En los últimos años, hubo un incremento significativo en la incidencia de casos de cáncer, una enfermedad que continúa siendo una de las principales causas de muerte en todo el mundo. Entre los tipos de cáncer que despertaron mayor preocupación se encuentra el cáncer de estómago, cuya agresividad y pronóstico dependen de una serie de factores que van desde el órgano afectado hasta cuestiones genéticas e inmunológicas del paciente.
Según datos proporcionados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), el cáncer gástrico se ubica como el sexto tipo de cáncer más frecuente a nivel global, con alarmantes 1,09 millones de casos reportados en todo el mundo. Esta cifra revela la magnitud del problema de salud que representa esta enfermedad, que en el solo año 2020 ocasionó alrededor de 769.000 defunciones, según información recabada por el sitio especializado esdeciencia.com.
¿Qué es el cáncer gástrico y cuáles son sus factores de riesgo?
El cáncer gástrico, también conocido como cáncer de estómago, es cualquier tumor maligno que se origina en las células que componen alguna capa del estómago.
El tipo más común, el adenocarcinoma gástrico, representa el 90% de los casos y se desarrolla en la capa mucosa del estómago.
Qué ocasiona el cáncer de estómago
Diversos factores están asociados con el desarrollo de este tipo de cáncer, entre ellos el tabaquismo, una dieta rica en sal, el consumo excesivo de alcohol y, especialmente, la infección por la bacteria Helicobacter pylori, considerada uno de los principales factores ambientales desencadenantes de la enfermedad. Además, existe una predisposición hereditaria identificada en el síndrome de Lynch.
Tipos de cáncer gástrico y sus síntomas
El cáncer gástrico se clasifica principalmente en dos grupos: adenocarcinoma y linfoma gástrico.
Los síntomas varían según el tamaño y la etapa del tumor, pero algunos de los más comunes incluyen pérdida de apetito, acidez estomacal, vómitos, presencia de sangre en heces o vómito, dolor abdominal y fatiga. También síntomas como estos:
Dificultad para tragar (disfagia): a medida que el tumor gástrico crece, puede obstruir parcialmente el paso de los alimentos desde el esófago hacia el estómago, lo que provoca dificultad para tragar, especialmente con alimentos sólidos.
Sensación de plenitud temprana: los pacientes con cáncer gástrico pueden experimentar una sensación de saciedad o plenitud después de comer una pequeña cantidad de alimentos, lo que puede llevar a una reducción significativa en la ingesta de alimentos y, como resultado, a la pérdida de peso.
Cambios en los hábitos intestinales: Algunos pacientes pueden experimentar cambios en los hábitos intestinales, como estreñimiento o diarrea, que pueden ser persistentes y no responder a cambios en la dieta o al tratamiento con medicamentos.
Anemia: El sangrado crónico del tumor gástrico puede provocar una disminución en los niveles de hemoglobina en la sangre, lo que resulta en anemia. Los síntomas de la anemia incluyen fatiga, debilidad, palidez de la piel y falta de aliento.
Hinchazón abdominal: A medida que el tumor crece, puede ejercer presión sobre los órganos adyacentes y causar hinchazón o distensión abdominal, que puede ser visible o percibida por el paciente como una sensación de plenitud abdominal.
Nódulos en el cuello: En casos avanzados de cáncer gástrico, especialmente aquellos que se han diseminado a los ganglios linfáticos cercanos, se pueden palpar nódulos o masas en el cuello, que pueden ser dolorosos o no.
Ictericia: En casos raros, el cáncer gástrico avanzado puede causar obstrucción del conducto biliar, lo que resulta en ictericia, una coloración amarillenta de la piel y los ojos debido a un aumento de bilirrubina en la sangre.
Prevención y tratamiento
La prevención del cáncer gástrico implica la eliminación o reducción de los factores de riesgo, como el consumo de tabaco y alcohol, así como el tratamiento de la infección por Helicobacter pylori.
Es fundamental acudir al médico ante la presencia de síntomas para recibir un diagnóstico adecuado y un tratamiento oportuno, que puede incluir cirugía, quimioterapia o radioterapia, según la gravedad y la etapa de la enfermedad.