Los Pumas 7's se han habituado en el último tiempo a romper sus propias marcas históricas. Después del subcampeonato que alcanzaron en la temporada 2022/2023 del Circuito Mundial (lo que era hasta entonces y por lejos su mejor registro histórico), finalizaron la etapa regular de la temporada 2023/2024 en un inédito primer puesto, elevando aún más sus propios estándares. Sí, todavía falta la Gran Final que se jugará en Madrid a fin de mes, pero eso no quita que se trata de una campaña superior a cualquier otra en la historia: en el camino ganaron tres oros seguidos (Sevens de Ciudad del Cabo, Perth y Vancouver), una plata (Dubai), y dos quintos puestos (Los Ángeles y Singapur) que les permitieron totalizar 106 puntos, por encima de Irlanda (104) y Nueva Zelanda (93), campeón de la temporada anterior.
Parte fundamental de este proceso histórico es el tucumano Leonardo Gravano, quien se desempeña como entrenador asistente del head coach Santiago Gómez Cora, y que viene formando parte del staff de Los Pumas 7's ya desde hace 14 años. Se sumó primero como selector regional a fines de 2009, y en 2012 pasó a ser entrenador asistente de Andrés Romagnoli, antecesor de Gómez Cora, quien asumió en 2013. El ex fullback de Los Tarcos regresó a la provincia hace algunos días desde Singapur y, en una pausa tras dejar en el colegio a una de sus hijas, accedió a una charla de café y rugby con LA GACETA en un bar de Barrio Norte. Eso sí, sin azúcar.
- ¿Cómo venís con el cambio de horario?
- Hasta el lunes estuve peléandole al sueño entre las tres y las seis de la tarde. Vas ajustando una hora por día. El martes finalmente pude dormir tipo nueve de la noche.
- ¿Después de tantos años de viajar no se le hace más fácil al cuerpo? ¿Hay alguna técnica para sobrellevar el jet lag?
- Lo peor que podés hacer es forzarlo. Uno suele pensar: aguanto el sueño ahora así duermo a la noche. Y no, a la noche te despertás igual. Porque el sueño se maneja por dos variables independientes: una es el ciclo día-noche y la otra es la cantidad de horas que llevás despierto. Podés estar muy cansado, pero si cuerpo entiende que es de día, no te dormís. Lo que hacemos es tomar comprimidos de melatonina para indicarle al cuerpo que en el lugar en el que estamos se está haciendo de noche. Siempre hay que aprovechar la primera noche, porque llegás fundido del viaje y seguro dormís. Después al otro día hacés que te dé el sol hasta pasado el mediodía, y de ahí te guardás medio a oscuras y sin pantallas, para que tu cuerpo comience a producir melatonina.
- No debe ser fácil matar el tiempo sin pantallas...
- Sí. En Singapur teníamos la ventaja de que cuando nosotros teníamos que dejar el celular, acá estaban todos durmiendo así que no había con quien chatear. Pero también están las redes sociales. Igual, los chicos saben que si tontean mucho con eso, después les va a costar dormirse.
- Y eso se nota en el entrenamiento.
- Sí, a veces cuando todavía están en medio del cambio de horario, los primeros entrenamientos parecen de una preintermedia. No están descansados. Es más, también pasa que llega la hora de comer y no tenés hambre, pero tenés que comer igual.
- ¿Siempre tomaste el café sin azúcar?
- No, pero empecé a hacerlo en los viajes con los Pumas 7's. Antes teníamos un manager, Alexis Kovacic, que era cafetero de alma. Llegábamos a una ciudad y nos llevaba a algún lugar donde se servía café de especialidad. Nada de bares, eran sucuchitos de dos o tres mesas que ni aparecían en Google. Al principio no me interesaba, pero después fui probando y era una diferencia abismal. Te tomabas un café en el hotel y te parecía agua sucia. Ahí me di cuenta de que al café le ponía azúcar porque era malo. El buen café no la necesita.
