Los imponentes glaciares de Islandia encienden las alarmas sobre el calentamiento global
LA GACETA se sumó a una travesía de ciencia y turismo organizada por el Observatorio Astronómico de Ampimpa hacia la “Tierra del hielo y del fuego”. La “Expedición Islandia”, busca acercar a nuestros lectores una aventura entre glaciares, volcanes, auroras boreales y las curiosidades de la cultura nórdica.; para trazar desde ahí conocimientos científicos de importancia universal: el funcionamiento de fuerzas naturales que moldean nuestro hermoso planeta y los problemas ambientales que amenazan su habitabilidad.
1. La laguna de los icebergs azules
La laguna glaciar Jökulsárlón es de un color cobalto y oscuro. Carga un leve resplandor metálico: como si sus limpias aguas fuesen de acero. En ellas flotan grandes icebergs azules desprendidos del glaciar Vatnajökull: el más grande de Europa con sus 7.800 km2, más de 30 veces el tamaño del Perito Moreno.
Los glaciares se forman cuando se acumula más nieve durante el año que la que se derrite durante el verano. Luego de siglos, la nieve acumulada en las zonas altas se transforma en hielo glacial. Con el tiempo, el hielo fluye por las laderas formando lenguas glaciares cuesta abajo, donde las temperaturas más altas intensifican el derretimiento.
Jökulsárlón se formó en una depresión excavada por avance de la lengua glaciar Breidamerkurjökull, unas de las lenguas del Vatnajökull, hoy en retroceso. La laguna mide unos 27 km2 y llega hasta los 250 metros de profundidad, lo que la convierte en la laguna más profunda de Islandia, según los guías del lugar.
2. La playa de los diamantes
En la laguna glaciar, como barcos fantasmagóricos, flotan gigantescos pedazos de hielo. Tienen tonalidades azules, celestes y blancas. Los atraviesan trazos negros de ceniza volcánica, registros de antiguas erupciones.
Se desprenden del glaciar y flotan en las aguas oscuras. A medida que se derriten son arrastrados hacia el mar por un río de aproximadamente un kilómetro que conecta la laguna con el bravo Atlántico Norte.
Allí, las revueltas olas del mar se tragan los hielos moribundos y devuelven algunos pequeños restos a las costas de arena negra cercanas. Los depositan diáfanos y traslúcidos: cristales de hielos resplandecientes sobre el oscuro suelo de la orilla. Es por eso que el lugar recibe el nombre “Playa de los Diamantes”.
“Diamantes helados” derritiéndose en la costa: testimonios del peligroso retroceso de los glaciares debido al calentamiento global, según estudios realizados por especialistas del Ministerio de Ambiente y Recursos Naturales de Islandia en conjunto con la Oficina Meteorológica Islandesa.
3. Expedición a Islandia
Jökursálón es visitada por equipo del Observatorio Astronómico de Ampimpa, que llega a Islandia para iniciar una apasionante expedición de turismo científico. Veintiséis viajeros argentinos de todo el país, acompañados por profesionales de ciencia, integran la segunda de tres tandas de expedicionarios que se suman a una odisea de ciencia y aventura realizada entre septiembre y octubre de 2023.
“El turismo científico en todas sus formas y expresiones tiene un fuerte contenido experiencial, vivencial y de aprendizaje a través de la adquisición de conocimiento científico en distintas disciplinas como arqueología, astronomía, geología, biología, antropología, minería, etc.”, explica Alberto Mansilla, director del Observatorio y líder de la expedición.
“Islandia es un destino clave en ese sentido”, agrega. “La presencia de los glaciares más grandes de Europa, la cercanía con el Polo Norte, los géiseres y el espectáculo de las auroras boreales, convierten el territorio en uno de los laboratorios naturales más importantes para la ciencia y el turismo a nivel internacional”, detalla. El Observatorio es pionero en este tipo de actividades en el país.
4. La huella del caballo de Odín
Días después de visitar la laguna glaciar, en sur de la isla, los expedicionarios se dirigen hacia el norte, donde adentran en la espesura de un “bosque encantado”, entre pinos y abedules amarillentos y otoñales.
