Cuenta la leyenda que fue descubierto en el cuerno de África, Etiopía, en algún tramo del siglo IX. Un pastor de la tribu Kaldi notó con energía atípica a sus cabras después de comer unos frutos con aspecto similar a la cereza. Entonces, como quien no quiso quedarse al margen de la fiesta, el pastor de las tierras altas de la provincia de Kaffa, también probó aquellas bayas. Sin querer queriendo, y gracias al movimiento alocado de sus animales, descubrió el fruto que hoy llega -molido y tostado- a cafeterías de todo el mundo. Las cabras primero, luego el pastor, patentaron el café.
Exagerado o no el relato, ese fue el punto de partida de una de las bebidas más consumidas del planeta, junto con el agua y el té. De hecho, se dice que ya superó al té en el número dos del ránking. Nada como despertar con una rica taza de café por la mañana, con el desayuno.
Hola piedemonte tucumano
Hecho el comentario histórico, las próximas líneas estarán destinadas a una idea que ya tomó color de esperanza y también de producción. En Argentina, la mayoría del café que se consume es importado desde Brasil, Colombia y Vietnam, entre otros países con sello de gigantes desarrolladores. La producción es casi nula, salvo por el Batirú, un producto orgánico que proviene de las cercanías con el Parque Nacional Baritú, en la yunga salteña. Si habláramos de cepas, como si se tratase de un vino, en Baritú, de la Familia Ortiz, se trabaja con la variedad arábiga, la misma que ya se está a prueba en el piedemonte tucumano.
¡¿Cómo?! Sí, leyó bien, en el piedemonte tucumano. El microclima de una zona en la que no suelen caer heladas durante el año, es en parte perfecta para una prueba con final de bandera verde.
“En Tucumán se puede hacer café. Vos recorrés el piedemonte y encontrás plantas que tienen 40 años. O sea que alguien las plantó y todavía producen. Estamos viendo un gran negocio que puede tener la provincia”, pronosticó Juan Casañas, vicepresidente del Instituto de Desarrollo Productivo (IDEP), a LG Play en lo que fue la antesala de un encuentro promocional promocional sobre café en la Facultad de Agronomía que invitó a productores a sumarse a esta iniciativa, hace unos días.
Con el citrus en baja, y la zona pedemontana como banco de investigación para “soñadores”, Jorge Zelarayán fue a la carga. “El tema del café es una expectativa, una ilusión. Arranqué por una cuestión empírica. Noto que el clima del meridiano del Ecuador está bajando y eso puede favorecernos”, aseguró quien se decida a la plantación de citrus, palta y mango, allí en la zona pedemontana de ciudad Alberdi, al sur de la provincia.
Por supuesto que en toda inversión hay riesgo. Plantar café no es un negocio inmediato. “Hicimos las pruebas necesarias, ahora veremos cómo nos llevamos con el tiempo. Lo bueno del piedemonte es que sus temperaturas son ideales para el café, las mínimas pueden rondar los 4°C o 5°C grados centígrados en invierno; y es una zona de lluvias”, explicó Zelarayán. Si todo marcha como debería, en tres años habrá negocio traccionando.
Casañas hizo una referencia similar durante su entrevista con LA GACETA. “El piedemonte suma más o menos 8.000 o 9.000 hectáreas con muy pocas probabilidades de helada, bajas o nulas. Hay lugares donde hace 50 años no hay heladas y en ellas se puede producir café. El café es un cultivo tropical y nosotros tenemos un clima subtropical. Las heladas y los inviernos fríos van desapareciendo. Es un negocio sumamente interesante con los pocos números que estamos armando la información, porque estamos todos aprendiendo lo que es el cultivo del café”, dijo.
“Traje cafés premiados, Geisha, un panameño campeón del mundo y la versión Coffee Arábigo”, le comentó a este diario Zelarayán, quien hace un par de semanas culminó con la siembra de plantines de diferentes cepas de en su campo en Altos de Marapa.
Lapicera y libreta en mano, el productor pide paciencia hasta octubre. “Allí veremos los resultados de si las plantas soportaron todo lo que creíamos que podían y veremos cómo crecen. Las plantas, que pueden llegar a una altura de 1,60 metros, requieren mucho cuidado y también agua. Esa es la clave. No puede faltarle agua”, dijo.
Independiente de la advertencia, Zelarayán pautó varias estrategías antes de la siembra final y todas dieron buenos resultados. Expusimos las plantas a sol pleno, a media sombra y se comportaron muy bien. En este caso, plantamos dejando una cobertura de media sombra, con los árboles de palta flanqueando”, comentó.
Primero en el vivero
Una de las voces autorizadas en el tema es José Luis Palacios. En su vivero de Lules experimentaron con diferentes opciones de plantines de café. Según Zelarayán, todo productor local querrá disponer de los plantines de Palacios para utilizar en su tierra. “Intentamos lograr una germinación sana y vigorosa. Lo que intentamos mejorar va desde el riego, la fertilización, el control de malezas, el desbrote, a la sanidad en general, en la lucha contra plagas y enfermedades”, expresó Palacios, cuyo análisis coincide con el de Casañas y el de Zelarayán.
¿Le ve futuro al café netamente tucumano? “Yo creo que sí. Las primeras plantaciones que se están realizando en estos meses nos indicarán la viabilidad de las distintas variedades de café ante los distintos suelos y climas que tenemos en la provincia”, dijo.
Ninguno novedad
Décadas atrás hubo un intento por traer el café como opción a los campos tucumanos, sin embargo, no prosperó por diferentes motivos. El panorama hoy es contrario, ampliamente positivo. Los vientos de la curiosidad se despejaron y avanzaron hacia el plano de la realidad, ya que el citrus “ya no es lo que era”. “Hoy hay entre 15 y 20 productores que están produciendo café en Tucumán, con plantas de cinco años y plantas recién plantadas este año. Entendemos que es un negocio de aproximadamente $5.000 millones al año. Y si vos hacés plantación en las 8.000 hectáreas es un negocio que se puede hacer”, sostuvo Casañas.
Mientras Zelarayán confía en que habrá buenas noticias después de octubre de 2024, el hombre y su gente se preparan para aprender el arte del comercio del grano de café. Marca ya tiene. Su producción llevará el nombre de Candelaria, en honor a su hija, fallecida en un accidente de tránsito.