Dengue en Tucumán: estudiantes de la UNT cuentan cómo hacen para evitar los contagios

Dengue en Tucumán: estudiantes de la UNT cuentan cómo hacen para evitar los contagios

Repelentes, espirales e insecticidas se volvieron artículos imprescindibles en la unidad académica situada en el Parque 9 de Julio. Si bien este lunes pasaron por allí los fumigadores, ello no fue suficiente para disipar el temor a las picaduras.

Dengue en Tucumán: estudiantes de la UNT cuentan cómo hacen para evitar los contagios Imagen extraída de las redes sociales de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNT.

En los pasillos del centro Prebisch de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT) el olor del repelente se mezcla con el humo de los espirales: son señales de la preocupación que existe por el brote de dengue en esos edificios ubicados en el Parque 9 de Julio. Mientras se espera que la epidemia ceda, las agrupaciones y oficinas practican la prevención con los recursos que poseen. La inquietud es palpable por varias razones, pero, en particular, pesan el estado de los edificios y la dificultad para mantener en condiciones óptimas los espacios verdes.

La situación no pasa inadvertida para las autoridades. Este martes por la mañana, las redes sociales de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNT anunciaron que se realizó una fumigación durante el fin de semana. Sin embargo, el lunes LA GACETA habló con estudiantes que aún encuentran mosquitos en las aulas, patios y demás dependencias.

Los codiciados artículos de prevención Los codiciados artículos de prevención Foto ilustrativa de LA GACETA.

¿Cómo se protegen los estudiantes de los contagios?

Alina, ingresante en la casa de altos estudios, organiza sus cuidados junto a una agrupación estudiantil en el pasillo central. “Nosotros nos protegemos con citronella: ponemos espirales”, dice señalando los elementos ubicados a su alrededor. “Cada uno tiene que aportar con lo que tiene para cuidarse. Lo que ponemos unos nos beneficia a todos”, explica.

Juan Gabriel está esperando su próxima clase en la puerta del anfiteatro. “Uso repelente de 10 horas de duración, a la mañana y a la tarde. Cuando llego a mi casa prendo un espiral. Cierro un rato las ventanas, después las abro”, desarrolla como método de prevención del dengue. Juan Gabriel vive solo: vino de otra provincia a estudiar en la UNT. No consume mucho repelente, ni espiral, por lo que sus compras no son frecuentes. “Debo cuidarme estando solo porque, si me enfermo, no tengo quién me cuide aquí”, comenta.

Camila se reincorporó esta semana a su rutina puesto que tuvo dengue. “En mi cuerpo uso repelente, por las noches tabletas y, durante el día, espirales. Yo ya me enfermé, tengo mucho miedo al segundo contagio”, afirma. Camila es de Aguilares, allá es donde consigue sus insumos. “Acá está más difícil encontrar los productos”, apunta.

Álvaro es alumno de la Facultad de Filosofía y Letras. Tuvo dos veces dengue: una en 2023 y otra en 2024. “Me protejo usando remeras con mangas largas y pantalones largos. Intento no exponerme”, comenta con el rostro preocupado. "Si tengo los síntomas no debería venir porque puedo exponer con los mosquitos de mi casa a los que están en la facultad”, reflexiona. Estas no son todas las medidas que toma: siente que las redes sociales sobreestimulan su preocupación. “También me cuido de la información. Hay tantos posteos acerca del tema que terminan angustiando más que ayudando”, dice. “Para mí hay una sobreinformación que hace que se pierda lo importante”, remata. “¿Dónde queda la salud mental en esta odisea viral?”, pregunta Álvaro. Él no tiene la respuesta.

El cuidado personal y colectivo, con el institucional en la mira

Cuando Camila comienza a hablar sobre tomar medidas preventivas, recuerda que debería reforzarse el repelente. “Es difícil permanecer en las aulas. Los mosquitos vuelan al frente tuyo mientras estás en clase”, observa antes de tomar el envase en aerosol de su mochila.

Álvaro y Juan Gabriel hablan sobre sus docentes, que intentan apaciguar la crisis sanitaria con lo que está a su alcance. “El cuidado lo veo en cada docente, en cada estudiante”, observa Álvaro. “Algunos profesores ponen espiral, otros usan Raid, la gente comparte el Off. Entre todos se da el cuidado”, le responde su compañero. “Cuando puedo, mato algún mosquito”, expresa Juan Gabriel con una sonrisa satisfecha. “No se ve que se esté haciendo mucho desde la Facultad. Quizás sí haya medidas, pero no se ven”, advierte Álvaro. Estas dudas e inquietudes relativas al dengue ya son parte de la rutina de quienes estudian en la sede del Parque de la UNT.

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