiendo que iban a enfrentar resistencias. Como en Montevideo y en Córdoba, y en el Alto Perú -en 1809-, en Chuquisaca y La Paz.
En ese Gobierno no había una opinión mayoritaria sobre la independencia. Si puede ser que la estaba buscando Mariano Moreno y sus seguidores, pero no se puede plantear que se estuviera hablando entonces de adherir a las ideas de la Revolución Francesa y de la libertad como la pueden entender en la época los franceses.
En Tucumán
En aquel momento, en Tucumán se discuten formalmente las noticias enviadas por esta Primera Junta -o gobierno provisional- en un Cabildo Abierto el 11 de junio de 1810. En ese mes hubo dos reuniones más donde discutieron qué hacer respecto del gobierno de Buenos Aires. Los participantes cuentan con diagnósticos distintos sobre la situación en la península, uno de Buenos Aires y otro de Córdoba. Y dicen: “nosotros somos una ciudad subordinada, dentro de la intendencia de Salta del Tucumán, por eso consultemos a Salta”. Esto es, no se juegan.
Es difícil evaluar qué tanta unanimidad había en el pueblo respecto de la adhesión al pronunciamiento sobre la Circular de la Primera Junta. Desde el Cabildo también habían emitido sus documentos, en apoyo al gobierno provisional. Lo que se sabe es que más allá de la resistencia de Montevideo, de Córdoba, del Alto Perú, tampoco adhieren Paraguay y Asunción a la Primera Junta, y se repliegan y no participan como el resto de los pueblos del Virreinato, ni aportan a la guerra civil que inmediatamente se desata.
Tucumán, por esa época, era una ciudad atravesada por el Camino del Perú, que une el puerto de Buenos Aires con las minas de Potosí. Está a medio camino. Se sabía que esas minas eran un dinamizador de la economía de la región y que convertía cada vez más al puerto de Buenos Aires en un polo de actividades económicas importantes. Entonces Tucumán comercializaba las producciones de sus cultivos y también los de Castilla, que son importados. A través de estos dos polos se comercian cueros, se fabrican carreta, y se convierte en importante “transportista” de productos. Y es interesante para destacar cómo el grupo dedicado al comercio tucumano fue adquiriendo poder económico, político y social.
Estos grupos de comerciantes peninsulares -así le llamaban a los de la península Ibérica- que llegaron sobre todo en el último tercio del siglo XVIII por las reformas borbónicas, produjeron una “oleada de comerciantes” que se afincaron y se casaron mujeres tucumanas de la aristocracia de los terratenientes, que hasta entonces había sido la clase social predominante hasta la llegada de estos mercaderes españoles.
No es menos interesante, que los empresarios eran parte de redes trasatlánticas de comercializadores, lo que les permitió unir a la ciudad de Tucumán, a través del comercio y de las relaciones que ellas generan, no solo con las minas de Potosí sino también con Buenos Aires, y de ahí incluso llegar hasta España.
Semana de mayo
A los 214 años
Se cumplen hoy 214 años de la gesta revolucionaria. Los sucesos que se iniciaron con la invasión de Napoleón a España en 1808, generaron un vacío de poder que convulsionó a todo lo que era entonces el imperio español y terminó en la creación de la Primera Junta, considerada como el primer gobierno patrio.
18 de mayo
El virrey Cisneros lanza una proclama para ratificar que gobernaba en nombre del rey Fernando VII. Entonces, la jabonería de Hipólito Vieytes y la casa de Nicolás Rodríguez Peña albergaban las ideas revolucionarias de Saavedra, Belgrano, Castelli, Beruti, Paso, Chiclana y Viamonte.
19 de mayo
Belgrano y Saavedra se reúnen con el alcalde Lezica y Castelli con el síndico procurador Julián de Leyva. Pedían un “Cabildo abierto” para discutir la situación política.
20 de mayo
Lezica le informa a Cisneros sobre el reclamo de los influyentes vecinos.
21 de mayo
Un grupo de habitantes de la ciudad ocupa la Plaza de Mayo (entonces Plaza Victoria) para exigir la convocatoria al “Cabildo abierto”. También querían la destitución del virrey Cisneros.
22 de mayo
Sesiona el “Cabildo abierto” y colma la plaza una multitud de vecinos. Los agitadores French y Beruti lideraban la manifestación. Pasada la medianoche los debates giraban sobre cuestionamientos a la autoridad del Virrey ante la ausencia del monarca, el papel del pueblo y el reclamo de la soberanía. Se dispone entonces la creación de una Junta de Gobierno y convocar a los diputados de las provincias.
24 de mayo
Para gobernar, se propone crear una Junta provisional, con Cisneros a la cabeza y con Saavedra, Castelli, Solá e Incháurregui (estos últimos, españoles) como vocales.
25 de mayo
A la Plaza volvían French y Beruti acompañados por más de “600 vecinos”. Pedían la anulación de la Junta provisional y que se proclame una nueva sin Cisneros. La presión jugó a favor de los revolucionarios, y se constituyó la Primera Junta, que asumía en nombre del rey. Estaba compuesta por Cornelio Saavedra como presidente y seis vocales: Castelli, Belgrano, Azcuénaga, Alberti, Matheu y Larrea, y dos secretarios Paso y Moreno. Ante la situación que lo superaba, Cisneros renunció. Comenzaba así la revolución que traería transformaciones en la sociedad rioplatense y nacional, en las áreas económicas, sociales y políticas.