La Nación y las provincias productoras de maíz avanzan en la toma de medidas con el fin de combatir el “achaparramiento” en los cultivos del grano. En ese sentido, la Comisión Federal Fitosanitaria ha definido que el monitoreo de las zonas afectadas por la “chicharrita” sea más localizado, con el fin de hacer un seguimiento más cercano de la plaga. Por otra parte, el Comité “Salvemos al Maíz” -conformado por la Asociación de Productores Agrícolas y Ganaderos del Norte (Apronor), por el Colegio de Ingenieros Agrónomos y Zootecnistas de Tucumán, por los Consorcios Regionales de Experimentación Agropecuaria (CREA) Región NOA y por la Sociedad Rural de Tucumán (SRT)- elaboró un documento para que el sector productivo se encuentre informado.
Se trata de una emergencia que sacude las áreas productivas del país. “Las pérdidas en el NOA para la campaña 2023/24 son significativas: en algunos casos llegan al 100%, y en general la perspectiva de daño se estima en más de un 50%”, dice del Comité. La Bolsa de Cereales de Buenos Aires informó que “con el 22,1% del total cosechado, se estima que el área no cosechable en las zonas afectadas por chicharrita y estrés termo-hídrico, en promedio ascendería a un 17%”. Ahora, la producción proyectada es de 46,5 millones de toneladas, que implica 3 millones de toneladas por debajo de la anterior estimación.
La enfermedad es transmitida por el insecto vector Dalbulus maidis, conocido como la “chicharrita del maíz”. Este se alimenta y se multiplica únicamente sobre plantas de esta especie. Se trata de un insecto difícil de controlar, que cuenta con ciertas particularidades. “Su longevidad va de 45 a 70 días; y en invierno puede refugiarse en cualquier otro cultivo e incluso permanecer varias semanas sin alimentarse. Los adultos se protegen en el cogollo de la planta de maíz y tienen la capacidad de volar hasta 500 kilómetros ayudados por corrientes de aire. Por lo tanto, el insecto y las enfermedades que transmite requieren estrategias integradas de manejo a nivel regional, considerando que las prácticas habituales no están siendo hoy una solución efectiva para el control de la plaga”, dice el Comité.
El Senasa ha informado que se usarán tres insecticidas para el control de la chicharrita y que se fortalecerán los trabajos regionales tanto en materia de control de plagas como de información acerca de las variedades resistentes o tolerantes a la “chicharrita”. Según Maizar, la Asociación de Maíz y Sorgo Argentino, las cinco claves del manejo integrado para prevenir son: monitoreo de las temperaturas invernales para predecir el nivel poblacional al momento de inicio de la campaña (mayores a 10°C favorecen la supervivencia); control de maíces guachos a fines de invierno-principio de primavera para cortar el ciclo reproductivo; evitar las siembras escalonadas para cortar el ciclo reproductivo y disminuir la población; tratamiento de semillas y agroquímicos y elección de germoplasma tolerante dentro de la paleta de híbridos recomendados para cada zona. El Comité #SalvemosAlMaíz añade hacer vacío sanitario, 90 días previos a la fecha regional de siembra, diciembre/enero y elegir los híbridos menos susceptibles.
Se aconseja no especular respecto de qué pasará durante el invierno, se sabe que cuando no está el maíz, el insecto se refugiará en malezas, en cultivos invernales y podrá sobrevivir en ausencia del maíz al menos 90 días. Por ello, se deben tener datos con los monitoreos para saber qué hacer al llegar la primavera. “O nos salvamos todos o no se salva nadie. Debemos considerar que ninguna medida aislada es eficaz. Tenemos que aprender a convivir con la plaga, pero la clave es aprender a gestionarla para mantener un nivel de población bajo que sea controlable. Lograr reducir la población será el reflejo no sólo de un mejor manejo a nivel integral sino también y fundamentalmente del esfuerzo generalizado en la región”, concluye el Comité.