Los goles de Nahuel Banegas (gracias a una carambola a la salida de una jugada de balón detenido) y de Gonzalo Klusener (también tras una jugada de pizarrón) le solucionaron todos los problemas a San Martín y a Diego Flores.
Ni el cambio de esquema, ni el movimiento de piezas que el entrenador había diseñado en la previa le habían resultado para poder imponerse ante un Patronato que en La Ciudadela dejó en claro por qué es uno de los peores equipos de la zona A de la Primera Nacional. El “patrón” fue demasiado livianito y, en todo momento, dio la sensación que iba a resistir hasta el momento en el que el dueño de casa apretara el acelerador a fondo.
Pero al “santo” siempre parece faltarle cinco para el peso. Es un equipo que se adueña del balón casi en todos los partidos, pero que carece de explosividad y de sorpresa en los metros finales. Para colmo sufre de una alarmante anemia ofensiva: cuando llega no resuelve bien y eso se le vuelve una especie de búmeran. Por eso esta vez sufrió más de la cuenta para asegurar tres puntos cruciales por cómo se había dado la fecha.
Como si todo eso fuese poco, con la reciente eliminación de la Copa Argentina aún fresca y tras una semana convulsionada, llena de dimes y diretes, el equipo también debió liberarse de una mochila de mil kilos para poder asegurar la victoria.
Flores volvió a las fuentes. Dejó de lado la línea de cinco defensores y apostó por el 4-3-3 con el que había iniciado el proceso y el campeonato.
Repartió el eje entre Gustavo Abregú y Pablo Hernández, y liberó a Juan Cuevas, quien fue el encargado de conectar al equipo con el tridente conformado por Gonzalo Rodríguez, Lautaro Fedele y Junior Arias. Pero al “santo”, durante la primera mitad le faltó algo de movilidad en los metros decisivos.
El “patrón”, como la mayoría de equipos que visita Bolívar y Pellegrini, paró dos líneas de cuatro bien cerca de su arquero. Y ahí es donde a San Martín parece acabárseles las ideas.
Eso, sumado a la poca efectividad de pases en velocidad, le impidió ser más punzante. Aún así, durante el primer tiempo, tuvo un par de chances para quebrar el cero. Pero Arias no estuvo lúcido y despilfarró dos situaciones claras.
Y lo que no pudo resolver con juego asociado, San Martín lo sacó adelante gracias a la pelota parada; un arma que, tal vez, es de lo mejor que mostró el equipo en lo que va de la temporada.
Fueron dos centros a la olla y dos goles para asegurar tres puntos que a esta altura cotizan en la Bolsa de Valores.
En una categoría en la que casi ningún equipo logra imponerse en cuanto al juego y los partidos son casi siempre cerrados, el “santo” volvió a sumar de a tres. Claro, ahora tiene el desafío de afianzarse como equipo, de una vez por todas.
En esta oportunidad se mostró metido en el juego, enfocado y con ganas de dejar atrás esa pequeña mala racha que generó algo de incertidumbre.
Con la victoria en el saco, Flores y compañía deben concentrarse en encontrar la manera de generar supremacía en los metros finales; algo que hasta acá, le costó demasiado y a lo que aún parece no encontrarle solución.