No les prestamos atención hasta que nos duelen o se lastiman, pero la realidad es que los pies son la base del cuerpo. Nos proporcionan equilibrio y debemos estar atentos a ellos porque los dedos, las uñas y la piel pueden indicar alteraciones y patologías diferentes. Nunca está de más estar atentos a los cambios que se produzcan en estas extremidades del cuerpo.
Más allá de las alteraciones o enfermedades propias de los pies como durezas, callos, uñas encarnadas, entre otras, la primera señal de alerta son los cambios en las uñas. “La normalidad en una uña es verla de un color rosado, porque está pegada al lecho ungueal que deja atravesar la luz y por eso vemos ese color rosado”, explicó Juan Carlos Montero, podólogo y vocal del Ilustre Colegio de Podología de Madrid.
Cuando cambia de color, ya sea la uña o la piel, o aparece lesiones cutáneas, puede estar indicando algún problema de salud general.
Cambios de coloración en uñas (cromoniquia)
Lo más habitual es que se produzcan por una infección fúngica y dependiendo del tipo de hongo pues se verá de un color distinto. Por ejemplo, si es blanco se trata de Candida albicans, si es amarillento a dermatofitos y si es verde a Pseudomonas.
Cuando las uñas adquieren un color marrón oscuro, negro o morado, esto es muchas veces provocado por un traumatismo por hacer deporte.
Negruzco o marrón oscuro o una línea negra (melanoma)
Este color marrón en zonas muy localizadas también puede deberse a una alteración a nivel de la piel, una lesión beningna, como un nevus o lunarcito. Sin embargo, ese color negruzco o marrón oscuro, también puede tratarse de un melanoma.
Además, esta lesión maligna también puede reconocerse porque aparece una línea muy bien definida en toda la longitud de la uña de color negro. “Es una línea vertical que recorre toda la uña, con un grosor de 1 o 2 mm. Llama la atención porque es una línea muy perfecta”, especifica Montero.
Blanquecina amarillenta (psoriasis)
Cuando la uña, sobre todo la del dedo gordo, se vuelve frágil y quebradiza, un poco descamada y con una coloración blanquecina amarillenta, puede ser síntoma de psoriasis.
A veces se puede confundir con hongos. Son uñas en las que se forma mucha piel muerta por debajo, que se ve como estropeada.
Uña quebradiza y débil (avitaminosis o malnutrición)
Es un tipo de uña con un exceso de debilidad, muy frágil, que está despegada, que se puede arrancar incluso con los dedos. A veces, incluso, la uña también presenta lo que se llama líneas de Beau (líneas transparentes que recorren en vertical la uña).
“Cuando vemos este tipo de uñas se debe hacer una analítica porque muchas veces se asocia a procesos de avitaminosis y con el estudio analítico descartamos un proceso vírico, infeccioso o incluso canceroso”, destaca Montero.
Lesiones eccematosas (alergia, intoxicaciones, infecciones víricas)
Roncha roja o rosada en el empeine o zonas de pliegue: puede indicar una psoriasis. Las ronchas también pueden aparecer por dermatitis: por ejemplo, provocada por una intoxicación o una alergia.
Pústulas o erupciones: aparecen lesiones por infecciones víricas relacionadas con la piel, por ejemplo, por varicela. En este caso, “lo normal es que aparezcan ronchas en todo el cuerpo pero, a veces, la erupción puede empezar en la zona del pie. Es raro, pero puede pasar”, advierte Montero.
Cambios de color en la piel (alteración vascular, daño hepático)
Tono amarillento: lo normal es tener la piel de un color homogéneo, pero a veces, según la enfermedad, por ejemplo, una hepática o pancreática, la piel adquiere un tono amarillento.
Tono azulado o violáceo: se asocia con enfermedad pulmonar o cardíaca. “Cuando vemos la piel azul solo en el pie es que no está llegando riego suficiente, seguramente porque haya una alteración a nivel vascular, seguramente una obstrucción en alguna arteria del pie”. Montero añade que esto es muy típico de personas con diabetes de larga evolución.
Tono blanco: cuando la piel se pone blanca —“el pie parece albino”, comenta Montero— se trata de un problema vascular conocido como enfermedad de Raynaud. Aparece por los cambios de temperatura que producen una constricción del vaso sanguíneo y la sangre no llega a la piel.
Hormigueo, quemazón, entumecimiento (falta de riego, diabetes)
Pueden indicar alternaciones a nivel de riego sanguíneo. Y cuando hay una disminución de la sensibilidad del pie, como de quemazón o de hormigueo, puede ser una neuropatía (por ejemplo, síndromes compresivos en los que se pinza un nervio, como el neuroma de Morton que padece la reina Letizia).
Dedos deformados (artrosis)
Cuando los dedos de los pies se tuercen y se deforman en garra. Se trata de artrosis, es decir, una degeneración de la articulación por el paso del tiempo, y generalmente se produce a edades avanzadas.
Dedo gordo con dolor e inflamado (gota)
No es lo más habitual, pero podría pasar que el primer síntoma de gota se localice en el dedo gordo del pie, que se pone rojo y muy hinchado y duele mucho porque se forma ahí un depósito de ácido úrico.