A los 48 años, emigró a Austria y logró transformarse en un referente de la gimnasia artística de ese país
Guido Zelaya entrena gimnastas y también es árbitro internacional. Más allá de que destaca el orden y la disciplina austríaca, no se olvida de sus raíces. "El material humano de nuestro país es apto para cualquier deporte. Seríamos más potencia con más infraestructura", dijo.
El 28 de agosto de 2019 es casi la fecha del segundo nacimiento de Guido Zelaya. Así lo entiende y lo hace saber. “Es un renacer con 48 años”, le contó a LA GACETA, desde Austria, el juez de gimnasia artística que hoy tiene 52 años.
Cuatro años atrás, Zelaya hacía cumplir las reglas en la primera Copa del Mundo Juvenil de la especialidad realizada en Györ. Su desempeño como integrante del equipo argentino, en el torneo que se celebró en la ciudad húngara hizo que lo contactaran para ser el entrenador y el director de gimnasia artística masculina de la Federación de Baja Austria, uno de los nueve estados federados del país.
El centro de alto rendimiento Sportzentrum Niederösterreich, en Sankt Pölten, la ciudad capital de la región, es la oficina de trabajo de Zelaya.
El cambio nunca es fácil. Más complicado todavía fue el de este tucumano que lo consideró con tanta magnificencia. “En definitiva, generó un replanteo de mi vida. A pesar de todo, he podido adaptarme a una sociedad con una mentalidad fría, concreta en decisiones. Acá todo es planificado, calculado y la improvisación está mal vista o no considerada”, describió el tucumano que, en Asociación Mitre, formó a gimnastas de selección como Ivo Chiapponi y Enzo Barrionuevo.
Los conocimientos que adquirió y sigue absorbiendo en Austria van más allá de lo deportivo. Cuando uno emigra a otro país, el idioma suele ser una barrera. Sin embargo, aprendió alemán, el lenguaje oficial.
Sus avances no se quedaron ahí. Claro, es difícil además que se detengan porque parece que el país está estructurado para que aprender sea algo natural. “No fue sólo el idioma, también conocí una cultura que me gustó; desde su arquitectura barroca, su historia medieval e imperial... Austria es considerada el corazón de Europa. Sin dudas, es la cuna de la música con compositores destacados cómo Franz Schubert, Wolfgang Amadeus Mozart. En resumen, acá hay un estilo de vida muy diferente al de Argentina”, graficó el tucumano.
Zelaya reveló que no hay mucha vida social, pero sí familiar. Hay cosas curiosas. Que los perros sean considerados casi hijos no es una novedad, pero sí que en Austria van a educarse. “Las escuelas son normales. Los animales tienen un comportamiento increíble, por eso se pueden ver perros adiestrados en trenes y comercios. No hay perros callejeros. Encontrar un animal suelto o perdido es pasible de multa para el dueño”, comentó.
La tenencia de una mascota es una responsabilidad entonces; y la familia Zelaya vivió la “exigencia austríaca” en carne propia. “Mi hija tiene una gata. Una vez la multaron con 250 euros porque se había escapado y la encontraron en la calle”, agregó con tono jocoso.
Zelaya tuvo que dejar en claro que podía sumar a un país que está acomodado y que su aporte podía ser óptimo para lograr la excelencia y para mantener un orden que la garantice. “Cuando envié mi hoja de vida, incluí mis logros personales obtenidos como entrenador de gimnasia en Tucumán; además de ser entrenador de nivel 3 de la Federación Internacional y Juez Internacional de categoría 2. En Austria, para poder tener visas de trabajo, es necesario calificar y demostrar que no haya un austríaco con igual o mayores características en ese aspecto y sin empleo”, describió sobre los procesos para formar parte de la sociedad.
Zelaya calificó para lo que estaban buscado en un país que parece tenerlo todo en ese “Primer Mundo” que se considera al continente europeo.
Sin embargo, existe algo que parece ser más común cruzando el charco y que personas como Zelaya lo portan en el ADN: una especie de espíritu en “clave argentina” por llamarlo de alguna manera. “‘El fuego sagrado’, diría yo. El material humano de nuestro país es apto para cualquier deporte. Sin dudas, seríamos más potencia con más infraestructura”, subrayó.
Eso es lo que se admira en el planeta del deporte argentino: campeones del mundo en fútbol, en básquet, en hockey; medallistas de oro en varias disciplina... logros que se fueron “cocinando” dentro de un entorno que no va en consonancia con los buenos resultados. “La mentalidad de los niños es diferente ya que la mayoría son de un entorno social alto y el sacrificio personal pasa a un segundo plano. Lidiar con la motivación es trabajo de todos los días, y más cuándo se busca un rendimiento deportivo. A ellos no le hace falta el reconocimiento, quizás sea porque lo tienen todo”, opinó sobre la experiencia del día a día. “En cuanto al deporte en general, la sociedad toma como prioridad la formación escolar. Por lo tanto, el deporte pasa a un plano más bajo. Los recursos áulicos, la infraestructuras y demás son espectaculares”, destacó.
La vida del tucumano está basada en la gimnasia artística. Su función de formador de gimnastas, explicó, es la principal meta que combina con sus designaciones en representación del país acompañando a la Selección Nacional.
Las Copas del Mundo de Szombathely (Hungría) y París (Francia) el año pasado, y las recientes en El Cairo (Egipto), Cottbus (Alemania) y Bakú (Azerbaiyán) son las experiencias que espera poder compartir en breve en el país. “En mis planes futuros está la idea de hacer un viaje a Argentina para intercambiar conocimientos y poder hacer una temporada deportiva”, concluyó.