Es casi inconsciente y poco podemos controlar. Nos acercamos a un perro y nuestra actitud cambia por completo, al igual que nos sucede con los bebés. Esa alteración en el habla se parece a un reflejo y pocas personas pueden dirigirse de la misma manera a quizás, por ejemplo, un niño de primaria. ¿Cuál es la raíz científica de esta variación en nuestra actitud?
Parece un fenómeno extraño y pensamos que quizás una de sus razones sea a la ternura que los perros y los bebés nos generan. Para saber las raíces científicas del debate, Anna Gergely, investigadora del Instituto de Neurociencia Cognitiva y Psicología en Budapest, Hungría, encontró la respuesta.
Por qué le hablamos de la misma manera a los perros y a los bebés
“La cara detrás de la voz afectuosa” es una investigación que busca responder a través de un análisis comparativo, la diferencia entre las características prosódicas faciales en la comunicación, es decir la conexión entre las entonaciones y los cambios en la voz, junto con la variación en las expresiones faciales cuando se produce la interacción tanto con adultos, como con perros y niños.
Para llevar a cabo la investigación sobre las variaciones entre los distintos gestos referidos a las distintas personas, el equipo reclutó a 23 parejas húngaras con hijos entre seis y 18 meses de edad que convivían con un perro. Durante las visitas a los hogares de las familias, los padres realizaron monólogos dirigidos al perro, al bebé y a su pareja, que incluían enseñar nuevas palabras, recitar canciones de cuna y decir frases cotidianas.
Los resultados de la investigación: los bebés nos hacen más emocionales
Los rostros de los padres fueron grabados y posteriormente analizados mediante software de lectura facial para identificar expresiones y movimientos musculares.
Los resultados apuntaron que las expresiones faciales de los padres eran más intensas y exageradas cuando se dirigían a los bebés, especialmente al recitar canciones de cuna y frases cotidianas. Estas expresiones fueron clasificadas como particularmente felices y de sorpresa o asombro. En contraste, cuando hablaban con sus amigos caninos utilizando la misma voz que con sus bebés, los participantes mostraron menos movimiento muscular facial y expresiones más neutrales.
Otras conclusiones: ¿de qué manera debemos comunicarnos con las mascotas y los bebés?
La investigación de Gergely sin embargo resultó en algunas limitaciones como los posibles errores introducidos por el entorno artificial de observación en los hogares y la representación de un único entorno socioeconómico. A su vez, el trabajo resultó en diversas recomendaciones sobre la comunicación interespecie para lograr una mejor relación con nuestras mascotas así como con los bebés.
- Impacto en la relación humano-perro: reconocer las diferencias en cómo nos comunicamos con nuestros perros puede fortalecer nuestra conexión con ellos. Adoptar un tono afectuoso y comprensivo puede mejorar la relación y la convivencia.
- Importancia del lenguaje corporal: la expresión facial juega un papel crucial en la comunicación con bebés y perros. Ser conscientes de nuestros gestos y expresiones puede enriquecer la comunicación y fortalecer los lazos emocionales.
- Adaptabilidad cultural: si bien el estudio se realizó en un contexto húngaro, sus hallazgos pueden aplicarse a diferentes culturas. Reconocer y respetar las diferencias culturales en la comunicación con perros y bebés es fundamental para una mejor convivencia.
- Nuevos análisis: la investigación de Gergely es el comienzo. Se necesitan más estudios para comprender completamente la complejidad de la comunicación interespecie y sus implicaciones para el bienestar humano y animal.