Era la segunda prueba de fuego para el “11” de Diego Barrado, que tomó un equipo golpeado, sin resultados positivos y con algunos jugadores (caso Joaquín Pereyra) sin ganas de continuar en Atlético Tucumán.
Otra vez el entrenador apostó por el clásico 4-4-2 que mutó en 4-2-4 cada vez que Atlético se posicionó en campo de juego rival. Justo Giani y Renzo Tesuri fueron los extremos que intentaron abrir una defensa bien plantada con cuatro jugadores que prácticamente no pasaron al ataque.
Si algún neutral se enganchó -y no se durmió- con el partido, seguro que intentó buscar culpables, habrá pensado en el calor, la humedad o el contexto (enrarecido) pero el primer tiempo por momentos tenía el ritmo de un entrenamiento de día lunes.
Sin Pereyra, el desafío para el equipo comandado por Barrado era encontrar quién sería el encargado de generar juego. Allí si bien no hubo un destacado, a la tarea se la dividieron entre Giani y Mateo Coronel, aunque ambos tuvieron una producción floja.
La postura que asumió el equipo jugando casi siempre con cuatro delanteros, pero con muchas imprecisiones, no hizo más que desequilibrar el equipo, por eso con muy poco Vélez generó algo de peligro.
Salvo un cabezazo de Giani en el primer tiempo, el “decano” estuvo lejos de llevar peligro al arco de Tomás Marchiori, sin embargo, en cada pérdida de pelota, Francisco Flores y Nicolás Romero quedaron prácticamente mano a mano con los atacantes del “fortín”. Ese retroceso fue un problema sin solución para el local, que no lo pagó caro sólo por las limitaciones que mostró el equipo de Gustavo Quinteros.
El juego de la visita fue sencillo, cuatro defensores, cinco volantes y Braian Romero como única referencia. Quinteros buscó poblar la zona media y obligar al “decano” a jugar por dentro, donde prácticamente no tenía ningún jugador capaz de filtrar alguna asistencia entre líneas o romper con una gambeta.
Recién en los últimos 10 minutos se vió la mejor versión de Atlético, al menos desde lo anímico. Los ingresos de Servetto, Bajamich y Nicolás Castro le dieron otro aire al ataque y por eso el equipo terminó obligando a que Marchiori muestre su mejor repertorio, tapando tres pelotas claves, a Lagos y a Bajamich por duplicado.
Teniendo en cuenta el contexto, el planteo de Barrado estuvo aprobado, porque puso la cara en el peor momento del equipo y estuvo a la altura de las circunstancias, al mando de un equipo muy golpeado, pero que al menos en su interinato sumó dos puntos. Habrá que ver qué apuntes tomó Sava del juego (muy poco), que desde hoy estará al mando de un plantel que carece de creación de juego, que le cuesta horrores marcar un gol y que parece cada vez más enemistado con la hinchada. Se viene Banfield, en el “decano” esperan que se terminen las pálidas.