Malena Guinzburg ha decidido venir a contar algunas de sus intimidades hoy, a las 20, en el teatro Alberdi (Jujuy y Crisóstomo Álvarez) en su unipersonal “Querido diario”.
Como la chispa y el talento de su padre, Jorge Guinzburg (1949-2008), son parte de su ADN, no podemos evitar preguntarle al comienzo del diálogo, cómo lo recuerda hoy.
“A mi viejo lo recuerdo todos los días, y recuerdo a mi papá más que a la figura pública, obviamente. Lo extraño y lo recuerdo siempre con mucho amor. Y si hay momentos en que yo no lo recuerdo, me lo recuerda la gente”, confiesa.
- Sos actriz, comediante, productora, guionista, panelista y conductora. ¿Cuál de tus facetas te dio o te da más satisfacciones?
- Todas las facetas mías me gustan; me parece que todas hacen lo que soy. Haber sido productora también me hace quien soy hoy. Creo que eso es lo lindo, poder ir acumulando experiencias y trabajos; y todo sirve para hacer stand up.
- ¿Cuándo empezaste a escribir tu diario?
- El primer diario que encontré es más o menos de los 12 años, pero creo que debe haber anteriores que no guardé. Me parece que siempre escribía cositas, lo que sentía, aunque no fuera el diario.
- ¿Seguís escribiéndolo, o te gustaría seguir haciéndolo?
- Cada tanto me pongo a escribir un poco, sobre todo cuando ando medio rayada, entonces escribo, pero no tengo la constancia de escribir en un diario. Están las redes también, que a veces que uno las utiliza casi como un diario íntimo.
- ¿Cuándo y por qué decidiste revelarlo desde el escenario?
- En un momento encontré mis diarios de la adolescencia, estos que leo en el show, en mi casa. Sabía que los tenía; me puse a releerlos y me parecieron muy muy graciosos. Empecé a contarlos en Instagram y lo que generó en el público fue muy zarpado, hubo mucha identificación, mucha risa, mucho, “ay sí, tal cual, yo era igual” o no, y sentí que ahí había algo que en algún momento iba a ser un show. Lo presentí y no me equivoqué, por suerte.
- ¿Cuáles son los temas que exponés?
- Expongo un poco todo lo que nos pasa. A partir del diario, hablo mucho del desamor, de los complejos, del melodramatismo, de esa depresión adolescente, por lo menos mía, ¿no? Y después hoy hablo también de sexo, de amor, de las redes sociales, qué sé yo, de la vida.
- En tu unipersonal prevalece el humor, pero ¿cuánto espacio tienen la tristeza o la nostalgia en el escenario?
- No, no, a la tristeza no le doy lugar. Sí hay un dejo nostálgico en esto de rememorar un poco. Pero es nostalgia divertida acerca de cómo éramos, quiénes eran nuestros ídolos en la adolescencia, qué mirábamos, quiénes nos gustaban... Esa parte sí tiene algo nostálgico. Me divierte ese mundo, pero me divierte cuando es traído a la actualidad, para ver cómo nos pegó en la actualidad haber pertenecido a esa generación.
- ¿Qué ha pasado en vos desde que tus relatos se volvieron dramaturgia, como persona y como actriz?
- Siempre me gustó pensar que uno puede hacer de lo que le pasa algo, humor sobre todo; hay algo de que la experiencia te sirva para contarlo. En el stand up también siempre fui muy autorreferencial y me parece que muchas veces cuando a mí me pasa algo, saber que eso lo puedo usar después en un show, en un relato, en una historia de Instagram o lo que sea, hay algo que me alivia, que le quita peso, le quita dramatismo.
- ¿Qué te devuelve el público en cada presentación?
- Me está tocando viajar por la Argentina, España, Uruguay y Chile, y lo que pasa en cada lugar es hermoso. Lo primero es escuchar la risa durante el show porque con el humor no se puede caretear -se ríen o no se ríen-, y acá hay mucha risa. Después, al terminar cada show hay saludos, abrazos y fotos. Hay momentos de la vida en que el agradecimiento por la risa se nota más, y este es uno de ellos, muy notorio pospandemia.
- ¿Por qué los tucumanos tienen que ver tu show?
- Invito a todos, todos, todos los tucumanos a que vengan a pasarla bien en “Querido diario”. Se van a reír mucho durante una hora y media; vamos a ser muy felices durante un rato. Y después van a querer ir a buscar sus diarios íntimos de la adolescencia para releerlos, seguro.