Una declaración de uno de los protagonistas del caso más enigmático de los últimos tiempos sólo aportó más dudas y rechazos. Palabras que no hicieron otra cosa más que alimentar la polémica al caso conocido como “El crimen de la Chacabuco 59” porque no sólo aclaró cuestiones vinculadas a la venta del inmueble, sino porque apuntó sus sospechas a uno de los acusados cuya situación procesal había mejorado en los últimos meses.
Ana Gabriela Picciuto vivía en la casa de Chacabuco 59. Fue vista por última vez el 8 de marzo de 2023. Su cuerpo fue hallado el 12 de mayo en el interior de una cisterna de la propiedad por un obrero que realizaba remodelaciones en el hogar.
El fiscal Carlos Sale comenzó a armar un rompecabezas para tratar de esclarecer qué había ocurrido allí, Se investigó a Sofía di Gianni, Natalia Liberman, Alfredo Socci (inquilinos), José Luis Fumero (ex esposo) y Leonardo Salomón (última pareja de la víctima). Después de varios meses, el último quedó apuntado como el autor del crimen y es el único que permanece encerrado en un calabozo.
El móvil del homicidio todavía no está definido. La hipótesis más fuerte fue la de la venta del inmueble. Por un lado, se sospechó que los inquilinos podrían haber tenido algún problema con la propietaria, pero quedó descartada. La otra, que Fumero la haya vendido aprovechando la ausencia de Picciuto. Según el acta de divorcio, a ambos le correspondía el 50%, pero la mujer tenía la posesión porque allí iba a vivir la hija de ambos.
La vivienda de Picciuto
El 26 de abril, el comprador Walter Miguel Marchese se presentó en la fiscalía de Sale para ser entrevistado. Ahí contó oficialmente cómo había sido el proceso de la compra de la vivienda. Según sus dichos, dijo que los hermanos Isaías y Luciana Marín de la Fuente le ofrecieron comprar la parte de Fumero de la casa y que pensaba adquirir a Picciuto su parte cuando se reuniera con ella.
“Fumero me dijo que era dueña, pero que no sabía dónde estaba. Le creí porque era un hombre tranquilo. Nunca me llamó la atención nada, era normal, no me pareció importante. Sabía que cuando empiece a arreglar con ella iba a aparecer en algún momento”, declaró.
Reconoció que tomó posesión del inmueble cuando pagó $2 millones (unos U$S2.000 en esos días) y entregó una moto como seña. Inmediatamente comenzó con las tareas de remodelación de la vivienda, obras que permitieron el hallazgo del cuerpo de la víctima.
Marchese se definió como un hombre que se dedica a la venta de inmuebles a los que refacciona para luego alquilarlos. También reconoció que la casa sigue en su poder, pero aclaró que está en medio de un proceso de mediación por el juicio de desalojo que le inició la hija de la víctima.
El querellante Gonzalo de la Vega confirmó la versión del comprador y explicó que ambas partes estaban cerca de llegar a un acuerdo que consistía en la coexplotación del inmueble. En este trato quedó al margen Fumero y no se pudo establecer si recibió más dinero por la venta de su parte.
En su paso por la fiscalía, Marchese activó una bomba. “Sinceramente no soy perito, pero en mi pensamiento este chico Socci algo tiene que ver porque él tenía una entrada muy fácil a la casa de atrás y a toda la casa. ¿No te va a llamar la atención no verla más a la señora que te alquilaba?”, declaró. “Aparte cómo se ha ido él de la vivienda es llamativo. En un primer momento me pedía plata. Nunca le di y lo mismo se marchó”, añadió.
El comprador de la vivienda dejó en claro que entre Socci, Liberman y Di Gianni había una relación particular. “Él era el hombre de la casa”, sentenció.
“Cuando empecé a ir a la casa noté más nerviosismo de Socci, me preguntaba qué iba a tocar, a dónde iba… Sentía que él sabía algo y estaba incómodo, era raro. Me parece raro que si Socci y Liberman se quedaron con el perrito que era de la señora y ella no estaba, no les haya parecido raro a ellos si convivían con la señora y sabían que era imposible que se fuera a algún lugar sin ella”, explicó.
La reacción
En la fiscalía la declaración de Marchese no generó inquietud. La tuvieron en cuenta, pero los dichos del comprador de la vivienda no coinciden con las pruebas que recolectaron hasta el momento y que le permiten acusar a Salomón como el autor del femicidio.
José María Molina y Juan Pablo Bello, defensores de Socci, cuestionaron duramente los dichos de Marchese. “Este proceso que lleva más de un año de investigación en varias audiencias surgió el nombre de este testigo. Esta situación fue advertida por varios jueces, quienes tenían interrogantes sobre su persona debido a que también tiene causas anteriores por usurpación”, explicaron.
“Llama la atención que recién ahora dio a conocer esta versión. Este testigo está en negociaciones con la familia para quedarse con el inmueble. Entiendo que su intención al declarar de esta forma es desviar el foco de atención”, finalizó.