- Pasás más de 200 días al año viajando ¿Conociste muchas cosas en estos años de itinerancia?
- Sí, pero no tantas. En la planificación de una semana cuando viajamos, quedan uno o dos días libres, y no siempre hay tiempo de hacer actividades largas afuera. Además, no soy muy de hacer turismo. Participo de algunas actividades grupales, como salir a comer algo con el staff o pasear en un barquito por algún canal de Hong Kong, pero no es que yo salgo a buscar qué hacer.
- Siempre rugby y más rugby...
- Veo muchos partidos. Todos los de la URBA, por ejemplo. Antes era más dificil porque los tenías que enganchar en la tele, pero ahora con las plataformas de streaming, los podés ver cuando quieras y al ritmo que quieras.
- ¿Porque te gusta o para sondear jugadores?
- Por ambas cosas. Me gusta ver qué proponen los equipos, cómo resuelven situaciones, y ahí vas viendo jugadores. Para la semana que viene hemos invitado algunos que vimos en los últimos partidos y que tienen condiciones que buscamos. Así hemos sacado muchos jugadores, como Tobías Wade y Santiago Vera Feld. No son la mayoría, pero los hay.
- Ya no salen del Seven de la República, sino del sistema UAR. Al menos la mayoría...
- La dificultad es que tenemos que imaginarlo al jugador haciendo lo mismo que hace en su club o en su seleccionado, pero en el Circuito Mundial. Si ves alguno que dentro de todo resuelve situaciones de juego de manera diferente, lo anotás. Eso sí, si ya tiene 26 años, es muy difícil que entre ya a este nivel.
- En el seven de este nivel, ¿es más importante un jugador tácticamente obediente que un distinto?
- A ver, es importante que sea prolijo, pero tampoco tiene que ser un robot. La idea es que el jugador se exprese, se desenvuelva, pero dentro de una estructura. Dentro de esos márgenes, que resuelva como le parezca mejor. No nos sirven los librepensadores que hacen lo que se les canta en cualquier momento. Sí tenemos algunos que por ahí se salen del libreto en acciones particulares, y tratamos de contemplar eso y adaptarnos. Por ejemplo, si "Lucho" (Luciano González) se la juega y junta cuatro fijianos que lo van a tacklear, tratamos de seguirlo y jugar en función de lo que hace. O a "Mone" (Marcos Moneta), que por ahí se frena y va en contramano de todos y a veces hasta tiene que esquivar compañeros para buscar el try.
- ¿Qué resaltás de esta campaña histórica de los Pumas 7's?
- Creo que lo más importante no son las medallas que hemos ganado, sino el hecho de que hemos igualado las probabilidades. El rugby es un juego donde tenés probabilidades de acuerdo a qué tan bien utilizás las herramientas que tenés y contrarrestás las del rival. Hasta hace tres o cuatro años, sabíamos que había cuatro o cinco rivales contra los que las probabilidades eran muy desfavorables. O sea, para ganar teníamos que hacer el partido perfecto, el rival se tenía que equivocar varias veces y el árbitro también a favor nuestro. Por ejemplo, contra Fiji sabías que tenías que meter por lo menos tres tries convertidos, porque ellos sí o sí tres tries te metían. Hoy lo que hemos conseguido es que esas condiciones sean iguales, desde lo físico, lo técnico y lo mental. Después podés ejecutar mejor o peor, y en base a eso ganás o perdés, pero a la cancha hoy entramos en igualdad de condiciones contra los mejores.
- Qué bueno que este pico de rendimiento se haya alcanzado en la antesala de París 2024, ¿no?
- Sí. Hemos tenido un bajón en las últimas etapas, pero porque los otros también han mejorado. Que Irlanda nos haya ganado no es casualidad. Iban directamente a los lugares donde sabían que nos podían dañar. Lo mismo Australia y EEUU. Y eso ya lo veíamos venir desde etapas anteriores. También hubo errores tontos nuestros, más allá de la lesión de Moneta, pero lo que digo es que estratégicamente, los otros equipos también trabajan y mejoran de una etapa a la siguiente. Más en un año olímpico.
