“Estábamos jugando como sea/ Y una noche cayó gendarmería”, narra el escritor Pedro Mairal en “El gran Surubí”. Hoy, 24 de marzo, miles y miles marcharán otra vez hacia Plaza de Mayo en Buenos Aires (hacia otros puntos en el interior del país) en repudio al golpe militar, pero también para cumplir con el mes de la Memoria, aunque desde el poder pretendan llamarlo “fiestita” y revertir lo que la propia justicia definió como genocidio, el drama de los treinta mil desaparecidos, la tortura, la censura, la imposibilidad de todo ejercicio de disenso. Como decía el himno del Mundial 78 (la manipulación más obscena que hizo la dictadura con el deporte): “veinticinco millones de argentinos/jugaremos el Mundial”.
Eramos entonces 25 millones de habitantes, sí. Es decir, no había chance de que alguno dijera que no. Que no quería “jugar” ese Mundial. Porque por mucho que amara el fútbol quería decir que la dictadura que comandó el general Jorge Videla a partir del 24 de marzo de 1976 estaba usando a la pelota para decirle al mundo que aquí no se violaban los derechos humanos, sino que todos festejábamos los goles de Kempes en los estadios del Mundial. Algo de esto decía el otro día en entrevista radial Ernesto Gaya, padre y tío desaparecidos en la dictadura (mellizos ellos), recordados ambos por River, que el martes homenajaeó a sus “socios eternos”, carné para siempre a sus socios que fueron víctimas de los militares. Contó Ernesto Gaya que él siempre amó el fútbol, pero que tuvo contradicciones en aquellos tiempos, hasta que escuchó a víctimas que, en medio de su dolor, del secuestro y la tortura, sentían un alivio con el fútbol y querían que Argentina ganara el Mundial. Lo sabemos: el fútbol no era de Videla. No le pertenece al poder de turno que fuere. El fútbol le pertenece a la gente.
Igual que River, fueron muchos los clubes que esta última semana recordaron a sus socios desaparecidos. Cuentan que también fue muy emotivo el acto en Boca, con el colega Gustavo Veiga, autor de un libro que busca y enumera a todos los deportistas que fueron víctimas de la dictadura. La Coordinadora de Derechos Humanos del Fútbol Argentino pidió a la AFA y al sindicato de Futbolistas Argentinos Agremiados (FAA) que realicen un homenaje oficial, la colocación de una placa en el predio de Ezeiza, al total de 27 futbolistas detenidos desaparecidos y asesinados en dictadura (20 de ellos aportados por la investigación de Veiga). “Eso marca que la lista es absolutamente incompleta y que debe haber muchos más”, dijo Sergio “Cherco” Smietniansky, integrante de la Coordinadora, a la espera de que no sean solo los clubes, sino también la AFA (como ya lo hizo la Unión Argentina de Rugby, UAR), la que recuerde a los jugadores desaparecidos.
“Sería un acto de justicia, más en estos momentos de negacionismo, de poner en cuestión cifras y reivindicar el terrorismo de Estado por parte del gobierno de (Javier) Milei”, dijo a su vez Veiga al diario Página 12. Conscientes todos de que el fútbol es un mensaje poderoso para visibilizar una noche larga de horror que sucedió hace ya casi medio siglo, pero cuya memoria ayuda a comprender el presente.