Cartas de lectores: cuento del tío

Cartas de lectores: cuento del tío

13 Marzo 2024

En horas de la tarde del sábado próximo pasado recibí, supuestamente, una llamada por whatsapp de una conocida tarjeta de crédito con sede central en la provincia de Córdoba. El motivo de la misma era, luego de comprobarle mis datos personales, verificar si estaba recibiendo la revista descontada mensualmente en el resumen y si tenía la póliza de un seguro que tengo contratado con el banco que, según entiendo, es el dueño de la tarjeta. Corroborado esto, el supuesto empleado de la tarjeta me pidió disculpas porque la revista hace años que no me llega y porque nunca me enviaron la póliza del seguro. Por ello, la tarjeta me reconocía una suma de 380.000 pesos para acreditarme en mi cuenta personal. Esta persona, de tonada porteña, me dijo que el dinero no se me entregaría en efectivo, sino que se acreditaría directamente en mi cuenta. Un detalle: el monto era exactamente el mismo de mi último resumen a pagar. Para tranquilizarme me dijo que no hacía falta pasarle ninguna clave y que lo único que debía hacer era instalar, de inmediato, una aplicación llamada quicksupport, que le permitiría a él realizar la acreditación. Ante mis dudas por la situación le pedí sus datos personales, por lo que me dio su nombre completo, número de matrícula y cargo en la empresa. Sin conformarme esto, le pedí datos precisos sobre mi último resumen, cosa que no supo contestarme, pero sabía mi número de cuenta de la tarjeta. Esto tampoco fue suficiente para mí y le dije que necesitaba ir personalmente a una sucursal para estar totalmente seguro. Él me contestó que el único lugar al que podía acudir era a la central en Córdoba capital (me dio la dirección) en un plazo de 48 hs., o de lo contrario se me suspendería la tarjeta por 90 dias. Mi última negativa dio por terminada la conversación. Entonces me puse a averiguar de qué se trataba la aplicación quicksupport y me entero de que sirve para manejar a distancia cualquier dispositivo y, obviamente, entrar en todos los datos personales de su dueño, luego de ser instalada y comunicar un código que se genera. La información, reciente, hablaba de varias estafas por su uso ilegal. Si no fuera por mis sospechas esta se hubiera materializado en pocos minutos. Por todo lo antedicho, pregunto: ¿Por qué datos personales y confidenciales de mi tarjeta están en manos de estos delincuentes? ¿Debemos pensar en empleados infieles o que los sistemas de seguridad de la empresa son fácilmente vulnerables? ¿No debería tener la tarjeta la obligación comercial de informar por diferentes vías los ilícitos que se están cometiendo a su nombre? ¿Nadie es responsable de las estafas que se siguen sucediendo? Esta es otra muestra contundente del poder de la tecnología… ¡para perpetrar estos repudiables delitos!

Ricardo A. Rearte 

Pje. Díaz Vélez 66 - Monteros

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