El plan de gestión de riesgos es clave para cuidar el patrimonio
Las amenazas al patrimonio son de la más diversa índole, por eso en el afán de protegerlo las alianzas y sinergias resultan fundamentales. Es el caso del acuerdo al que llegaron el Ente Cultural de Tucumán -en cuyo seno funciona la Dirección de Patrimonio de la Provincia- y la ONG Icomos, una asociación civil con medio siglo de vida dedicada a la conservación de monumentos y sitios patrimoniales. Fue así que especialistas tucumanos debatieron con colegas de otras provincias, en el marco de una actividad organizada en forma conjunta por el Ente e Icomos Argentina.
El lema con el que trabaja Icomos este año es “Patrimonio resiliente ante desastres y conflictos: preparación, respuesta y recuperación”. Ese fue el eje de las ponencias que se escucharon en la sala Hynes O’Connor del Ente, inauguradas por una presentación sobre el tema a cargo de los arquitectos María Gabriela Santibáñez y Juan Logusso, presidenta y tesorero, respectivamente, de Icomos Argentina. Ellos explicaron, con ejemplos, qué clase de amenazas y de vulnerabilidades padece el patrimonio en distintas regiones del país y cómo se puede hacer prevención en ese sentido.
No todo desastre o conflicto tiene una razón bélica. Los hay de distinto origen y las consecuencias varían. La gentrificación que avanza en Purmamarca tiene un efecto sociocultural notable; distinto al daño a los ecosistemas que pueden producir incendios como los que afectaron a Córdoba (donde la estancia jesuítica de La Candelaria se salvó de milagro), las crecidas de los ríos en las Cataratas del Iguazú o el cambio climático en el Parque Nacional Los Glaciares, en la Patagonia.
Ante todo esto, la mendocina Santibáñez subrayó la importancia de contar con planes de gestión de riesgos. Para eso hace falta contar con un mapeo de las zonas de potenciales conflictos o desastres, y a partir de ese registro elaborar las estrategias necesarias.
Protagonistas
Oficiaron de anfitriones del encuentro Humberto Salazar (presidente del Ente Cultural), Osvaldo Díaz (director de Patrimonio), María Soledad Gómez (delegada de la región NOA de Icomos) y Lucas Guzmán Coraita (subdelegado). La jornada se desarrolló en el marco del Día Internacional de Monumentos y Sitios, con el auspicio del Instituto de Historia y Patrimonio de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UNT (FAU) y la Cátedra Unesco de Turismo Cultural.
Las exposiciones alternaron la presencialidad con la conexión vía Zoom, y la lista de invitados incluyó, entre profesionales de la arquitectura, la arqueología y el arte, a Valentina Millon, Inés Pemberton (ambas de Jujuy), Diego Sberna, Belén Goytia, Pilar Cullen, Daniela Domínguez (Salta), Bárbara Manasse, Sebastián Fernández, Susana Villavicencio, Silvia Rossi y Olga Paterlini de Koch (Tucumán).
Una mirada tucumana
“Icomos es un organismo consultor de la Unesco y nuclea a expertos de todo el mundo -explica Logusso-. La nuestra es una organización de la sociedad civil, formada por personas que aman el patrimonio y buscan custodiarlo. No es un organismo académico ni estatal, aunque estamos entrelazados con los centros académicos y con sus voces autorizadas”.
Logusso es docente de la FAU e integra el Instituto de Historia y Patrimonio de la Facultad, pionero en estudios urbanísticos, De hecho, una de las primeras investigaciones que se realizaron allí estuvo vinculada al centro histórico de San Miguel de Tucumán y sentó las bases de lo que sería el Código de Planeamiento Urbano. Justamente, hablando de sinergias con el mundo académico, en la página web de Icomos se puede consultar el libro “La arquitectura de la primera modernidad en Tucumán”.
Hay varios proyectos que permitirían explorar a fondo este acuerdo entre el Ente e Icomos. Logusso se refiere, por caso, a la articulación de mesas de debate con expertos de todo el país; en la disposición de la ONG a funcionar como un organismo consultivo, y a la organización de cursos y de capacitaciones.
Casos concretos
¿Cuál es su apreciación sobre el manejo de los bienes patrimoniales en Tucumán? “Creemos que el patrimonio puede ser un recurso para el desarrollo -advierte-. Una de las vías puede ser el turismo; otra, alguna cuestión vinculada a la rehabilitación de viviendas, a generar nuevos polos educativos. Todo forma parte de una mirada integral que tiene que ver con la planificación, sobre todo cuando involucra al Estado”.
“Ahora bien, ¿cómo se hacen los convenios cuando el privado tiene restricciones y qué da el Estado a cambio? -se pregunta Logusso-. Eso también es un desafío. Hasta ahora, la mayoría de los bienes culturales que forman parte de nuestro patrimonio son estatales. Para salvar patrimonio privado generalmente se ha tenido que recurrir a expropiaciones, como el caso de la Casa Sucar. Es que no todo nuestro patrimonio superior ha sido formalmente patrimonializado”.
Logusso destaca las iniciativas surgidas del ámbito privado. “Es el caso del ingenio San Pablo, ya que se valorizaron sus componentes, independientemente del cambio de la función original, transformándolo en un campus universitario -apunta-. Me parece que es un buen ejemplo, sin haber intervenido tanto el Estado. Hubo una iniciativa que debería contagiarse, porque se habla mucho de la ruta del azúcar y de generar todo un itinerario vinculado a esto”.
“Justo ahora está en boga el tema de Villa Nougués -añade Logusso-, porque algunas casas de los fundadores están con cierto nivel de deterioro. ¿Cómo se trabaja con eso? De nada sirve declararlas patrimonio si no hay un plan de manejo que se pueda sostener en el tiempo”.
Propuestas
“Para que la sociedad de una vez por todas empiece a mirar de otra forma el patrimonio es clave empezar desde la escuela. Creo que en cuarto grado se trabaja mucho con la cuestión de Tucumán, de visitar museos, conocer la historia de nuestra provincia. Esa línea tiene que ser profundizada. Por eso hay que trabajar con los docentes a nivel primario y habría que fomentarlo también en el secundario, para que después se lleve a nivel de conciencia desde la casa. Así como se inculcan otros valores vinculados a la vida democrática, también esto puede ser una herramienta. Para mí ahí está la base”, remarca Logusso.
¿Y qué sucede en la Facultad de Aquitectura? “Es cuestión de generar la demanda -destaca-. En la FAU tenemos una generación de prácticas profesionales y no son sólo las tradicionales, vinculadas con ir a un estudio a hacer una pasantía. Los estudios patrimoniales que se hicieron en determinados monumentos han servido para que los estudiantes se involucren en prácticas de relevamiento, que son uno de los perfiles de la arquitectura. También hay cursos en los que sumamos a los estudiantes y hacen como de promotores culturales, junto con las comunidades donde se está trabajando con el patrimonio”.