- ¿Cuál es el cambio clave?
- Que ellos saben que están en igualdad de condiciones contra los mejores. Y eso les permite sostenerse en los momentos difíciles. Porque hay que ir perdiendo 12-0 en una final contra Nueva Zelanda y no caerse a pedazos. Son muy conscientes de las herramientas que tienen para hacer daño con y sin la pelota. Por eso en el partido contra Sudáfrica, en el que nos jugábamos el primer puesto de la tabla, los chicos confiaron en el sistema porque sabían que habían hecho las cosas bien más allá de haber empezado con dos tries en contra. Decían: si tenemos la pelota, los liquidamos. Esa confianza es lo más importante de todo.
- ¿Discuten mucho con Gómez Cora o generalmente coinciden?
- Generalmente coincidimos porque hablamos el mismo idioma. Sabemos qué opciones nos ofrece cada uno de nuestros jugadores. La cosa está en qué lectura se hace del próximo partido. La última palabra es la de él, yo trato de presentar diferentes opciones de estrategia que vamos construyendo a partir de las opciones que tenemos nosotros y de las que maneja el rival.
- ¿Por qué no hay tucumanos en Los Pumas 7's y casi no los hubo en los últimos años?
- Por lo general, el jugador tucumano tiene una formación muy orientada al juego de equipo. Desde M12 en adelante se trabaja las destrezas individuales de un jugador en función de lo que va a hacer dentro de un equipo. Entonces, ese jugador está limitado a lo que se necesita de él dentro de un esquema. No digo que esté mal; lo que digo es que los jugadores se forman para situaciones colectivas y no para resolverlas de manera individual. Por ejemplo, son pocos los jugadores que saben resolver un duelo mano a mano. Generalmente necesitan de un compañero.
- Generalmente necesitan de un compañero
- Claro. Lo que noto en la mayoría de los jugadores tucumanos que vienen con nosotros es que se destacan mucho dentro de su equipo, pero lo sacás de ahí y les cuesta. Por ejemplo: si jugó toda la vida de wing izquierdo, sólo sabe pasar la pelota para la derecha. Hay otros que no saben recibir la pelota a la carrera, se tienen que frenar. Otros no pueden correr hacia adelante y pasarla, sí o sí tienen que girar. Los aperturas por lo general saben patear y pasar, pero no suelen encarar. Y también hay jugadores que en el rugby de 15 saben defender por amontonamiento, pero si tienen que defender solos un andarivel abierto en el seven, no saben. Y en el seven hay que saber hacer un poco de todo.
- Una vez me contaste que matás el tiempo en los viajes jugando al backgammon. ¿Seguís con eso?
- Sí, juego desde que era adolescente. Iba a Tafí Viejo a jugar al pádel y en ese lugar tenían un tablero con el que aprendí a jugar. Y después empecé a jugar online. En una concentración de los Pumas 7's en Pinamar había un tablero, y el manager Kovacic empezó a jugar conmigo. Y al vernos se fueron prendiendo los otros. Ahora juegan todos. Llevo el tablero a las concentraciones y por ahí nos ponemos a jugar. Como es dinámico, en cinco minutos podés jugar una partida.
- ¿Dónde te ves de acá a cinco años? ¿O después del rugby?
- No tengo idea. Trato de ir viendo cosas para tener posibilidades en el futuro. Hasta hace dos o tres meses no sabíamos cómo seguía esto, ahora está armado para seguir un ciclo olímpico más con este equipo de trabajo. Además, yo soy responsable de todo lo que es el primer equipo para abajo, y eso incluye a los juveniles. Ahora estamos preparando algunos para los Juegos Olímpicos de la Juventud en 2026.