Los clubes también tienen héroes silenciosos, personas que no acaparan el flash de las cámaras ni son los protagonistas dentro de la cancha, pero que el aporte que realizan los convierte en imprescindibles para la vida institucional de una institución. Son los encargados de mover la maquinaria y de brindar una que otra solución a los problemas que se presentan. Y en San Martín, un caso emblemático es el de Pedro Alejandro Chambilla Vélez.
Peruano de nacimiento, echó raíces en Tucumán y, sobre todo, escribió una historia repleta de momentos históricos en La Ciudadela.
Moquegua, una ciudad del sur de Perú, fue su hogar durante sus primeros años de vida. Pero Pedro decidió escribir una historia fuera de los límites de su nación. “Nadie es profeta en su tierra”, dice el refrán y Chambilla lo cumplió a la perfección.
“Me vine para estudiar enfermería. Ese fue mi plan principal, pero al poco tiempo, por el costo de vida, tuve que empezar a trabajar”, comentó el masajista, quien llegó a nuestra provincia en 1971. “Tenía varios familiares que ya vivían acá”, añadió.
Al poco tiempo, el joven Chambilla empezó a tener sus primeros contactos con el “santo”, club que se convirtió en su casa durante más de 43 años.
Primero empezó como colaborador de las inferiores de la mano de José Miranda Villagra, un vecino con el que compartía pensión. Y en 1978, comenzó su relación formal con la institución de Bolívar y Pellegrini. De este modo, “Pedrito” fue parte de la páginas doradas modernas del club, participando en los cuatro ascensos a Primera División.
“Si bien mi mamá regaló un montón de cosas a gente conocida, todavía tiene mucha indumentaria guardada. Tenemos el buzo rojo de cuando el “santo” ascendió contra Almirante Brown y también la ropa que usó el día que le ganó 6-1 a Boca en La Bombonera. Siempre dijo que esos fueron los momento más icónicos de sus carrera”, recordó su hijo Pedro José.
El mundo del fútbol no sólo hizo que adquiera conocimientos del deporte. “Es fantástico porque vinieron jugadores de todas partes del país. Fueron un montón de personas que conocí y que pasaron por distintos clubes del mundo. A muchos de ellos los conocía por referencias porque uno se informaba sobre quiénes eran. Eso me gustaba mucho porque aprendía mucho a partir de sus experiencias”, comentó el masajista, quien estuvo presente en los ciclos de Ángel Tulio Zoff, Nelson Pedro Chabay y Carlos Roldán, entre otros entrenadores.
Pese a todos los futbolistas que conoció, Chambilla tiene en claro quién fue el mejor jugador que vio con la camiseta de San Martín. “Pasaron grandes jugadores, pero para mí el mejor fue Víctor Pereyra. Era un muchacho de Santiago del Estero que tenía mi altura y que, además, tenía una habilidad que era increíble. Muchos de la prensa de Buenos Aires me preguntaban: ‘¿este es el mejor jugador del noroeste?’. ‘No. Es el mejor jugador del país’, era mi respuesta”, recordó.
“También me acuerdo del arquero (Javier) Lavallén o del “gaucho” (Jorge) Albornoz, que eran jugadores con los que tuve una muy buena relación”, indicó.
La jubilación de Chambilla llegó en 2021. “Los últimos meses no iba al club por la pandemia y después se jubiló”, dijo Pedro José, quien contó que no pisa las instalaciones de la institución desde 2022. “La última vez que fue al complejo fue para la inauguración de la biblioteca a la que le pusieron su nombre. Asistieron un montón de los jugadores de Primera, uno de los que estaba era Tino Costa. Ahora no va a la cancha por sus problemas de salud que le impiden estar cómodo en el estadio”, completó su hijo.
Pese a la distancia, Chambilla sigue con la mente en San Martín. Tal es así que espera que el “santo” complete una buena temporada y pueda recuperar su lugar en la máxima categoría del fútbol argentino. “Siempre espero lo mejor para el club”, cerró Chambilla, con la esperanza de que su San Martín querido pueda seguir escribiendo páginas doradas, como aquellas de las que supo participar realizando un aporte casi esencial.