Sexualmente hablando: frío, calor…

Uno de los grandes desafíos en las parejas estables consiste en mantener y recrear la pasión a lo largo del tiempo. Encontrar maneras de no caer en la rutina, en el acostumbramiento, en dar por sentado al otro. ¡No es tarea fácil! “La prohibición es condición del deseo”, dijo Jacques Lacan.

¿Cómo seguir deseando lo que ya tenemos? Lo que está ahí a mano, a una estirada de brazo en la cama… ¡todas las noches con sus mañanas! Y en nuestra cocina, en el baño y en cada rincón de la casa. Por eso, es claro que no podemos dormirnos en los laureles si queremos seguir deseando… y siendo deseados. El factor clave tiene que ver con lo vincular, con la prioridad que los miembros de la pareja le otorguen a la relación -y al sexo- en sus vidas. Pero nunca está de más incluir alguno de los “tips” que nos proponen los expertos.

La encantadora sexóloga portorriqueña Alessandra Rampolla, en su libro “Alessandra te lo cuenta todo”, nos ofrece una serie de consejos para avivar las llamas. Uno de ellos se basa en lo excitantes que pueden resultar los cambios de temperatura en los juegos sexuales. ¿Cómo?

Extremos

“Haz el amor contra una ventana fría”, sugiere la especialista. El contacto de la piel con el vidrio produce sensaciones diferentes, lo cual ayuda a conectar con el otro desde un lugar distinto. Y agrega que esta innovación ofrece “un condimento extra de que alguien los pueda ver”.

Otra posibilidad: el aceite caliente. “Nada más rico en una noche de frío que nos esparzan un aceite tibio sobre el cuerpo”, afirma. La idea es que sea el preámbulo de un masaje erótico. ¿Quién no quiere recibirlo? Y no hace falta ser masajista profesional: con que nos acaricien poniendo un poco de presión en las manos mientras el óleo se desliza… es más que suficiente. Una poderosa herramienta para relajarse y experimentar las sensaciones placenteras que nos despierta este tipo de contacto.

“El juego de las velas” es otra de las propuestas de Alessandra. Se hizo conocido a partir “El cuerpo del delito”, recordada película de los 90 protagonizada por Madonna, en la que encarnaba a una seductora mujer acusada de asesinato. En una emblemática escena, ella derrama cera caliente sobre el cuerpo del personaje interpretado por Willem Dafoe (peersonificaba a su abogado defensor), dejándolo lleno de marcas y quemaduras (de ahí que esta práctica sea muy popular entre los sadomasoquistas).

Sensaciones

Pero ojo, la intención en esta experiencia no es lastimarse: “La idea no debería ser causar dolor, sino despertar diferentes sensaciones de temperatura y generar un clima muy sensual con la luz de las velas”.

Para esto es necesario tomar ciertas precauciones. En primer lugar, no utilizar velas fabricadas con cera de abeja o las de gel porque son muy calientes. Y elegir las de colores claros, ya que se queman a temperaturas más bajas que las oscuras. Lo recomendable es comprarlas en un sex shop, donde venden unas especialmente pensadas para este juego (que incluye masajes).

El ritual consiste en encenderla con tiempo para ir erotizando el ambiente con su aroma y darle unos 20 minutos. Cuando esté lo suficientemente derretida, apagarla y comprobar su temperatura. Si está todo bien, se puede empezar a derramar la cera sobre el cuerpo del amante. Esto no quema ni deja marcas. Por el contrario: produce placer y prepara el terreno para un masaje de lo más sensual. “Si quieren hacer esta experiencia un poco más hard, cubran los ojos de su pareja con un pañuelo”, sugiere la experta.

Finalmente -aunque podríamos imaginar muchas más opciones- la sexóloga sugiere el juego de alternar frío y calor. Para esto hay que tener a mano unos cubitos de hielo y té o alguna otra infusión caliente. Entonces llevarlos alternadamente a la boca para luego besar, lamer o chupar distintas partes del cuerpo del otro.

Al parecer, sentir en la piel esos cambios bruscos de temperatura despierta sensaciones excitantes y novedosas. En todo caso… ¿qué perdemos con probar?