El programa Panorama Tucumano de la LG Play, el canal televisivo de LA GACETA concluye a las 22. Exactamente un minuto después ingresó un mensaje de WhatsApp para pensar. “Brillante la reflexión de José “Pepe” Ramón. Demuestra claramente lo que son los tucumanos: Solidaridad, ganas, fuerzas. Pero también el programa mostró la otra cara de la moneda: la violencia de Tucumán, sin dudas una provincia donde reina la contradicción continua”.
El televidente dejó una síntesis de lo que vive casi diariamente la Provincia. “Pepe” Ramón, emocionado hasta las lágrimas, describía que “los que vinimos a este mundo tenemos la obligación de hacer cosas por los demás y si mantenemos esa convicción de hacerlo vamos a tener un mundo mejor”. Antes, durante la entrevista, había descripto cómo había incorporado a su empresa trabajadores con capacidades diferentes y todo lo que eso sumaba a su vida y a las familias de esas personas. Después, describió cómo sería el bar inclusivo que él y un grupo de amigos están a un mes de inaugurar. También contó una anécdota tan fuerte como esclarecedora: “uno de los empleados llegó a decir: nosotros necesitamos gente que trabaje y traen ‘tontos’ a la empresa. Con el tiempo esa misma persona es quien más se preocupa y colabora para que todos puedan trabajar sin problemas”. Y también destacó cómo lo llaman de otras firmas para que les ayuden a implementar esa experiencia laboral. Es decir -como dice el televidente que mandó el WhatsApp- esa calidad y calidez solidaria de los tucumanos permite no sólo ver otra realidad sino recapacitar sobre conductas y por sobre todo se vuelve contagiosa.
Invitación a la pelea
Al día siguiente vimos que a las escuelas no sólo iban chicos y adolescentes con mochilas en las espaldas o cuadernos y lapices bajo los brazos. También llegaban a los establecimientos escolares policías uniformados sin útiles, pero con armas. Lo llamativo es que el enfrentamiento de los chicos también era contagioso. La violencia llegaba por WhatsApp con mensajes como: “queremos ver si los -de tal o cual colegio- se las bancan”, a lo que se sumaban agresiones que no eran otra cosa que una invitación a la pelea.
Nada diferente a lo que pasa en una cancha de fútbol entre adultos donde el espectáculo o la magia de una jugada pasa a segundo plano. A veces puede no haber un médico para cuidar la salud de los jugadores, pero sí policías porque la violencia y el odio al prójimo tiene más importancia.
El toro por las astas
Cuando el Gobernador de la provincia empezó a tomar conciencia de lo que estaba pasando lanzó el decreto que tuvo cuestionamientos legales de todo tipo pero también aplausos de la sociedad por doquier. Nunca otra medida gubernativa -salvo las demagógicas- había tenido tanta aprobación en muchos años. Los sondeos le dieron un 80% de reconocimiento al mandatario que decidió no mirar para otro lado. Consideró que el enfrentamiento entre los jóvenes era una cuestión de Estado que no se podía soslayar y la ciudadanía le dio la razón.
La ministra de Educación, esta semana que nunca más volverá -ojalá-, no anduvo desplegando su pasión por la semiótica ni se enredó en la madeja de la pedagogía. “Cuando voy a viajar en avión me tengo que sacar las botas para que me requisen. Es algo que ocurre en otros ámbitos y aquí hemos encontrado chicos con destornilladores, con cuchillos y hasta con una pistola”, fue una de las frases que Susana Montaldo, quien advirtió que la requisa de mochilas llegó para quedarse.
Mientras algunos asumieron responsabilidades, no faltaron los otros que aprovechan las redes sociales donde las mentiras tienen más velocidad que el tren bala japonés. En la noche del martes, en las pantallas de LG Play se vieron mensajes de algunos influyentes de las redes que explicaban que la trifulca de adolescentes se había producido porque uno de los jóvenes defendía a Javier Milei y a otros eso no les había caído bien y por lo tanto había que arreglarlo a las piñas. Nada más alejado de la realidad. El interés por instalar lo falso no tiene copyright.
El buen negocio
La moneda tucumana posee esa cara solidaria que avisa que ser bueno puede ser un buen negocio; pero también tiene esta otra cara violenta que va a la cancha, que baila en los boliches y que se hace la de estudiar en la escuela. Esta moneda no fue acuñada esta semana. Lleva mucho tiempo produciéndose.
A la Legislatura, como fiel representante de esta sociedad, le cuesta entrar en un debate sobre qué hacer con estas monedas. Empezaron con la ministra de Educación y con el ministro de Seguridad y podrían terminar con un debate social más profundo. Sin embargo, se hace difícil creer después de la frustrada, aunque promocionada reforma política y electoral. Apenas los influencers se olvidaron de ello quedó guardada en un cajón bajo siete llaves.
El otro, el mismo
Esta semana el gobernador fue más “Jaldei” que nunca: respondió con dureza a los gremialistas que hicieron paro, promovió la defensa de la ley Bases y se puso duro para frenar la violencia que se empezaba a multiplicar como las amenazas de bombas. Ahora ya es tema de la Justicia. Jaldo, el otro que está de este lado del espejo, se ocupó de otras cosas como redactar un proyecto citrícola que recibió la fuerte reacción de un grupo mayoritario de los industriales. Ellos, sin dirigirse al mandatario, le pidieron a los legisladores que no avalen la creación de un instituto especial que regle sobre la actividad limonera como inesperadamente lo solicitó el mandatario provincial. “Jaldei” venía seduciendo con sus medidas a un importante sector de la sociedad que se mostraba hastiada por gestiones anteriores, especialmente las que llevaban el sello K, y con imágenes de enriquecimientos ilícitos. Con este proyecto reapareció un Jaldo inesperado para algunos empresarios que venían aplaudiendo algunas sorpresas del gobernador peronista.
“Jaldei”, como lo subtituló una empresaria tomando un café en el último encuentro de Federalismo y Libertad, se desvela por llevar más votos tucumanos en favor de la Ley Bases. Sabe que Juan Manzur ya es una causa perdida para él. La senadora Beatriz Avila, del partido de su neoamigo Germán Alfaro, es un aval seguro. Faltaría convencerla a la senadora Sandra Mendoza. Hasta ahora no lo consiguió. Más preocupado parecen los mellizos Orellana que saben que del otro lado del espejo no está “Jaldei” sino Jaldo, un político de los viejos que puede no declarar nada pero actuar severamente. Así, en silencio, le cortó las alas al avión en el que le gustaba viajar a Manzur y hasta le sacó la silla a muchos jugadores que el propio senador tenía en la Casa de Gobierno. Los Orellana saben que Mendoza, esposa de José, le debe la banca al ex gobernador Manzur, que la puso en la lista, pero temen que los tres años venideros se vivan como atravesar el desierto del Sahara en pleno verano y sin camellos. Difícil encrucijada es la que le toca enfrentar a Mendoza.