Hasta la hora de juego, minutos más, minuto menos, parecía que el equipo del “traductor” tendría que entrar forzosamente a Talleres, léase a boxes, para realizar un diagnóstico certero y arreglar lo que debiera ser arreglado antes de que los desperfectos en su funcionamiento llegaran demasiado lejos.
Pero el gol de Junior Arias y lo que siguió después hasta que se bajara el telón del 3-1, puso todo en una perspectiva diferente en el “Mundo San Martín”.
Remedios de Escalada, la localidad del sur del Gran Buenos Aires que alberga los talleres más grandes de la Línea Roca del ferrocarril, fue escenario de una suerte de “renacimiento” para el “Santo”, que llevaba una racha de tres partidos sin victorias en la Primera Nacional (dos derrotas y un empate).
El Club Atlético Talleres es una institución histórica en el fútbol argentino. Fundado en 1906 y bautizado originalmente como Talleres United FC, fue fruto del matrimonio ferrocarril y fútbol, que signó el fin del siglo 19 y los principios del 20 en Argentina.
Como muchos clubes de esa época, el equipo tomó los colores rojo y blanco del exitoso Alumni, el Manchester City argentino de aquella época. Y el escudo tradicional incluye elementos masónicos, como compases, plomadas, nudos, palmas de olivos y de laureles: se dice que algunos de sus fundadores pertenecían a una logia.
“Donde había una estación, se creó un club”, afirma a LA GACETA Ariel Cappelletti, directivo y jefe de prensa del equipo que esta temporada volvió a la Primera Nacional después de casi 20 años de deambular entre la Primera B Metropolitana y la Primera C.
En realidad, el “albirrojo” de Remedios de Escalada tiene alcurnia: pertenece a los 18 clubes fundadores del profesionalismo, en 1931. Claro que siete años después Talleres perdió la categoría y nunca más pudo regresar a la élite del fútbol argentino. “Esa es nuestra deuda pendiente”, apuntó Cappelletti.
Hablando de deudas, los años más oscuros de Talleres parecen haber quedado definitivamente atrás. En 1999 el club se declaró en quiebra y recién en 2008 pudo levantarla. Y un año más tarde bajó a la cuarta división, un lugar del que pudo emerger recién en 2015.
Para su recuperación, el club de Remedios de Escalada aprendió a pedir ayuda. Javier Zanetti, surgido en el “albirrojo”, dejó varias veces su ciudad adoptiva, Milán, para dar una mano, participando de amistosos y otras iniciativas para recaudar dinero. Al mismísimo Diego Maradona se lo ve en alguna foto vistiendo los colores de Talleres para aportar su granito de arena.
Su cancha está construida a menos de un kilómetro de los talleres ferroviarios asociados al origen del club. El “Pablo Comelli” es un estadio moderno –con sistema lumínico artificial, riego por aspersión, palcos y cabinas flamantes-, una obra en permanente renovación, con capacidad para 18 mil espectadores, más de lo que ofrecen algunos equipos que están o han estado en los últimos tiempos en la primera división.
El estadio está circundado por un moderno predio de césped sintético para divisiones inferiores, dos gimnasios y una pileta de natación olímpica. Eso sí, tiene apenas dos mil socios, cuando en décadas pasadas supo alcanzar los 15 mil. En esos buenos tiempos, los carnavales en Talleres eran una marca registrada, y cantantes como Julio Iglesias y Sergio Denis animaban en vivo los bailes.
En la zona sur del Gran Buenos Aires, Talleres tiene hermanos “menores” y otros “mayores”, en cuanto a arraigo social y palmarés deportivo. ¿Cuál es el clásico-clásico futbolístico del “Albirrojo”? “Lanús”, responde sin dudar Cappelletti, que en su carácter de historiador recuerda que, extrañamente, Talleres y Lanús conformaron un único equipo en la temporada 1934 por orden de una AFA que por entonces, décadas antes de Julio Grondona y de Claudio Tapia, pretendía reducir el número de contendientes en primera.
Talleres es una institución agradecida con aquellos que surgieron de su seno y que supieron trascender el pago chico. Por eso la platea se denomina “Javier Zanetti” y las populares “Ángel Bosio” –apodado “la Maravilla Elástica”, fue el arquero subcampeón del mundo en Uruguay 1930-, “Germán Denis” y “José Salomón”, todos con pasado en la selección argentina.
El equipo de Martín Rolón, que antes del inicio de la fecha estaba en zona de Reducido, parece ir por buen camino tras su reciente ascenso: los hinchas despidieron a su equipo con aplausos, pese al escollo insalvable que les supuso el San Martín tucumano, curiosamente vestido de Lanús.