Se trata de un fenómeno muy poco común en estas latitudes, que también pudo observarse en la Base Marambio en la Antártida argentina.
Ya lo había anticipado días atrás la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA), dependiente del Departamento de Comercio de los Estados Unidos, al anunciar el arribo a la Tierra de una enorme tormenta solar.
La advertencia indicaba que las grandes emisiones de plasma y campos magnéticos desde el Sol podrían causar a partir de este viernes disrupciones en la red de energía, las comunicaciones por satélite, y provocar inusuales auroras polares.
La nueva tormenta, que se estima que dure todo el fin de semana, ocurre en un momento en que el Sol está acercándose al pico de un ciclo de 11 años de actividad intensificada.
Los campos magnéticos asociados con las tormentas geomagnéticas inducen corrientes en los conductores largos, incluidos los cables de energía, lo que puede provocar apagones.
En octubre de 2003, tormentas geomagnéticas "extremas" provocaron apagones en Suecia y dañaron transformadores de energía en Sudáfrica.
La mayor tormenta solar de la que se tenga registro es el "evento de Carrington", de 1859: destruyó la red de telégrafos en Estados Unidos, propinó descargas eléctricas y la aurora boreal fue visible en latitudes inéditas, hasta América Central.