A los dos les conviene que el reloj corra y que el tiempo pase sin mayores sobresaltos. Es por eso que durante esta semana, la tregua política entre Juan Manzur y Osvaldo Jaldo volvió a quedar en evidencia: un acuerdo tácito del que nunca hablaron pero que a ambos les sienta muy bien. En especial, porque el destino puede ser impiadoso con quienes quemen etapas y el dúo tucumano ya tiene experiencias poco felices en esto de confrontar sin medir las consecuencias.
Podrá concluirse que el senador y el gobernador se salieron con las suyas en estos días. Manzur, porque volvió a ganar la exposición pública que tanto anhelaba y Jaldo, porque el “caso Tucumán” pasó desapercibido. Ayer, en el congreso nacional del Partido Justicialista quedó en evidencia que el peronismo tiene problemas mucho más grandes como para ocuparse de las desavenencias entre los ex aliados tucumanos. Sin embargo, los últimos sucesos sirvieron para corroborar que la puja subterránea entre Manzur y Jaldo está lejos de haber sido zanjada. Y que la desconfianza mutua los mantiene agazapados y con las guardias en alto.
Por unas horas, el ex jefe de Gabinete volvió a ser el más escuchado a la vuelta de una mesa de referentes justicialistas. No pudo ser en Tucumán, como acostumbraba, pero sí lo fue a unos 1.200 kilómetros. Apenas terminó la sesión legislativa, el vicegobernador Miguel Acevedo y los legisladores Gerónimo Vargas Aignasse y Christian Rodríguez partieron a Buenos Aires. Horas después, ya en la noche del jueves, se fueron a una casona en Bolívar al 300 en el barrio de San Telmo, en donde los esperaba Manzur. Entre los comensales también estaban los famaillenses José Orellana (legislador) y Sandra Mendoza (senadora). En la lista, por si hace falta remarcarlo, no figuraba ningún jaldista, pese a que varios también se encontraban en la Capital Federal porque debían participar el viernes del congreso del PJ.
Quienes participaron de la velada coinciden en que el ex ministro de Salud nacional jamás cuestionó o habló mal de Jaldo. Por el contrario, les pidió a los presentes que siguieran “ayudándolo” porque se avecinan tiempos complicados para gestionar una provincia absolutamente dependiente de la Nación. Sí mostró particular interés por conocer cómo se había desarrollado la sesión en la que se intervino el ente de control de los servicios públicos y se creó una comisión de seguimiento del contrato con EDET SA.
Por el contrario, a varios les quedó la sensación de que Manzur se muestra revitalizado. En particular, ante la posibilidad de sentarse en la mesa chica que diseñará la hoja de ruta para la reconfiguración del PJ en el país. De hecho, ayer el tucumano fue uno de los que se sentó en la mesa principal del congreso partidario, al lado de Áxel Kicillof, Gildo Insfrán y Lucía Corpacci, por ejemplo. Como acostumbra, no habló en el microestadio de Ferro, pero con su postura dejó en claro que está dispuesto a jugar en la rosca nacional del justicialismo.
¿Cómo puede impactar ese rol de Manzur en los movimientos de Jaldo? Lo primero es aclarar que si bien en el asado del jueves el ex gobernador no hizo menciones específicas a la gestión de su sucesor, sí lo hizo en otras oportunidades. En rigor, varios de los interlocutores con los que se reúne en Tucumán cada vez que viene lo escucharon justificar y comprender el apoyo de Jaldo a Milei, pero también advertir sobre los riesgos de haber quebrado el bloque de Unión por la Patria en Diputados. En enero, durante el debate por la Ley Ómnibus, Jaldo sacó de la bancada de UxP a Agustín Fernández, a Elia Fernández de Mansilla y a Gladys Medina, y conformó un espacio que juega en sintonía con La Libertad Avanza. Manzur, en más de una reunión informal, consideró que esa movida “estuvo de más” y que le podría costar caro a Jaldo. Pero no más que eso. Incluso, manzuristas y jaldistas destacan que, al haber estado el médico involucrado en el armado del congreso del PJ, podría haber “colado” una chicana a su ex aliado en el temario. Sin embargo, no lo hizo.
