En “La espalda de la Libertad”, una de sus mejores novelas, Eduardo Rosenzvaig devela el entramado que rodeó la instalación de la estatua en el centro de la plaza Independencia. Una pulseada entre la férrea decisión de Lola Mora y la oposición de la elite tucumana, inclinada en favor de la artista a partir del apoyo que le brindó Julio Argentino Roca. Pero esa victoria no le salió barata a Lola Mora. A fin de cuentas, los poderosos de la época habían sido vencidos nada menos que por una mujer.
Liliana Massara leyó un fragmento del texto de Rosenzvaig desde el escenario del teatro San Martín. Explicó que era la manera adecuada de poner en contexto lo que vendría a continuación: la función de “Los amores de Lola”, obra que le bajó el telón a la vigésima edición del Mayo de las Letras. Massara -directora de Letras del Ente Cultural- destacó a Lola Mora, a su talento artístico y a su lucha, como un símbolo en el que se refleja lo mejor de la tucumanidad. No fue casual entonces la elección de este espectáculo del Ballet Estable para cerrar el festival literario.
Esta reposición de “Los amores de Lola” contó además con un sustento pedagógico, ya que en la colmada platea del San Martín había estudiantes de cuatro Institutos de Enseñanza Superior invitados. A ellos, especialmente, les habló Massara cuando les narró ese fragmento del devenir de la artista condensado en la pluma de Rosenzvaig. Luego asistieron a la recreación de la vida de Lola Mora, llevada a la danza por Melisa D’Amato con música de Hania Rani.
El rol protagónico de la obra fue para la bailarina Belén Serrano, quien transita pinceladas biográficas de Lola Mora, desde la relación con sus padres y con su maestro a la pugna contra los prejuicios y el conservadurismo del Tucumán de principios del siglo XX. Y también, claro está, la entronización de su Libertad en el corazón de la ciudad. La coreografía se enlaza con textos, en los que Lola Mora habla en primera persona, con un soporte audiovisual y con el aporte del Elenco de Títeres y Marionetas. Son cuatro los escenas en las que se desarrolla la puesta: La Familia, El Mármol, El Maestro y Las Damas.
Desenlace del festival
No fue sencilla la organización de este Mayo de las Letras, coincidente con una etapa de cambios en el Ente Cultural que abarcó la presidencia del organismo y la Dirección de Letras. Se añadió el contexto económico complejo, que no habilitó grandes erogaciones ni la extensión del festival durante mucho tiempo. La decisión fue acotarlo a una semana y concentrar las actividades en la sede de San Martín 251. Allí se montó además la Feria Regional del Libro, experiencia que en años anteriores se había extendido a las plazas Urquiza e Independencia. En el interior del Ente los stands quedaron a salvo de los vaivenes del clima, pero perdieron visibilidad. Desde el punto de vista de las ventas, los libreros coinciden en que no les fue bien y también subrayaron la necesidad de una mejor difusión. Es un punto a considerar con miras a las futuras ediciones del Mayo.
Las figuras “nacionales” convocadas fueron Alejandra Kamiya y María Rosa Lojo. Ambas hablaron de literatura y de sus obras en los conversatorios, pero también dejaron reflexiones valiosas acerca del momento que vive la cultura argentina. “Las provocaciones son tan brutales que hasta la gente conciliadora se vuelve, a su modo, combativa. Es un momento en el que hay que ponerse de pie”, sostuvo Kamiya en una entrevista con LA GACETA. Y agregó: “el daño que se puede hacer a la cultura es casi imposible de reparar después. La destrucción de la identidad, porque cultura para mí es identidad, no sé cómo se repara. Entonces hay que responder y no digo agrediendo; responder con nuestras armas, que son culturales. ¿Me desfinanciás? Yo voy a leer el doble, voy a trabajar gratis, voy a ir a más lugares, voy a publicar más libros, voy a ver más películas, voy a tocar gratis. La palabra puede ser un lugar de acción. En este momento es importante que no nos corran”.
El Mayo estuvo orientado a la literatura tucumana y eso se tradujo en las numerosas mesas, talleres, ciclos de lectura y presentaciones de libros que se organizaron. Y también contó con un destacable carácter federal, a partir de las actividades programadas en Juan Bautista Alberdi, Aguilares, Leales, Simoca, Monteros, La Cocha, Concepción, Tafí Viejo, San Pablo, Lules, Alpachiri y Famaillá.