Lo que había planeado desde varios años se producirá antes de lo pensado. “Cuando empezaron a dar la lista, me paralicé cuando dijeron mi apellido”, contó Macarena González del Pino, la paralización de su cuerpo no era para menos. La emoción la obnubiló tanto que ni se acuerda si la nombraron primera, en el medio o al final. “Me quedé paralizada porque siempre había sido mi sueño”, explicó “Macu”. La jugadora de hockey de Tucumán Rugby mueve sus brazos, gesticula, mira el partido que sus ya viejas compañeras de la Primera “verdinegra” juegan frente al equipo masculino de Atlético Tucumán.
En pocas semanas, ella se irá del club, de la provincia y del país; en ese orden, para jugar —y estudiar— en la Universidad de Massachusetts Amherst. El deporte ayudó a que la arquera pudiera conseguir lo deseado. “Desde chiquita quiero estudiar en Estados Unidos porque me gusta mucho la cultura americana. Me metía en internet, y buscaba todo porque es carísimo estudiar allá, hasta para el mismo americano”, detalló la deportista de 18 años.
La conexión que posibilitó todo fue mediante Playproglobal, una agencia que se especializa en generar las oportunidades para que jóvenes realicen un intercambio deportivo y educativo. Luego de un par de intentos frustrados en los showcases, (los participantes muestran su talento deportivo frente a coaches de universidades) logró la aceptación en dos instituciones de Estados Unidos. “En Buenos Aires, fue el último intento el año pasado. Estaba la de Berkeley y Amherst”, explicó. Aunque prefería la primera porque consideraba que ahí estaba ese modelo de vida norteamericana que quería experimentar. Aunque la logística (conexiones de vuelos con Argentina, por ejemplo) terminó inclinando la decisión por la de Massachusetts.
Que la hayan seleccionado fue un tanto sorpresivo para ella, porque justo el testeo coincidió con una convocatoria nacional para un entrenamiento especial en el Cenard. “Yo fui el primer día, me presenté y me fui. Volví el segundo, pero pensé: ‘listo, no quedo’. Son como 80 deportistas y, como mucho, ofrecen 10 becas”, afirmó con ansiedad. “Macu” todavia tiene esas horas muy latentes, no es para menos ya que fueron las que le cambiaron la vida.
También tiene muy presente el momento en que fue definitivo convertirse en arquera. González del Pino empezó como jugadora de campo, pese a que ella desde que empuñó el palo quería ponerse todo lo que una guardameta de hockey utiliza. “Siempre hice todo contra la corriente desde que soy chiquita. Me encantaba ver a las arqueras vestidas con todo el traje. Pero mi mamá me decía que no quería correr. Que por eso quería estar en el arco”, relató la estudiante egresada del Colegio Los Cerros.
Todo cambió cuando en un partido se necesitaba una arquera de emergencia y “Macu” pasó al arco. “Fue Anahí Totongi la que me hizo entrar”, recordó González del Pino sobre el cambio que la ex entrenadora del club (actual DT del equipo masculino de San Martín) hizo. “Ahí mi mamá ya no me dijo nada. ‘Andá a ser arquera’”, relató la situación. “Tapé mucho en ese partido”, rememoró la futura estudiante de kinesiología. Desde entonces la dama está en su lugar en la cancha.
En Massachusetts, la tucumana se encontrará con un sistema distinto al de Argentina. En Estados Unidos, el concepto de club no existe; además, la liga es universitaria y desde ahí es donde se conforman los seleccionados nacionales. Como aquí, no hay un torneo universitario, por lo tanto allá no se juega ningún otro certamen. ¿Podría haber aspirado a un ambiente más competitivo teniendo en cuenta que el hockey estadounidense no es precisamente un destino elegido por las jugadoras de elite? La reflexión de la joven le da una razón sólida para una elección que podría condicionar el sueño de toda jugadora argentina de alto rendimiento: formar parte de Las Leonas.
“Muchos me preguntan si es que soy consciente de que al irme estoy cerrando todas posibilidades de un seleccionado nacional. Lo sé, pero yo lo pienso así: de una lista de 30 jugadoras, cuatro son arqueras. Del total de la lista solo tres son del interior. No digo que sea imposible que el talento venza a los contactos, pero a veces hay que estar tocada por la varita”, estableció. “Frente a la oportunidad de ‘puede llegar a ser’ o a ‘la oportunidad la tenés’, me quedo con la segunda”, concluyó la jugadora.
El equipo al que se sumará está dentro del top-15 universitario. El torneo implica jugar dos partidos oficiales a la semana y entrenar cinco veces. Tienen un psicólogo disponible las 24 horas, preparador físico y kinesiólogo. Claramente, ese posible cierre de puertas que podría generar al irse del país tiene razones válidas. “A todo el mundo le encantaría tener una camiseta argentina con su apellido en la espalda, debe ser algo hermoso. Creo que hay que estar preparada cuando ese momento llega. Si alguna vez se da la posibilidad de jugar para Estados Unidos sin que eso no afecte estar en el Seleccionado argentino… por lo menos lo pensaría”, anticipó la arquera.
Por lo pronto, seguirá con el acondicionamiento especial multidisciplinario que lleva a cabo desde varios meses para no llegar desintonizada con los objetivos de UMass, como es conocido oficialmente el equipo. “Hay un favorito claro: la Universidad de North Carolina, que gana desde hace cuatro años. Tiene como directora técnica a Erin Matson, es como la ‘Lucha’ Aymar del hockey de Estados Unidos. Va a ser un gran torneo y una gran experiencia”, vaticinó la tucumana.