Los rodean altos paredones basálticos de 100 metros de altura desplegados en forma de herradura: se trata del gran cañón de Ásbyrgi, la huella del caballo de Odín.
La mitología nórdica indica que los acantilados no son otra cosa que la pisada de Sleipnir, el corcel del dios más importante del panteón vikingo: Odín, dios de la guerra, la sabiduría y la muerte.
De acuerdo al mito, el semicírculo de roca volcánica delata la pisada de una de las ocho patas del caballo sagrado cuando cabalgaba de un horizonte a otro a velocidad divina y guiado por el dios.
5. la versión de la geología
José Pablo López, geólogo de la expedición, no adhiere a esa explicación y expone su propia interpretación de los hechos: “Todos los paisajes tienen un componente de geodinámica interna, que construye paisaje, y de geodinámica externa que lo destruye, y aquí se ve claramente”, explica el doctor en geología y docente de la facultad de Ciencias Naturales de la UNT.
López describe las acumulaciones de capas de roca volcánica, el posterior movimiento tectónico que causó el levantamiento de los paredones –geodinámica interna-. Luego detalla la intervención de un impresionante avance del gran Vatnajökull –geodinámica externa-, para terminar de moldear la apariencia de “herradura” de los grandes paredones.
“Acá vemos un ejemplo donde el paisaje se formó por la conjugación de grandes erupciones volcánicas que provocaron inundaciones glaciares, es decir grandes caudales de agua producidas por el derretimiento del Vatnajokul”, explica el geólogo caminando por materiales traídos por el glaciar que, cuando se retiró, dejó los depósitos aquí.
6. La ciudad de los elfos
Los expedicionarios transitan por senderos boscosos de Ásbyrgi. Creencias islandesas afirman que allí se esconde una comunidad de los elfos, deidades menores de la mitología escandinava.
Es sencillo imaginar risitas de duendes y hadas correteando por el lago verde y entre la árboleda, trepando las paredes negras: jugando sobre la huella de un caballo divino.
Lo complejo es dimensionar la poderosa irrupción del Vatnajökull empujando la roca, presionando con potencia descomunal las paredes basálticas hasta darles su forma de herradura: la fuerza de un glaciar tallando el paisaje.
7. El valor de los glaciares
“Los glaciares son sistemas perfectos”, dice el escritor y divulgador de ciencia islandés Andri Magnason, en su libro Sobre el Tiempo y el Agua, donde explica la importancia de los glaciares.
“Ellos acumulan agua cuando llegan las lluvias monzónicas y se derriten en el momento adecuado cuando el tiempo es más cálido y seco, liberando así un agua vital y nutritiva”.
En su libro, Magnason también subraya el valor de los glaciares en el equilibrio entre las estaciones húmeda y seca; su importancia como reservorios de agua en las épocas más calurosas y su rol decisivo para las cosechas y para la flora de la tierra.
8. La vaca primigenia
Durante el texto, el escritor hará una analogía entre los glaciares y Audumla, la “Vaca Primigenia” de la mitología, surgida de los hielos iniciales, una entidad clave en el comienzo de los tiempos.
De ella brotaban ríos de leche que alimentaron al primero de los gigantes, en el génesis vikingo. El autor vincula mitología y ciencia comparándolos con los ríos glaciares, cargados de arenas y sedimentos que los vuelven blanquecinos.
Por esa apariencia turbia y blanca, a las aguas de estos ríos se las llama en ocasiones leche glaciar. La mitología y la naturaleza en Islandia, parecen acercarse en más de una ocasión.
9. Un laboratorio natural
En Jökursárlón, los expedicionarios abordan un vehículo anfibio y se adentran en las aguas para navegar entre los témpanos. Elizabeth, guía de la laguna glaciar, explica que aproximadamente el 90% de los icebergs se encuentra sumergido.
Luego revela un dato alarmante: “La lengua glaciar Breidamerkurjökull es la que sufre mayor derretimiento en Islandia, retrocede aproximadamente 300 metros por año y la causa principal es el calentamiento global”, revela.