Jaldo, aunque buscó disimularlo, sí estuvo preocupado frente a esa posibilidad. De hecho, buscó blindarse en Tucumán reuniéndose con los intendentes peronistas y luego con el bloque de legisladores oficialistas. En ambos encuentros habló del respeto recíproco que mantienen con Manzur y justificó la necesidad de alinearse políticamente con la Nación para obtener recursos y garantizar la gobernabilidad. Esa siesta en la que debieron escuchar a Jaldo, más de un legislador manzurista se mostró incómodo, pero todos se preguntaron qué le pasaba al taficeño Javier Noguera. El ex intendente se levantó varias veces de su silla durante la exposición y se retiró un rato antes de que finalizara el mitin; por eso, no aparece en el retrato “de familia” que se tomaron luego los parlamentarios junto a Acevedo y a Jaldo.
De todas formas, el rol que pueda asumir Manzur en el armado del PJ nacional tendrá implicancias directas en el distrito local del partido. Ocurre que el peronismo renovó autoridades en Tucumán en 2023, pero el consejo provincial nunca se reunió y no eligió sus autoridades. Por lo tanto, de facto continuaron desde la gestión anterior Manzur como presidente y Jaldo, como vice. ¿Esa relación debería ser revisada? Ni uno ni otro quiere abrir esa discusión porque implicaría un riesgo. En el caso del ex gobernador, asoma la posibilidad latente de una dura derrota política si es que los consejeros votan mayoritariamente para que Jaldo sea el conductor del PJ hasta 2027. ¿Es factible? A juzgar por los nombres del consejo, sí. Además de Manzur y de Jaldo, completan el consejo Regino Amado, Pablo Yedlin, Fernando Juri, Antonio Ruiz Olivares, Roque Álvarez, Gladys Medina, Armando Cortalezzi, Carolina Vargas Aignasse, Guillermo Gassenbauer, Elia Fernández, Sandra Figueroa, Stella Maris Córdoba, Reinaldo Jiménez, Graciela Suárez, Teresa Felipe, Marta Zurita, Blanca del Carmen Carrillo y Sulema Mahfud.
En el jaldismo aseguran que tienen mayoría tanto en el Consejo como en el Congreso provincial. Pero en el órgano ejecutivo, y siendo Jaldo quien tiene la lapicera de la Casa de Gobierno, la diferencia pareciera inclinarse en su favor. ¿Por qué entonces no es citado el PJ para renovar sus autoridades? Porque para “El Comisario” implicaría abrir una caja de resonancia para que se amplifiquen las voces de los dirigentes indignados con su política de ajuste. Hoy, convocar al PJ para darle un golpe a Manzur le significaría habilitar rebeliones internas que por ahora se mantienen neutralizadas. Distinto podría ser el razonamiento el próximo año, cuando haya que armar las listas de candidatos a diputados nacionales. Ahí, seguramente, Manzur y Jaldo medirán fuerzas para imponer los nombres y los perfiles de quienes llegarán al Congreso por el PJ. De cara a esa compulsa de entrecasa, para Manzur también será clave mostrarse en los próximos meses como una figura central del peronismo nacional. De lo contrario, su figura podría devaluarse y perder peso en la definición local.
Otra hipótesis más: a Jaldo tampoco le serviría demasiado hoy hacer ruido con la conducción tucumana del PJ, ya que en ese caso los compromisos partidarios e ideológicos son mayores. Por ejemplo, siendo presidente del partido no le hubiese resultado tan sencillo quitarle tres diputados al bloque del PJ en Diputados. Hasta aquí, al gobernador le ha dado réditos extremar su perfil dialoguista y apartidario para obtener algunas consideraciones de la Casa Rosada.
Así, la tregua política por conveniencia mutua que impusieron promete extenderse por lo menos hasta la segunda mitad del año. En este tiempo, Manzur priorizará su inserción en el rearmado de la oposición peronista a Milei y Jaldo buscará consolidar sus lazos con los libertarios para encaminar su gestión provincial. No es cuestión de adelantar batallas. Para ambos, un prematuro paso en falso puede ser irreversible. El ejemplo del vehemente presidente Javier Milei, quien asumió siendo un león y a los 100 días ya se convirtió en el “pobre jamoncito” del medio a los ojos de su vicepresidenta, Victoria Villarruel, bien puede servirles de antecedente.