Carlos Duguech
Analista internacional
Debería ser el garante de la buena administración, de la tranquilidad y el progreso de su pueblo, de la vigencia irrestricta de todos los derechos, de la paz. Los espeluznantes sucesos del 7 de octubre último a manos de los “kamikazes” de Hamas, que impactó en todas las latitudes del mundo -por lo sanguinario de la acción en el sur israelí- configuran un hito que no se podrá olvidar jamás. Tampoco se olvidará -y largamente se cuestionará- que el tan preciso y consolidado sistema de inteligencia israelí, el Mossad, no lo haya advertido a tiempo. Es su obligada gestión conocer y controlar el potencial de las brigadas terroristas de Hamas, de la vecina Franja de Gaza.
Las atribuciones de responsabilidad sobre este descuido de tan dolorosas consecuencias -nunca antes ocurridas- saltan desde el Mossad al propio primer ministro Benjamin Netanyahu. Aún está sin resolver esta ecuación con tantas variables pero con dos constantes muy definidas, que, al culminar una investigación independiente, probablemente sorprenda a israelíes y al mundo.
Netanyahu, el “vengador”
Desde esta columna recogimos una expresión del primer ministro de Israel a poco de enterarse de la irrupción de los terroristas de Hamas desde la vecina y amurallada franja de Gaza: “venganza”. Claro, era muy comprensible que utilizara esa palabra en ese momento. Forma parte de la natural reacción humana ante tamaña noticia de impacto brutal. Lo deleznable es que, lo que se comprende como consustanciado con una reacción en el acto, configure un programa de agresión a los responsables, diseñado con la furia de la venganza.
Se dijo en estas mismas columnas que Israel estaba configurado como en una meseta. Con el vacío tras sus bordes. Esa figura se condensa aun más a partir del bombardeo a la sede diplomática de Irán en Damasco, Siria, con 16 muertos de los cuales ocho eran iraníes y dos de ellos militares de alta graduación de la Guardia Revolucionaria. Los demás, civiles sirios.
Si bien Israel nada dijo en lo inmediato de reconocer su autoría del bombardeo, mantuvo, deliberadamente, un clima de incertidumbre. Pero el lector menos informado suponía, con pleno derecho a la interpretación de los silencios y las sospechas, que Israel era, necesariamente, quien había producido el bombardeo en Damasco. El Estado judío, finalmente, lo justificó días después en un comunicado oficial. Mataron a terroristas iraníes, la justificación.
Dicho de otro modo
El lenguaje futbolístico aporta, muchas veces, recursos que se utilizan para enfatizar algunos textos algo complejos para los lectores de medios gráficos que se interesan en asuntos complejos, tales como los de la política exterior. Y particularmente en el caso Israel-Irán, por ejemplo. Israel bombardea el 1 de abril una sede diplomática de Irán en Damasco (Siria). Mueren al menos siete iraníes, dos de ellas altos jefes militares iraníes. Y seis ciudadanos sirios. En razón de la extraterritorialidad en el derecho internacional lo de la sede diplomática iraní en Siria fue como bombardear territorio iraní.
A partir de entonces Irán responde. Lo justifica citando el artículo 51 de la Carta de la ONU de la que Irán es miembro fundador (1945) que expresa: “Ninguna disposición de esta Carta menoscabará el derecho inmanente de legítima defensa. Individual o colectiva, en caso de ataque armado contra un miembro de las Naciones Unidas, hasta tanto que el Consejo de Seguridad haya tomado las medidas necesarias para mantener la paz y la seguridad internacionales”.
Consecuentemente, Irán lo hace (defenderse) con su ataque con drones y misiles de crucero y le avisa a Israel con tiempo. La distancia entre Teherán y Tel Aviv es como la que existe entre San Miguel de Tucumán y San Carlos de Bariloche: 1.650 km. Tiempo de preparar su defensa tuvo Israel. Los drones tardaron cerca de ocho horas en recorrer el itinerario diagramado en el plan de ataque. Y aquí el término futbolístico, para que no queden dudas: hubo un “empate”: 1 a 1.
El ataque a la embajada iraní por Israel (que, finalmente, había reconocido su autoría) respondido 12 días después por la ofensiva iraní. ¿Por qué entonces se habla (en mucha prensa mundial y en el propio Israel) de reaccionar ante el ataque iraní, si ya había “empate”?
Finalmente Israel concretó su respuesta con el primer ataque directo de la historia de estos dos países, entre ellos. El de Irán de los drones y misiles, por su parte, fue el primer ataque frontal a territorio israelí.
Ese “empate” que define el lenguaje futbolístico se quebró con el bombardeo de Israel a Irán. Y lo hizo eligiendo un blanco significativo: Isfahan, una región donde prevalecen los centros de la industria militar. Además, en el mismo periplo bélico aviones israelíes bombardearon algunos blancos estratégicos en Irak e instalaciones de radar en Siria. Las centrales nucleares de Irán en las cercanías de Isfahan no sufrieron daño, tal como informó el diplomático argentino Rafael Mariano Grossi -director de la OIEA (el organismo mundial de la energía atómica, ligado a la ONU)-.
El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas centró más su atención en cuestionar la acción de Irán con sus drones y misiles sobre territorio israelí que el bombardeo de Israel a la sede diplomática de Irán en Damasco. Joe Biden, desde la Casa Blanca, trato de persuadir a Netanyahu de que modere su accionar guerrero por el riesgo de una escalada que no se podría controlar en esa vasta y conflictuada región. Lo de Gaza es una brasa ardiendo, que el propio presidente de los EEUU considera necesario moderar. Con más de 34.000 muertos, casi el 70% mujeres y niños, es una bárbara tragedia por la mano del hombre. Por la decisión de un primer ministro que busca salvar su pellejo político a costa de crímenes de guerra y de la desesperanza y ruegos de los familiares de los rehenes desde hace seis meses retenidos por Hamas en Gaza.
El “mariscal” Netanyahu
Actúa en la conducción de la acción guerrera en la Franja de Gaza como si fuera un mariscal con capacidad militar y juez. Lo hace con acciones guerreras, muchas de ellas “crímenes de guerra” (Convenios de Ginebra y sus protocolos) con la expectativa del triunfo total que salve a Israel. No advierte, pese a los esfuerzos del presidente de EEUU y de otros mandatarios (europeos) que el propio Israel, el Estado “triunfador” en esta acción guerrera podría sufrir las consecuencias de ese “triunfo guerrero”.
Yuval Harari
El historiador, filósofo y escritor israelí ejerce una cátedra en la Universidad Hebrea de Jerusalén y bien podría contentarse con el éxito impresionante de sus libros. Sólo decir que se han vendido 45 millones de ejemplares da cuenta de cómo ha impactado en el mundo su pensamiento, su propuesta.
Rescatamos de una entrevista con The Washington Post, de fines de octubre de 2023: ”Mientras los cadáveres siguen amontonándose el ganador de la guerra no será el bando que mate a más gente. Ni el que destruya más casas. Ni siquiera el que consiga más apoyo internacional, sino el que logre sus objetivos políticos”.
Recientemente en el diario israelí Haaretz (fundado en 1919) y hoy en poder de la familia de Amos Schockker (que lo dirige), Yuval Harari sentenció: “Netanyahu promete una victoria total, pero la verdad es que Israel está a un paso de la derrota total”. En el diario participan periodistas judíos y palestinos, signo de su vocación de equilibrio.
El “general” Milei
En una próxima columna se analizará, punto por punto, el riesgoso camino por el que el Presidente argentino viene transitando en materia de relaciones exteriores y alianzas. Y rupturas internacionales.