La laguna se encuentra dentro del Parque Nacional Vatnajökull. El Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales de Islandia seleccionó el área para implementar el proyecto “Glaciares islandeses, un laboratorio natural para estudiar el cambio climático”. EI objetivo es concientizar sobre la crisis del cilma y sus consecuencias a nivel global.
10. glaciares que desaparecieron
Una décima parte de Islandia está cubierta por glaciares que se están derritiendo rápidamente, según informes del proyecto “Glaciares Islandeses”.
“Algunos glaciares comparativamente pequeños han desaparecido durante la última década y lo mismo se aplica a los glaciares de otras partes de la Tierra”, advierten las investigaciones.
El informe señala que la causa principal del actual calentamiento global es la emisión de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero resultados de la actividad humana.
11. El calentamiento global
La acumulación de estos gases se debe al aumento en el uso de combustibles fósiles –petróleo, carbón, etc-, sumado a la disminución de la absorción de dióxido de carbono debido a la deforestación y la erosión del suelo.
“Las temperaturas de la superficie global aumentaron una media de 0,8°C durante el siglo XX y mucho más en el Ártico y en las zonas subpolares”, detalla el informe resaltando que el proceso de aceleró durante el siglo XXI.
Y agrega: “Este calentamiento no parece tan grande si se consideran las fluctuaciones de temperatura diarias, pero en la temperatura media anual tiene consecuencias sustanciales, por ejemplo: el derretimiento del hielo marino y de los glaciares, el aumento del nivel del mar, un mayor crecimiento de la vegetación y cambios en rutas migratorias de aves y animales”.
12. El aumento del nivel del mar
Las lenguas glaciares del Vatnajökull han perdido una superficie de 300 km² desde el inicio del siglo XX. Esta cantidad de hielo corresponde a un aumento de 0,33 mm en el nivel global del mar.
Desde el año 2000, comenzaron a retroceder a mayor velocidad y su pérdida de masa por unidad de superficie se encuentra entre las mayores del mundo. A fin de contextualizar, las investigaciones del Ministerio de Ambiente y Recursos naturales de Islandia detallan que, cada año, el derretimiento de la capa de hielo de Groenlandia contribuye con aproximadamente 0,6 mm al aumento del nivel global del mar.
El agua de deshielo de los glaciares de la Antártida y Groenlandia es la principal causa del aumento mundial del nivel del mar, que actualmente asciende a una media de 3 a 4 mm al año.
13. La vida de millones de personas
En base a diversos informes científicos, Andri Magnason expone en su libro que probablemente en este siglo se sumergirán en el océano 400 mil km2 de tierra.
Esto es el equivalente al doble de la provincia de Buenos Aires y pondría en peligro ciudades, puertos, monumentos, yacimientos arqueológicos y otros escenarios de valor.
“Pero sobre todo, correrá peligro la vida de 115 millones de personas”, asegura el autor islandés.
14. El poder de la naturaleza
“Y hasta aquí sólo hemos abordado las consecuencias del aumento del nivel del mar, no del incremento de las temperaturas, de la desertificación, de las sequías, de los incendios forestales, del descenso de los acuíferos, del deshielo del permafrost o de la acidificación de los mares”, advierte Magnason.
En los glaciares de Islandia, según científicos de todo el mundo, pueden leerse las marcas que cifran graves problemas ambientales y las medidas temporales de la urgencia: el tiempo y el agua, el veloz aumento del calentamiento global.
Ahí, donde los volcanes nos ayudan a entender las fuerzas naturales que dieron origen al suelo que pisamos, los glaciares parecen advertir sobre los factores que ponen en riesgo sus condiciones para el desarrollo de la vida en él.
Ahí, donde la mitología parece ajustarse a la naturaleza, se han escrito los códices de la cosmovisión escandinava: la Edda Prosaica que narra el principio de los tiempos en la unión del hielo y el fuego; la Edda Poética, que describe el Raknarok, la batalla final.
Ahí, en la “Tierra del Hielo y el Fuego”, las fuerzas naturales probablemente no toleran la indiferencia y, quizás, a lo largo de este emocionante viaje, los expedicionarios hayan podido comprender, al menos por un momento, tal vez para siempre, lo afortunados que somos al transitar por este planeta vivo y la necesidad de custodiar su habitabilidad.