El ajuste en tiempos de vacas flacas

El Estado es uno, pero tiene tres poderes. El ajuste que suele aplicarse en tiempos de vacas flacas no hace esa distinción. Todos están obligados a aportar su granito de arena hasta tanto mejore el clima. Las finanzas sienten el impacto de la recesión. Osvaldo Jaldo asumió con la impronta de pagar los costos políticos de un ajuste fiscal inevitable. De otra manera, no tendrá margen de maniobra financiera en los tres años y medio que le quedan de mandato. La actualización brusca de los precios no sólo ha golpeado el bolsillo de los trabajadores; también fue un cimbronazo para los planes oficiales. Jaldo asumió cuando todavía tenía la esperanza de que un hombre de su mismo signo político podría llegar a gobernar el país. No fue así. El libertario Javier Milei le ganó a Sergio Massa y cambió el mapa político argentino. El tranqueño no tuvo otro camino que avanzar con las restricciones del gasto público que, en una primera generación, se dieron a través de la eliminación y fusión de áreas del Poder Ejecutivo, y con el fin de la Unidad de Reconversión Laboral (Unrel), que cobijó a no menos de 7.500 beneficiarios. También prescindió del personal de gabinete y de asesores. Ahora avanza con más medidas. Por un lado, el plan de retiros voluntarios tiende a bajar el peso financiero de los salarios en el Presupuesto, dándole la chance al estatal que adhiera a buscar otro empleo. Y, si lo desea, en cuatro años vuelve al Estado. También propuso jubilaciones, dos herramientas que la Legislatura llevará al recinto. Sin embargo, nada es sencillo. Ayer fue un día agitado para el poder. Jaldo recibió muy temprano al presidente subrogante de la Legislatura, Sergio Mansilla; también habló con algunos hombres de la Justicia. Luego, de pasada a su domicilio, visitó al vicegobernador Miguel Acevedo. Por la sede legislativa también transitó otro referente del Poder Judicial. El plan de retiros y las jubilaciones inquietan. Puede que se abra la vía de la excepción en el recinto legislativo.