Cada 2 de mayo se conmemora el Día Internacional de lucha contra el Bullying. En ese marco, el psicólogo Lucas Juárez habló de las señales de alerta para reconocer esta problemática y realizar una intervención eficaz.
El profesional, especialista en la Clínica de Niños y Adolescentes y Adicciones y jefe del Departamento de Salud Mental, del primer y segundo nivel de atención, que depende de la Dirección General de Salud Mental y Adicciones, explicó que el bullying es el acoso que se da en la escuela y entre pares que es sostenido en el tiempo y que se caracteriza por conductas repetitivas.
"Tiene muchas formas de manifestarse. No es solamente el maltrato físico verbal, sino que también tiene otras maneras que generan consecuencias negativas para la calidad de vida de la persona que lo padece. Y hablando de esto, algunas de las consecuencias más graves, que tiene que ver con la salud física, es que hay una disminución en la calidad de sueño, insomnio, entre otras", afirmó.
De acuerdo al Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) cuando se habla de bullying o acoso escolar se hace referencia a una persecución física y/o psicológica que realiza un estudiante contra otro de forma negativa, continua e intencionada. Esta misma acción también puede tener lugar en internet, y en ese caso es denominado como ciberacoso o ciberbullying. Es por este motivo que es de suma importancia advertir los signos de alarma para poder establecer una intervención efectiva.
¿Cómo detectar si un niño es víctima de bullying?
El jefe del Departamento de Salud Mental manifestó que algunos de los síntomas que pueden presentar las personas que lo padecen son: cambios en los hábitos alimentarios, cansancio, dolores musculares o estomacales, que tienen que ver con la ansiedad que les produce el ir a la escuela. A nivel emocional también manifestó que se nota la desmotivación y un empobrecimiento en la autoestima de la persona y falta de implicación en las cuestiones escolares.
“La escuela les empieza a parecer algo negativo, no como un lugar de alojamiento, sino como un lugar que los expulsa”, explicó el profesional, a la vez que remarcó que el agresor también tiene consecuencias, ya que aprende que una forma de ganar notoriedad, muchas veces, es a través de la violencia o del hostigamiento hacia el otro.
Señaló que los testigos de estos hostigamientos también sufren consecuencias, porque aprenden a no comprometerse con lo que le pasa al otro, a generar conductas individualistas, lo cual atenta contra el bienestar de ellos mismos y de los otros.
De esta manera, manifestó que una forma de poder detectar si una persona está sufriendo bullying es generando espacios de empatía, de escucha, donde el niño se pueda sentir contenido, alojado, y también estar atentos a si hay cambios entorno a la motivación con la que el niño ve la escuela.
“Hay que hacer sentir a la persona que puede confiar en uno y así pueda contar o informar si algo malo le está sucediendo. En ese punto es importante el rol del adulto. Y no solamente me refiero a los padres, sino también de la escuela, porque cuando la escuela interviene en estos casos de acoso entre pares genera como consecuencia que en el 90 por ciento de los casos el acoso disminuya notablemente”, destacó.
Por último, Juárez indicó que es importante saber que el bullying genera consecuencias psicológicas que muchas veces no se resuelven por sí mismas, la mayoría de las veces sí, pero en otras ocasiones requieren algún abordaje de tipo terapéutico. Y cuando se trata de eso, es necesario saber que el Sistema Provincial de Salud cuenta con una red de efectores en el primer, segundo y tercer nivel de atención que pueden abordar las consecuencias del bullying o del acoso entre pares.