El rompecabezas de Federico van Mameren: límites
¿Dónde están los límites? ¿Quién pone los límites? Con estas preguntas arrancó Federico van Mameren su editorial de esta noche en Panorama Tucumano, el programa insignia de LG Play.
Lo primero que mencionó fue la aprobación en la legislatura de los nuevos auxiliares de fiscales, una nueva ley que nos hace preguntar para qué, por qué. Van Mameren hizo un breve repaso de la ley originaria: los auxiliares fiscales podrían realizar todos los actos autorizados a los fiscales penales, mediante la respectiva delegación de funciones, y se exceptuaba de esas facultades la delegación de los requerimientos de elevación a juicio, de sobreseimiento, el hecho diverso y la ampliación del requerimiento de acusación, así como los pedidos de absolución, condena y pena. Y remarcó: “Los auxiliares fiscales actuarán bajo las instrucciones y supervisión del fiscal penal titular, sin perjuicio de la responsabilidad penal”.
La nueva ley, la que aprobaron los legisladores la última semana, fue más acotada y ese artículo fue modificado: dice que los auxiliares fiscales podrán hacer todos los actos autorizados a los fiscales en el código procesal penal. Ls fiscales auxiliares hoy pueden hacer lo mismo que los fiscales. Tienen todas las funciones, cosa que antes no estaban autorizados a hacer.
Entonces hay dos tipos de fiscales: aquellos que vos podés controlar a través de las fiscalías (que pueden someterse a un jury de enjuiciamiento) y los otros fiscales que dependen exclusivamente de lo que pasa en el Ministerio Público Fiscal. ¿Quién pone límite a esto? ¿Hacía falta esta ley? Cuando se piden explicaciones por esto, dicen que esta ley solo autoriza cosas que ya se venían haciendo. ¿Venían haciendo algo que estaba fuera de la ley? Y sin estos auxiliares, el Ministerio Público Fiscal colapsaría, porque no dan abasto.
¿Quién pone los límites? Todo queda en manos de una cabeza, del Ministro. Deberían rendir concurso, tal vez. Y en todo deberían tener la posibilidad de ser destituidos de otra manera, no al arbitrio de una sola persona.
Ya hay tres juicios en la Corte Suprema de Justicia por las irregularidades de los auxiliares fiscales, por arrogarse facultades que no tenían. A
La pregunta es ¿por qué se aprobó? ¿Por qué no tenemos un debate más profundo? Y a veces la respuesta de los legisladores preocupa: “lo aprobamos porque había que aprobarlo”, fue lo que muchos respondieron
. Los límites deberían venir de los mismos legisladores, que no pueden estar aprobando algo porque sí.
Algo parecido pasó con la circunstancia del Limón. El ministro Abad apenas recibió una nota y armó un instituto para intervenir y controlar. Y se metió el ejecutivo en la interna de los limoneros. Alguien debería poner límites a estas cuestiones.
Hoy los argentinos estamos inmersos en una discusión con España, triste, innecesaria. Javier Milei podrá decir que él se sentía ofendido porque un ministro español le dijo que consumía estupefacientes. Podrá justificar así el agredir a la esposa de un jefe de Estado. Milei llegó a España y aterrizó en El Torrejón donde se trata a los jefes de Estado. Y él tuvo un tratamiento de jefe de Estado y, sin embargo, se sintió con derecho a tener exabruptos.
Estamos inmersos en una política donde lo más importante es quién grita más fuerte, quién es más violento. No deberíamos esperar eso de quien nos representa. Cuando un jefe de Estado insulta a un mandatario de otro país, entramos en relaciones institucionales que se caen en una pendiente y se llevan puesto a todo un país; como cuando los legisladores aprueban algo sin poner los límites necesarios y la ciudadanía cae en la misma pendiente.