Un nuevo Discóbolo adornará el Gymnasium

Un nuevo Discóbolo adornará el Gymnasium

Alumnos de la promoción 1974 donarán una obra escultórica para celebrar los 50 años de su egreso. La pieza es realizada por Beatriz Cazzaniga.

UN DISCÓBOLO DE FUERTE SIMBOLISMO. La obra contiene la G del Gymnasium, un libro con hojas por escribir y la figura que evoca al deportista.

Quieren agradecer por las experiencias allí vividas, homenajear su paso por la institución y dejar una huella para el futuro. Desde 2023, los egresados de la cohorte 1967/1974 del colegio Gymnasium de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT) persiguen el sueño de concretar una donación a la institución que los ha educado, con motivo del 50 aniversario de su egreso. Y, en poco tiempo, eso será realidad: entregarán una escultura realizada por nada más -y nada menos- que la escultura y restauradora Beatriz Cazzaniga.

Las ideas fueron muchas, comentan en un texto los egresados que impulsan el proyecto: “Al comienzo se pensó en algún bien material utilitario; a posteriori, en dotar a la biblioteca colegial de una determinada colección, y luego en alguna clase de concurso académico destinado a las actuales generaciones de estudiantes. Esas ideas fueron prontamente dejadas de lado”. Más tarde los exalumnos recordaron algo: durante varias décadas, el predio deportivo de 25 de Mayo 621, ese que tantas veces habían usado, había sido presidido por “una imponente imagen mural del Discóbolo de Mirón de Eleuteras”. Con los años, la figura desapareció. Ahora, ellos la devolverán a su lugar de prestigio.

“Querían que sea algo vistoso y un homenaje para el colegio. Así surgió la idea de rediseñar el logo con el discóbolo y con la tradicional G, en forma de escultura”, cuenta a LA GACETA la arquitecta Josefina Elli, colaboradora de Cazzaniga.

Una reversión

La obra escultórica, denominada “Nuevo Discóbolo”, rinde homenaje a la tradicional figura de Mirón de Eléuteras. Aquella primera escultura fue realizada en torno al 450 a.C. y representa a un joven atleta desnudo, antes de realizar el lanzamiento de un disco. Con el tiempo, la imagen se volvió una forma de representar el deporte.

“Es una analogía de la juventud -explican los exalumnos-; la representación supone el soplo de la máxima concentración mental y física de un joven gimnasta. Y ese es un ideal de belleza que Cazzaniga ha expresado en la simetría, en la proporción y en el equilibrio. Como en la vida de todo joven educando, presumimos que el disco, o que cada disco particular, seguirá una fuerte y grácil línea hacia el futuro”.

“Beatriz empezó todo su proceso de diseño y de creación en base a esa figura. Lo que ella buscaba era integrar todos los elementos que incluye el logo del colegio Gymnasium de una manera diferente. Hay, entonces, tres protagonistas: la G de fondo; luego, un plano superior que tiene una ondulación, que simboliza una hoja de un libro, y en el centro se encuentra el Discóbolo, que se compone de otras tres figuras; es decir, la persona, con el brazo extendido, en diferentes planos y ubicaciones para generar relieve, luces y sombras”, advierte Elli.

La propuesta de la autora -destaca su colaboradora- es que la obra no sea estática, sino que, a partir de los relieves, las luces y las sombras (reflejadas por el sol) se vuelvan protagonistas.

Manos reconocidas

Fueron los propios egresados los que contactaron a Cazzaniga para realizar la obra. La artista, nacida en Italia en 1940, es docente especializada en Artes Plásticas y Licenciada en Pintura y Escultura por la Universidad Nacional de Tucumán. También es especialista en conservación y restauración de Obras Pétreas (fue ella, de hecho, quien estuvo a cargo de la recuperación de las obras de Lola Mora). Afincada en Tucumán desde su juventud, realizó una vasta producción artística en múltiples formatos y materiales, trabajo que la ha convertido en una de las escultoras más disruptivas de su generación; y por ello es reconocida a nivel internacional.

DISEÑO. Beatriz Cazzaniga trabajó con volúmenes para jugar con la luz.

Todos esos años de experiencia también se ven plasmados en el Nuevo Discóbolo. La obra está realizada en acero autopatinable; se trata de un tipo de metal que se oxida y que protege a la pieza de la corrosión. “En la oxidación superficial de este acero se crea una película de óxido impermeable al agua y al vapor de agua. Además, los altos contenidos de cromo, níquel y cobre hacen que la pieza adquiera un color rojizo anaranjado característico; se crea así una pátina que resulta un componente arquitectónico y escultórico de intenso valor expresivo”, aseguran los impulsores de la obra.

Detalles y plazos

La escultura mide 1,70 metro de alto por 1,59 metro de ancho y posee algunos detalles interesantes: la hoja del libro, ese elemento del que habla Elli, tiene un solo escrito: el número de la resolución de creación del instituto.

Además, posee ocho renglones vacíos, uno por cada año de estudio. “Representan que todo está por escribirse, que cada estudiante se va forjando a sí mismo junto a sus camaradas y a sus profesores, y que la disciplina autoimpuesta resulta uno de los valores centrales de la cultura gymnasista”, añaden. La obra -adelanta Elli- ya está siendo armada en taller y será montada cerca de la fecha de entrega, en mayo.

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