El Alzheimer kirchnerista
El Alzheimer kirchnerista

Define el Diccionario de la Real Academia Española que la “enfermedad de Alzheimer” es un “Trastorno neurológico progresivo caracterizado por la pérdida de la memoria, de la percepción y del sentido de la orientación, que se produce ordinariamente en la edad senil”. Uno de sus primeros síntomas, se sabe, es el deterioro de la memoria de corto plazo.

Ese fenómeno ha estado presente en las declaraciones que las dos figuras centrales del kirchnerismo hicieron públicas durante este fin de semana. Por orden de importancia, la primera fue la dos veces ex presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, quien participó el sábado, en el Instituto Patria, de un acto que conmemoró los 50 años del asesinato del sacerdote Carlos Mújica.

Su discurso fue escalando en las amnesias. Comenzó con una imperdonable banalización del mal absoluto argentino, que fue la última dictadura militar, al comparar el apoyo de un vasto sector de la sociedad a las políticas del Gobierno de Javier Milei nada menos que con el clima social de 1976.

“Nos parece que estos momentos de crueldad, de individualismo, de ‘no me importa un pito lo que le pase al otro’, son inéditos, y quiero contarles que desgraciadamente no son inéditos”, manifestó la ex mandataria. Entonces trazó un paralelismo con los tiempos del autodenominado Proceso de Reorganización Nacional. La comparación no sólo es desgraciada, sino además forzada. Sobre todo, viniendo de una dirigente política que hizo gala hasta el paroxismo de que no le importaban, en lo más mínimo, los planteos que le formulasen los opositores, los empresarios o los fallos de la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Es más: fue durante su presidencia cuando aquel o de “no me importa un pito lo que le pase al otro” alcanzó el grado de doctrina oficial.

En 2011, la Casa Rosada dictó el DNU 411 por el cual eliminó el techo del cinco por ciento en la representación como accionista de la Anses en las empresas donde mantiene inversiones. La situación puso en guardia a los industriales argentinos. A la cabeza estuvo el grupo Rocca, respecto de la empresa Siderar. Luego de recibir sanciones de la Comisión Nacional de Valores, el holding pidió que el Congreso de la Nación se interesara en el conflicto: en definitiva, ahí debía tratarse el DNU en cuestión. Cristina contestó: “Las corporaciones de turno no pueden ocupar nunca más la Casa de Gobierno para tomar decisiones, como lo hicieron durante años. El que quiera hacerlo que abandone la corporación y cree un partido político”. En adelante, a cualquier planteo de la oposición, de los empresarios y hasta de los fallos de la Corte Suprema se aplicó la misma respuesta: “si no les gusta como se gobierna, armen un partido y ganen elecciones”.

Después, la ex jefa de Estado evocó la figura de Mújica con una declaración que, aunque sentida, no dejó de ser inquietante. “Era un pastor que olía a oveja, como quiere Francisco. Es cierto también que hay algunos en las jerarquías que huelen más a lobo”, aseveró. Lo llamativo hasta la estridencia es su profesión de fe “francisquista”, luego de que los gobiernos kirchneristas combatieran a Jorge Bergoglio, cuando era cardenal argentino. Néstor Kirchner decidió dejar de asistir a los tedeum del 25 de Mayo y del 9 de Julio que el jesuita oficiaba en la Catedral de Buenos Aires. Como si no bastase, en 2013, año en que fue ordenado Sumo Pontífice, la diplomacia argentina incurrió en uno de los actos más arteros de la historia de las relaciones internacionales de este país: distribuyó entre los cardenales que participaron del sínodo papal, en Roma, un dossier injurioso, que buscaba desprestigiar a Bergoglio y coartar sus chances de ser ungido como cabeza de la Iglesia católica. Ese documento refritaba notas periodistas de Horacio Verbitsky que referían a la presunta complicidad del prelado con la última dictadura militar, a pesar de que el fallo definitivo en la causa “ESMA” desestimó tal presunción por falta de pruebas. Las publicaciones, además, habían sido desmentidas por Adolfo Pérez Esquivel, premio Nobel de la Paz, Graciela Fernández Meijide, ex secretaria de la CONADEP y Julio Strassera, ex fiscal en el histórico juicio contra las juntas militares y los ex comandantes. De tal envergadura fue la operación “K” en la Santa Sede que se ordenó al propio vocero del Papa a dar una conferencia para refutar las acusaciones.

En el final, Cristina hizo referencia al video de la Casa Rosada del Día del Himno Nacional, acompañado por la frase “Libertad, Libertad, Libertad”. “La libertad es una maravillosa palabra, pero ved a la noble igualdad dice también nuestro himno nacional, no olvidemos entonces, junto a la libertad como valor preciado, que nuestro himno también se inclina ante la noble igualdad”, lanzó.

La pobreza, en 2023, alcanzó al 41,7% de los argentinos, según el informe oficial del Indec. Hasta diciembre de ese año, Cristina fue la Vicepresidenta de la Nación, compañera de fórmula de Alberto Fernández. Huelga decirlo: el kirchnerismo ocupó ministerios, secretarías y organismos nacionales, además de gobernaciones e intendencias en todo el país. ¿De cuál igualdad se jacta una de las protagonistas del Gobierno que, en diciembre de 2019, había recibido un país donde la pobreza era del 35.5%? ¿Cuál es la nobleza en el empobrecimiento colectivo, según la abogada exitosa?

Esta última manifestación expone que las lagunas de memoria de Máximo Kirchner, el otro olvidadizo del fin de semana, derivan de una naturaleza similar.

En un “Encuentro de formación política”, en Moreno, el titular del PJ bonaerense evocó a su padre, Néstor Kirchner. “Él no podía creer cómo habían quebrado la autoestima de nuestra gente. Y lo que más le desesperaba, y entendía que podía ser el mayor obstáculo para cambiar la historia del país, era que nuestro pueblo no recuperara su autoestima, que no creyera en sí mismo”, aseguró.

A renglón seguido, dijo: “Nuestro pueblo tiene que volver a quererse, tiene que volver a entender que no merece ser explotado. Que esfuerzo no es sinónimo de explotación. Quieren hacer que te auto explotes, que digas, “No, yo laburo 16 horas todos los días…” Nos convencen de que nos tenemos que auto explotar por migajas”, expresó. Es decir, Máximo también se olvidaba de que hasta diciembre pasado, lo que estaba en funciones era el cuarto gobierno kirchnerista.

Según el informe Ieral de la Fundación Mediterráneo, publicado en noviembre, durante la gestión de los Fernández los sueldos del sector formal descendieron un 20,6%; las remuneraciones del sector privado no registrado cayeron 13,6%; y los ingresos de los estatales bajaron un 10%. Por supuesto, los salarios siguen cayendo hoy, pero lo revelador es que el kirchnerismo opina sin registro de sus acciones cuando fue gobierno. Y como si nada hubiese tenido que ver con el anterior gobierno.

Ahí, justamente, es donde el alzheimer “K” se vuelve atípico. Porque el kirchnerismo es muy joven para ser senil. Entonces, su desmemoria sobre el pasado reciente no es neurológica, sino impune. Pero esa impunidad tiene patas cortas. Dicho de otro modo, ¿cómo explican el triunfo de Milei, sin partido ni estructura, si no es por el fracaso del gobierno que conformaron hasta hace seis meses?

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