Salta se prepara para recibir a los viajeros con una oferta turística irresistible. Más allá de su capital cautivadora, que conserva con orgullo su estilo colonial, Salta ofrece una miríada de pequeños pueblos pintorescos, cada uno con su propia historia y belleza natural.
La ciudad capital, fundada en 1582 y ubicada a 1.100 metros sobre el nivel del mar, es un tesoro colonial argentino. Sus calles empedradas y sus edificios históricos, como la Catedral Basílica y el Convento de San Bernardo, invitan a sumergirse en el pasado mientras se disfruta del presente.
Pero la verdadera magia de Salta se encuentra en sus alrededores. Aquí te presentamos tres destinos que no puedes dejar de visitar en tu próximo viaje a esta región.
Cachi: un viaje escénico
Llegar a Cachi es más que llegar a un destino; es embarcarse en una travesía a través de la diversidad geográfica de Salta.
La ruta hacia este pueblo bucólico de los Valles Calchaquíes es un espectáculo en sí misma. A través de montañas, valles y bosques, el camino revela la riqueza natural de la región.
Durante el camino se encuentra el Parque Nacional Los Cardones, un paraíso para los amantes de la naturaleza. Sus 64 mil hectáreas albergan una variedad única de flora y fauna, con los imponentes cardones como protagonistas. Senderos como el Valle Encantado y el Ojo de Cóndor ofrecen oportunidades para explorar este paisaje surrealista.
Cafayate: tierra del vino y la cultura
Enmarcada por los impresionantes Valles Calchaquíes, Cafayate es conocida por ser el principal productor de vino de Salta.
Sus bodegas y viñedos ofrecen una experiencia sensorial única, donde se puede degustar el famoso Torrontés mientras se admira el paisaje circundante.
Además, el pueblo cuenta con atracciones culturales como la Catedral Nuestra Señora del Rosario y el Mercado Artesanal.
Iruya: un rincón escondido en las montañas
Ubicada a 320 kilómetros de la capital, Iruya sorprende con su paisaje montañoso y su arquitectura única.
Sus angostas calles empedradas y sus casitas de adobe se funden con el entorno natural, creando una estampa pintoresca que cautiva a los visitantes.
Además, el pueblo forma parte de la reserva de biosfera de las Yungas, lo que lo convierte en un destino ideal para los amantes de la naturaleza.