¿Javier Milei disfruta más en su rol de difusor de las ideas libertarias que en el de Presidente? ¿Son compatibles ambas facetas? Las preguntas cobran dimensión a partir de lo que sucedió tras el viaje del fin de semana del jefe de Estado a España. Las dudas respecto de si se trató de una agenda privada o pública se instalaron, principalmente, por el contenido de la agenda. De hecho, la Presidencia puso mayor énfasis en destacar que Milei hablaría en una cumbre de la ultraderecha más que en la reunión que mantendría con empresarios locales.
Y el resultado, en consecuencia, se midió en base a lo publicitado. Pocos hablan de ese encuentro con inversores y de sus efectos, y prácticamente todos analizan el cisma que se produjo tras su participación en la reunión política del Vox. En rigor, sus dichos en ese mitin desataron un conflicto diplomático sin precedentes entre España y Argentina, ya que el presidente Pedro Sánchez decidió retirar a la embajadora de ese país en Buenos Aires de manera definitiva.
Al parecer, cada viaje al extranjero del Presidente tendrá esa postura bifronte: una cara como jefe de Estado y otra como propalador de la doctrina libertaria. ¿Ambas facetas, pueden convivir sin afectar al país?
A criterio de Milei, sí. “Me dicen: Pero usted ahora es un jefe de Estado, como va a estar haciendo estos comentarios, como va a hablar así de sus adversarios políticos, como va a hablar así de otros mandatarios internacionales. Yo les digo que la batalla cultural no es algo que uno toma o abandona según conveniencia”, sostuvo en España. “En todo caso ahora que soy presidente mi responsabilidad por librar la batalla cultural es aún mucho mayor, porque lo que hago y digo tiene un efecto más grande”, se explayó.
A criterio de los especialistas, lo que el referente de La Libertad Avanza hace es apoyarse en el atril de presidente para dar sermones ante el mundo.
“Milei tiene una ideología y un empleo. La ideología es anarcocapitalista y es permanente, el empleo es ser presidente y es temporario. Él utiliza su empleo para difundir su ideología”, sintetizó el politólogo Andrés Malamud en diálogo con LA GACETA.
Y recordó los anteriores cruces de Milei con Gustavo Petro (Colombia) y Nicolás Maduro (Venezuela). “Es lo mismo. Es circo diplomático. Milei apela a la política exterior para generar audiencia y que lo apoyen. Se trata de una declaración que no tiene costos económicos, que son los que importan en un país. Son roces útiles políticamente”, afirmó.
“La relación de Argentina con el mundo pasa por la ideología y por la tribu. Una relación completamente facciosa y no institucional”, conjeturó.
“Él es el único de los presidentes de esa familia -en la que también habitan Trump y Bolsonaro- que se considera un doctrinario antes que un nacionalista, un libertario antes que un argentino. El lema de Jair Bolsonaro, Donald Trump y Giorgia Meloni son todos ‘primero la patria’ o ‘la patria encima de todo’. Milei no pone a Argentina por arriba del anarcocapitalismo sino que ubica al anarcocapitalismo arriba del país. Por lo tanto, Milei es un libertario antes que un presidente”, añadió Malamud. “Es presidente mientras tanto, porque la otra cosa -el ser libertario- es de antes y la seguirá haciendo después”, completó.
En una posición similar se ubica el análisis de Marcos Novaro. “A Milei no le interesa ser presidente, le interesa ser un ideólogo global, un influencer, un standapero”, graficó. Luego, advirtió: “Las batallas culturales kirchneristas le salieron carísimas al país: basta recordar la cuenta multimillonaria con que cargamos por haber permitido a Áxel Kicillof entrar a los empujones en YPF, haciéndose el canchero y el antimperialista. Las de un Milei enardecido contra ‘zurdos y colectivistas’ tal vez no sean tan onerosas, pero tampoco van a ser gratis”. El analista reforzó el sentido del viaje a España.
“Cuando decidió tomarse el trabajo de viajar hasta allá, seguramente resolvió también que no iba a hacerlo para pasar desapercibido, tenía que aprovechar al máximo la oportunidad que se le brindaba para seguir instalándose como referente global de la derecha dura, ‘nueva derecha’, ultraderecha o como se la quiera llamar. Para lo cual lo más sencillo y seguro era insultar a alguien importante, y los que estaban más a mano eran, claro, Pedro Sánchez y su mujer. Con eso y poco más podría garantizarse ser una vez más trending topic global”, explicó. Y siguió: “¿Le importa a Milei si en este derrotero el Estado argentino, nuestra economía y nuestra reputación internacional sufren algunos daños, tienen que pagar costos innecesarios? Parece que no”.
A modo de conclusión, anticipó que sí puede tener consecuencias para el país el rol asumido por Milei. “Él seguirá muy contento contando sus retweets, arrullado por el coro entusiasta de sus fieles, más o menos como viene haciendo Kicillof cada vez que se habla de los muertos que nos dejó en YPF. Y las empresas españolas, tal vez también las de otras latitudes, se lo piensen más de dos veces antes de emprender una nueva inversión en estos pagos, frente a alternativas disponibles en otros países, cuyas autoridades no anden dando cátedra por el mundo, no aspiren a ser ‘faros de occidente’, ni pretendan usar ninguna batalla cultural para distraerlas del escaso control que ejercen sobre las principales variables de sus economías”, alertó Novaro.
Cerca de cumplir los primeros 180 días de gestión, el papel de Milei y sus prioridades como jefe de Estado generan adeptos y críticas. Pero, más allá de eso, implican la imposición de un estilo atípico para la política argentina. No es casual que en estos 167 días haya viajado siete veces al extranjero y, con el periplo de hoy a Córdoba, cuatro dentro del país.