Memorias que habitan y emocionan

Memorias que habitan y emocionan

Nico González Goytía y Anahí Leranoz presentan “Achachila” en Casa Dumit, una propuesta performática que reúne la música con el teatro.

UNA OBRA DE LOS “MÁRGENES”. Nico Gonzalez Goytía y Anahí Leranoz son la Compañía Poca Vergüenza. UNA OBRA DE LOS “MÁRGENES”. Nico Gonzalez Goytía y Anahí Leranoz son la Compañía Poca Vergüenza.

Compañía Poca Vergüenza es el nombre que le dieron a su grupo Nico González Goytía y Anahí Leranoz, y esas palabras reúnen la idea de estar andando juntos por los caminos del arte y aventurarse en distintos senderos sin prejuicios ni temores que los limiten. El resultado de esa búsqueda es “Achachila, antiguas memorias nos habitan”, el espectáculo de teatro y música en vivo que reúne melodías de diversos estilos e intervenciones escénicas contenidas en el lenguaje performático de máscaras, títeres, danza butoh y objetos. que se presentará a las 21 en Casa Dumit (Italia 536).

“Vivimos en un contexto rural de monte nativo, al pie de las sierras grandes de Córdoba -describe González Goytía-. Habitar este espacio nos configura nuestro hacer y nuestro arte. Achachila es una palabra aymara que significa abuelo y ese pueblo considera que las cumbres nevadas son sus ancestros; tiene una profunda convicción de ser parte de un mundo sistema y se refieren a los achachilas como las y los maestros de su comunidad, protectores y sabios. Tomando este concepto, comprendimos que nuestras achachilas eran las sierras que transitamos. Aprendimos a escucharlo y a tomar su enseñanza de equilibrio y supervivencia, más allá de los desastres que sufre”.

Leranoz resalta que “la memoria nos determina, nos hace ser lo que somos en el presente; está la colectiva, la familiar y en nuestra puesta invitamos a recordar un espacio íntimo de gran potencia para el buen vivir, las buenas prácticas humanas y sociales y para crear artísticamente un mundo más amable”. “El no reconocimiento de esas memorias es algo que nos desequilibra, la negación del origen siempre es un lugar desolado y brutal. Cuando comprendemos qué nos conformó podemos estar en armonía. Si recordamos cuando fuimos mineral o pájaro, evocamos a aquello que está dormido. Cuando vamos a un espacio como el cerro San Javier nos envuelve una sensación indescriptible de bienestar y renuevo; ya que se ‘activa’ nuestro vínculo con la naturaleza misma”, dice.

En el despliegue escénico se recrea una especie de ceremonia ritual que se va dando en un contexto onírico: “es muy palpable a la hora de transitarlo, hay máscaras con cambio de vestuarios, títeres polimorfos, objetos transformados, música y canciones de la mano de un demiurgo o mago creador que vive en ese lugar sagrado para las artes que es el escenario”, aporta Anahí.

“El diálogo entre música y teatro es muy orgánico ya que las imágenes que exponemos partieron de los sonidos y hay escenas que dieron luz a una música que no existía. Tienen un tiempo y un ritmo propio de nuestra tierra norteña, y alternan con el swing de jazz. El folclore y el jazz son fusiones que siempre están presente en nuestro modo de hacer arte; a mí me habitan desde niño, no me puedo escindir de sus raíces tucumanas”, plantea el bajista.

La actriz parte del clown para avanzar sobre la resignificación de títeres y objetos como seres a los cuales “se les da un ánima, se los hace vivir y toman fuerza y potencia, con una relación plástica y de imaginería con cada elemento que presenta en escena. “En términos estéticos lo definimos como un espectáculo de los ‘márgenes’, que nos da mucha libertad. Con nuestro maestro Ernesto Mussano conformamos esta propuesta, gracias a una beca del Fondo Nacional de las Artes y la estrenamos en diciembre de 2023”, señala.

La experiencia en funciones les permite afirmar que el público logra “una gran emocionalidad con la obra, salimos diferentes y además encontramos gran interés en los recursos plásticos utilizados y en la singularidad sonora del instrumento”. “Las personas sienten, viven una ceremonia y les queda esa sensación por varios días. En cada función se despliega una estructura que se amolda a cada espacio y situación que habitamos, lo cual nos enriquece y nos permite presentarla en muchos lugares diferentes, ya que fue pensada para que así sea”, concluyen.

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios