Una investigación iniciada hace 14 años por científicos de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT) sigue avanzando hacia la creación de un medicamento que ayudaría al tratamiento del Parkinson. Ayer en el salón de actos del rectorado, la doctora Rosana Chehín presentó los avances del proyecto Pegasus, que con el apoyo de una inversión pública y privada se acerca cada vez más a su objetivo. Pegasus (o DAD 9) es el nombre con el que se patentó a la molécula creada en un laboratorio que serviría para combatir la enfermedad neuronal que afecta al sistema nervioso.
En noviembre de 2022, una nota de LA GACETA con Chehín, que además es directora del Instituto de Medicina Molecular y Celular Aplicada (Immca), informaba que: “un grupo de investigadores del Conicet de Tucumán demostró en estudios in vitro que un derivado de un conocido antibiótico, la tetraciclina demeclociclina (DMC), tiene efectos protectores sobre las neuronas que se ven afectadas en la enfermedad de Parkinson (EP), lo que sienta las bases para avanzar a estudios preclínicos para comprobar si puede evitar la muerte de estas células y, de ese modo, detener la progresión de la patología que afecta al 1% de la población mayor a 65 años”.
El proyecto continuó desarrollándose en conjunto con investigadores del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) y de la universidad de Buenos Aires (UBA) donde se realizaron las primeras pruebas que convencieron al ingeniero Claude Burgio, fundador de la empresa Sky Bio de invertir en el proyecto. El presidente del Conicet, Daniel Salamone, que participó ayer de la reunión a través de Zoom, destacó a todos los científicos que participaron del proyecto y agrego: “este es el camino que queremos seguir, el de ayudar a la gente. Este es un trabajo de muchísimos años y que tomará aún más concluirlo, pero este avance da esperanza de que este es el camino”. A su vez que valoró la inversión realizada por Sky Bio: “es sumamente difícil ligar el financiamiento de una investigación pública y privada, sin embargo aquí eso ocurrió”.
En la reunión también participó el profesor de la UBA, Oscar Varela, de la facultad de Ciencias Exactas y Naturales, cuyo equipo trabajó en conjunto con el de Chehín.
Proyecto en fase tres
Desde Washington DC, Charbel Moussa, profesor de Universidad de Medicina de Georgetown, explicó que con la inversión realizada por Sky Bio pudieron continuar y profundizar los trabajos iniciados por el Immca y la UBA. Su traductor señaló que en Estados Unidos diagramaron cinco pasos a seguir y que el proyecto ya se ubica en la fase 3.
En primera instancia los científicos de Georgetown produjeron la molécula Pegasus a mayor escala. El segundo paso fue expandir el tipo de células en modelos animales pequeños. “Esos resultados fueron validados tanto por Georgetown como por la empresa Pronexus. Luego se expandieron los estudios con la colaboración de empresa Eurofins”, detalló.
“Ahora estamos terminando la fase tres y estamos planeando como encarar la fase cuatro, la cual se probará en animales más grande, como perros”, explicó Moussa. Finalmente, si los resultados son positivos, el proyecto abordará la fase 5, que consistirá en encapsular la droga y probarla clínicamente en personas.
Una de las palabras más esperadas fueron la del ingeniero Burgio, quien proporcionó el capital económico para que la investigación nacida en nuestra provincia pudiera despegar. “Trabajamos siete años juntos de palabra, sin nada firmado, simplemente buscando algo que nos ayudara a luchar contra el Parkinson. Creo que un desarrollo abre camino a otro y ese es el camino”, sintetizó el empresario francés que se desenvolvió bien hablando español.
Repercusiones
“No existe en el mundo que, en conjunto, la academia e investigadores de Tucumán y Buenos Aires, con el aporte de un ingeniero francés hallan llegado a esto, por eso nos llena de orgullo: es la conjunción de grandes equipos que están buscando una molécula que sirva para salvar vidas y ayudar a quienes padecen esta enfermedad”, subrayó Luis Medina Ruiz, ministro de Salud.
“Tanto la UNT, como Salud y el Conicet participaron en la investigación básica que luego llegó a la posibilidad de la aplicación por el aporte dinerario de una empresa francesa que confió en nuestros investigadores y que detectó la potencialidad de este proyecto. A la investigación se sumó la UBA e investigadores de EE.UU que seguirán con la fase clínica en animales y luego en humanos para que finalmente tengamos un medicamento que nos ayude a abordar esta enfermedad”, señaló Sergio Pagani, rector de la UNT. “Aliento a nuestros científicos a seguir trabajando en la investigación básica, porque es dura y sacrificada, muchas veces no tiene el resultado que se espera e incluso puede demorar decenas de años en llegar a ser aplicada; pero si no hay investigación básica nunca habrá aplicada, por eso hay que sostener la investigación en el país, porque a lo más costoso, que es el capital humano lo tenemos. Tenemos que seguir apostado en nuestros investigadores”, concluyó Pagani.