Desde sus tiempos de simulador hasta hoy Martín Seefeld ha recorrido un largo camino, por escenarios y pantallas, chicas y grandes.
El actor porteño se prepara para venir al teatro Mercedes Sosa el viernes. Trae en su equipaje “Holter, no sólo es el corazón”, la obra que dirige Daniel Fernández. Antes le adelanta a LA GACETA de qué va.
- ¿Cuándo y en qué contexto se gesta “Holter”, junto a Sol Levinton y Sebastián Meschengieser? ¿De qué se habla?
- “Holter” se gesta en pandemia, cuando se hablaba de muerte, de cosas oscuras, de tristezas. Me pareció interesante poder hablar de las cosas que nos importan. Obviamente tiene que ver con la finitud y con enfrentarnos con nuestros propios miedos, pero esencialmente ser trata de hablar de lo que importa en la vida, como la relación con la pareja de nuestra vida, con hijos; con nuestros padres, los tengamos o no. Se narra la idea de vivir de verdad el aquí y el ahora. Estamos comprando salud a futuro, creyendo que las cosas siempre van a estar, sin darnos cuenta de que lo único que importa es el presente. Con el pasado no podemos hacer nada; el futuro es una expresión de deseos. Nos olvidamos de vivir con intensidad el aquí y el ahora. Mientras nos angustiamos y soñamos, lo que pasa es la vida.
- ¿Cuál es el género?
- Podría decirse que el género es el music hall, pero es más bien una comedia dramática que tiene ficción, monólogo , canto, baile... es un conjunto de géneros.
- ¿Cómo es la puesta en escena?
- La puesta es simple en su planteo escenográfico, y se apoya fundamentalmente en nuestro trabajo de actores. Juegan roles importantes las luces y el sonido, pero es una obra muy física que, de alguna manera, me exige a mí como actor.
- ¿Cuánto hay de autobiográfico en el texto?
- Tiene aspectos autobiográficos, tiene algo catártico, de mis entrañas. Yo he pasado por situaciones de salud, como arritmias; sé lo que es; conozco el miedo que esas circunstancias te generan, cómo esos momentos te obligan a hacer replanteos.
- ¿Cuál es el nudo conceptual ?
- El nudo conceptual del espectáculo tiene que ver con interpelarnos permanentemente, con enfrentarnos con nosotros mismos, con poder mirarnos al espejo; y preguntarnos: ¿cómo estoy viviendo? ¿como quiero vivir? ¿en función de los miedos? ¿me animo a vivir la vida que quiero vivir? ¿cómo hago para encontrarme con los seres que amo? ¿cómo hago para modificar las cosas? ¿cómo hago para hacer el ejercicio de poder estar en cada cosas que estoy haciendo? Y como siempre estamos muy allá, comprando salud a futuro, no vivimos el momento que atravesamos, nos lo perdemos, y cuando nos queremos dar cuenta ya es tarde.
- ¿A qué te enfrentás como actor en la obra?
- Como actor este es uno de los desafíos más grandes de mi carrera, porque es lanzarme a una propuesta muy física, muy intensa, con una enorme cantidad de emociones, y sentimientos saliendo de uno y entrando en otro muy vertiginosamente, tratando de llevar al público a ese estado de ánimo. La obra por momentos nos emociona, nos hace reír, nos saca un lagrimón, por momentos nos da esperanza. El mensaje del espectáculo es muy sanador por sobre todas las cosas.
- ¿Y como ser humano?
- Esta obra me plantea enfrentarme con mi vida, y creo que a través de esto nos enfrentamos con la nuestra, porque en un punto a veces a todos nos pasa lo mismo, de una manera o de otra. Y no hablo de las cuestiones materiales sino de las emocionales y más profundas.
- ¿Tuviste una experiencia actoral semejante?
- No había tenido este tipo de experiencia actoral y para mí es extraordinaria. De hecho Holter ya tiene más de un año de vida y falta mucho recorrido. Tuvimos la suerte de montarla en muchos lugares de Argentina y en Uruguay, por supuesto, en calle Corrientes, y vamos a seguir. Es un espectáculo que me ha dado muchísimo crecimiento, personal y profesional.
- ¿Quiénes te acompañan en escena?
- Carolina Solari y Joaquín Bonamico. Carolina es una actriz extraordinaria; es directora, autora, productora; es un gran complemento. Joaquín es un actor joven muy formado, con muchas cualidades, con mucha verdad.
- ¿Cómo han sido las devoluciones?
- Fantásticas. Cuando termina la obra nosotros bajamos de inmediato a saludar, y es todo muy caliente. Nos agradecen mucho; por el mensaje, por el texto, por dejar todo en el escenario, por enfrentarnos nosotros mismos. Me dicen “era yo” (una chica, un anciano o un adolescente) y me doy cuenta de que la obra nos involucra fuertemente a todos. De eso se trata el teatro. De ahí que en los momentos que vivimos no perdamos de vista que el arte es nos contiene nos recrea; nos transporta. Tenemos que defender la cultura. Es un momento difícil; hay que tratar de que todo funcione de la mejor manera posible, de saber que vamos a salir, no sin sufrimiento, pero vamos a salir adelante.