La combinación que buscan los universitarios: estudiar y ganar en dólares

La combinación que buscan los universitarios: estudiar y ganar en dólares

Los puestos laborales remotos surgen como respuesta ideal ante la necesidad de compatibilizar trabajo mejor remunerado y estudios. Esto fue lo que lograron los tucumanos Rosario Martínez y Mario Carrizo gracias a sus vinculaciones con empresas extranjeras.

Mario Carrizo es intérprete telefónico para una compañía peruana. Mario Carrizo es intérprete telefónico para una compañía peruana. (Foto: Gentileza de Mario Carrizo)

Los estudiantes universitarios ya no sólo quieren trabajar mientras se educan: desde la pandemia y en forma creciente, también buscan cobrar en dólares mediante un vínculo laboral con empresas extranjeras. Esto está pasando en Tucumán, donde cuatro de cada 10 alumnos universitarios simultáneamente tendrían alguna clase de trabajo que les permita mantenerse. El problema es la inflación. Por eso se ha vuelto tan atractiva la posibilidad de prestar servicios remotos. Para las organizaciones extranjeras esto también es redituable: el talento argentino está más barato que nunca.

Esta tendencia del mercado laboral es el punto de partida de aplicaciones y sitios webs (como LinkedIn y Upwork) que se dedican a conectar empleadores del exterior con argentinos que buscan trabajo. Rosario Martínez, una licenciada en Comunicación Social que tiene 24 años, se registró en una de estas plataformas y, como consecuencia de ello, pudo finalizar su carrera de grado en la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino (UNSTA).

"Buscan argentinos porque saben que somos buenos y somos baratos", dice Martínez durante una entrevista presencial. "Ofrecen dólares y saben que nosotros aceptamos corriendo", agrega.


En 2022, tras realizar una pasantía de verano y mientras buscaba propuestas que le permitiesen terminar su tesina, Martínez se topó con la oportunidad de crear contenido para una empresa extranjera. El pago, mediante Binance -una aplicación para intercambiar criptomonedas-, se correspondía con la cantidad de publicaciones que ella pudiera realizar durante el mes. Cada posteo le reportaba USD 2, aproximadamente 407 pesos argentinos en abril 2022. "Con el trabajo por objetivos, ganás según lo que hacés", comenta en términos positivos. "Había meses en los que hacía mucho y ganaba mucho, unos 250 dólares, así como meses en los que ganaba menos, 200 dólares aproximadamente. Ganaba lo que producía", enfatiza.


Mario Carrizo es un actor y estudiante de 22 años. En febrero de 2024 comenzó a trabajar como intérprete telefónico para una empresa peruana, que, a su vez, es subcontratista de una compañía estadounidense. “Estaba en un bar con unos amigos quejándome de que no tenía trabajo. Uno me dice que su novia hacía esto y me manda la página para postularse. El link me sorprendió porque era una página normal de Google, la podés encontrar si la buscás”, comenta asombrado.

Carrizo aún no comenzó el ciclo lectivo, pero ya sabe que podrá compatibilizar el trabajo con las clases en la Escuela Universitaria de Cine, Video y Televisión de la Universidad Nacional de Tucumán. La flexibilidad horaria resultó determinante. "Por eso también los jóvenes agarran ese tipo de laburos que les permiten estudiar”, señala Martínez. Ella estudiaba durante el día y trabajaba de noche: además de hacerse de ingresos, el tipo de trabajo que desarrollaba le daba experiencia antes de graduarse. Esto sirve para buscar otros horizontes a continuación dado que la práctica es cada vez más valorada por los reclutadores, aún para puestos iniciales.

“Escribía un montón, pero no llegaba”

Los datos ratifican que cada vez son más los que quieren seguir el ejemplo de Martínez y de Carrizo. Un estudio de la Secretaría de Planificación y Evaluación de la Universidad Nacional de San Martín (provincia de Buenos Aires) indica que el 46% de quienes iniciarán sus estudios en esa casa ya están insertos en el mercado laboral, tendencia que desafía las instituciones de estudios superiores. Ocurre que no siempre se logra equilibrar la educación con el trabajo, y que se termina optando por una u otra.  

Entre las desventajas de trabajar y estudiar está el desgaste físico y mental, según Carrizo. “Son llamadas, todo el tiempo, una tras otras. A veces termino llorando: las llamadas pueden ser sobre temas fuertes”, aclara. A ello se suma la cuestión del espacio. “Es difícil separar el espacio personal de tu espacio de trabajo cuando el espacio de trabajo es el mismo lugar donde comés”, evalúa.

Por aparte está la realidad de que los ingresos estudiantiles son temporales: no suelen estar pensados para sostener una familia. Martínez, por ejemplo, ahora trabaja en una empresa local. "El trabajo remoto no era suficiente en cuanto a la plata. No sentía que ganaba como correspondía. Por más que me pusiera como objetivo escribir un montón, igual no llegaba. Es una realidad", admite.  

¿Cómo es posible que ganar en dólares no sea un remedio para los jóvenes? Sencillo: las sumas totales de los empleos remotos por objetivo no suelen equiparar un salario que cubra la canasta básica. En función de su historia, Martínez recomienda tomar estos trabajos en el extranjero como puente entre la vida estudiantil y un empleo que permita la independencia económica. La transición no es sencilla, pero mientras la Argentina siga siendo un país con moneda devaluada y economía volátil, la utopía de estudiar y ganar en dólares se mantendrá en pie.

Producción periodística: Martina Palavecino Bó


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