Los deportistas que forman parte de esta sección tienen coordenadas precisas de ubicación en el globo terráqueo. Se quedan en un lugar por mucho tiempo. Pero con Santiago Cisneros, un tucumano que anda por el mundo practicando kitesurf, eso es difícil.
A lo sumo, el campeón argentino del deporte pasa unos tres meses en un país. Inclusive, en esa geografía, también está moviéndose de un lado para otro. “Es un deporte muy único y el estilo de vida es muy nómada”, cuenta. La ubicación en estas semanas del rider es Tarifa, España, por la razón central que implica practicar el deporte. “En ningún lugar del mundo tenemos las condiciones perfectas todo el año”.
La temporada de “Santi” casi siempre empieza en la Patagonia argentina, sigue con unos tres meses alrededor de Europa y de ahí busca el norte de Brasil que, según su apreciación, tiene condiciones únicas. “Ahora estoy hace un mes afuera de Tucumán en uno de los spots más importantes del kitesurf mundial”, asegura sobre otra palabra específica del deporte. A “rider”, que se traduce como jinete o conductor, hay que agregarle al diccionario “spots”, los lugares donde se puede navegar.
El de Tarifa tiene una reputación mundial de top-ten. Allí se dan esas condiciones perfectas que Cisneros y todos los que gustan del kitesurf persiguen por el mundo. Según la escuela Lazykite de esa ciudad de Cádiz, España, la velocidad ideal para practicar kitesurf es de 14 a 21 nudos, algo así como de 25 a 38 kilómetros por hora.
Además del equipamiento que requiere el deporte, están también los viajes; un combo que económicamente puede ser un condicionante. Más que un sueño, la situación puede quitar el sueño. “Siempre estuvo el deseo de vivir de esto. Lo perseguí desde abajo buscando todas las alternativas para costear lo que tanto me gusta. Hoy en día puedo decir que lo estoy logrando poco a poco”, celebra el deportista de 20 años.
El nivel conseguido por Cisneros trascendió las fronteras argentinas. Las redes sociales ponen al alcance de un click ver cómo “Santi” pudo haber navegado varios fines de semana en Ticucho, por ejemplo, o El Cadillal. Su rendimiento captó la atención de la marca Ozone, uno de los principales fabricantes de cometas y parapentes. Vale otra aclaración del vocabulario técnico: cometa, es el kite, la vela como también se la conoce. Nada tiene que ver con la astrología y un poco sí, con los volantines que también reciben el nombre de cometas.
“Santi”, además de competir con el equipamiento del patrocinador, funciona también como un tester del rendimiento de los elementos. “Con su apoyo busco la manera de trabajar, navegar y ser mejor persona”, explica. El joven siempre tuvo el apoyo incondicional de su familia, pero lo que viene logrando desde los 15 años cuando empezó a viajar por el mundo, lo hizo casi por su cuenta.
Por eso se anima a pedir un asterisco, una nota al margen que por la potencia de su mensaje se vuelve un párrafo especial. “Todos aquellos que quizás están en un momento de su vida en el que no saben si apostar a lo suyo, a su deporte o simplemente a lo que les guste tienen que saber que el camino no será fácil; eso es seguro. Pero siempre que empujemos por lo nuestro y por lo que de verdad queremos, la vida lo va a devolver en formas más lindas. Anímense y vayan porque es suyo”, alienta el rider que no descarta empezar a capacitarse en el área de marketing y diseño.
“En mi caso es difícil tener proyecciones a largo plazo o tener algo fijo en un lugar. Siempre hay que moverse y eso genera estar lejos para todas aquellas personas a las que les tenés cariño. Pero es la vida que elegimos y nos hace feliz”, comenta. Esa vida elegida vino después de varias opciones que tuvo presentadas por su papá. “Mi locura por este deporte viene por él. Siempre se me fueron pegando los hobbies de él. El aeromodelismo, más que nada, siempre fue lo que hicimos. Personalmente no me gustaría formar parte de la vida política, pero respeto totalmente que busquen involucrarse buscando un bien para todos”, reflexiona sobre el rol de funcionario público que ejerció su padre Gonzalo como Concejal de Yerba Buena.
Concentrado entonces en la herencia kitesurfística, Cisneros sigue perfilando su carrera en un deporte considerado moderno, pero del que hay registros de prácticas similares desde el siglo XII en China e Indonesia. Actualmente el kitesurf tiene varias modalidades. “Yo practico un poco más el big air que es para donde está empujando la industria. Es un poco más vistoso; consiste en saltos a gran altura con trucos en potencia con la cometa. El freestyle es más técnico; a baja altura pero con muchos giros y torsiones. También están las rampas. En la kite park league son los obstáculos que se ponen en el agua”, instruye el rider.
El kitesurf estará presente en los Juegos Olímpicos de París 2024
En junio, el deporte dará un paso clave para expandirse más en el planeta: formará parte del programa olímpico en París. “La modalidad será race foil. Son tablas que se elevan a un metro del agua. Consiste en una carrera a través de un circuito previamente marcado”, detalla sobre lo que hará Catalina Turienzo, la bahiense que tendrá apenas 18 años cuando se convierta en olímpica representando al país.
“Santi”, en la modalidad que más le gusta se tiene que ocupar, a diferencia de su colega que tiene que ir lo más rápido posible, en deslumbrar a los jueces. “Los criterios que se evalúan son la altura total en la que se ejecutó el truco, la maniobra en sí y también contamos con un score adicional que tiene que ver con que tan extremo se vio el truco y por supuesto el aterrizaje”, relata.
Con pasos por Italia, España, Grecia, Portugal y Brasil, el tucumano tiene fundamentos para postular lo que dice. “Los argentinos estamos por todos lados. A cada lugar al que voy me encuentro a alguien que, por lo menos, vivió parte de su vida en Argentina. Nos ven como lo que somos, personas con buena onda y con ganas de empujar hacia adelante siempre”, sentencia Cisneros, el rider que persigue la perfección arriba de la tabla y bien ajustado al kite.