Después de un mes, San Martín de Tucumán volvió a festejar una cosecha de tres puntos. El 3-1 sobre Talleres en Remedios de Escalada fue justo y necesario, porque el equipo de Diego Flores mostró algunas virtudes futbolísticas y de carácter que se le venían reclamando y además logró recomponer su ubicación en la tabla y meterse de nuevo en zona de Reducido de la Primera Nacional.
Se dio la lógica: vestido con un color uva símil al granate de Lanús -el clásico rival de Talleres en el sur del Gran Buenos Aires- el “santo” terminó imponiendo su jerarquía. Hay que recordar las diferencias de plantel, de presupuesto, de expectativas, entre uno y otro.
En los papeles, el equipo tucumano era “Goliat” y el recién ascendido Talleres “David”, más allá de que antes del partido la tabla los mostraba en orden inverso. Y en realidad, para San Martín fue más cómodo el resultado que el trámite del cotejo en el “Pablo Comelli”.
Porque si bien se fueron al entretiempo con el marcador igualado 1-1, ningún hincha del “santo” debe haberse sentido conforme con la primera mitad de su equipo: largo, inconexo, liviano. Incluso con el agravante de que a los dirigidos por Flores la ventaja inicial se le escurrió como arena entre los dedos.
El “golón” de Juan Cuevas preaununciaba un panorama inmejorable para el equipo de “Traductor”. Porque Talleres mostraba endeblez atrás. Y en desventaja tendría que remar contra la corriente y ante su propio público (en el único antecedente previo, frente a Estudiantes de Caseros, no había resultado con éxito el intento de remontada).
Pero el “santo” lejos estuvo de dar garantías, su alegría duró apenas 11 minutos, hasta que el anfitrión también facturó de media distancia, por gentileza de Norberto Palmieri, con algún roce en el camino.
A ese San Martín del primer tiempo le costó mucho. Por ejemplo, defenderse con la pelota. Entonces, incluso en ese puñado de minutos en que estuvo 1-0, nunca dio la sensación de controlar el partido. Es más, el fútbol asociado, a cuentagotas, corría más por cuenta del limitado conjunto de Martín Rolón, que contó con mayores situaciones de gol.
La esperanza viaja en “Turbo”, debe haber pensado Flores antes incluso del intervalo. Por eso, apostó a Gonzalo Rodríguez como revulsivo en lugar del esta vez inexpresivo Lautaro Fedele. Y fue un acierto del entrenador, porque el ataque de San Martín tuvo más amplitud, un peso superior, recursos adicionales para lastimar.
Con todo, el complemento lo arrancó mejor el local. Agustín Dattola se la “sacó del buche” a Tomás Asprea, el mismo que en la primera etapa había sacudido el travesaño de Darío Sand (flojo en las salidas a cortar, no transmitió la seguridad habitual). Y hubo otras varias jugadas en las que el denominado “Rojo de Remedios de Escalada” estuvo a punto de poner el 2-1.
El resultado subió poco después a la chapa, pero al revés, gracias a tres aportes diferenciales: de “Tucu” (Pablo Hernández) para “Turbo”, y de este para que un Junior Arias hambriento haga lo que mejor sabe: definir con clase.
Esta vez San Martín, sí fue inteligente. Se paró para la contra pero no despreció el balón. Y así tuvo el tercero y la sentencia del partido a tiro más de una vez, frente a un rival que se desesperaba a medida que el reloj avanzaba. Es cierto, Talleres (RdE) lo podría haber empatado también. La última línea de San Martín tuvo sus vacilaciones.
Pero vino el tercero, de jugada preparada, el córner de Iván Molinas y el zapatazo de Juan Orellana en el primer palo. Y la evitable roja para Arias.
En fin, el equipo de “Traductor” tuvo quizás sus mejores 45 minutos en el torneo. Y ahora Flores mira hacia adelante con otra perspectiva, a ser refrendada en La Ciudadela.