La tragedia de una familia y el temor de los vecinos del barrio La Costanera ha sido una dolorosa muestra del riesgo a que está expuesta la población en esta emergencia nacional por el dengue. En Tucumán la epidemia permanece latente y la sufren personas de todos lugares y edades. Hay más de 2.700 casos en la provincia y se notifican unos 165 contagios por día. El ministro de Salud pide a la población consultar ante los síntomas de la patología y en medio de esta situación la vacunación, que aparece como una buena forma de combatir la enfermedad, tiene varias limitaciones en cuanto a su efectividad, y además hay una barrera económica, ya que su costo es elevado.
Los obstáculos sobre la vacuna se basan en ciertas contraindicaciones: “no tiene la eficacia y la seguridad aprobada en mayores de 60 años, mujeres embarazadas o personas con inmunodeficiencias, por lo tanto, esas personas no pueden usarla”, dijo el jefe del departamento de inmunización del Siprosa. No obstante, para el resto de la población hay buenas perspectivas: la seguridad y eficacia de la vacuna fue demostrada a partir de un estudio clínico, y como principales conclusiones, la aplicación de dos dosis de la vacuna evidenció una reducción del 84% en las hospitalizaciones por dengue y una disminución del 61% en los casos de dengue. Protege contra los cuatro serotipos de la enfermedad. Sin embargo, su alto costo (dos dosis de $71.293 cada una) la hacen de difícil acceso, sobre todo para la población más vulnerable, que es, precisamente, la que menos protección ambiental tiene contra el mosquito. Tal como se ha visto en la costanera, los charcos, las zanjas con agua estancada y los basurales imperan, no sólo en esa zona, sino en muchas otras partes. La encargada del Centro de asistencia médica de Yerba Buena dijo que la vegetación y la inconducta ciudadana fueron elementos que generaron el crecimiento exponencial de los contagios desde enero. “El problema se produce en los barrios con menores recursos; no siempre pueden batallar al insecto. Es ahí donde debemos profundizar el trabajo”, dijo. Hace un año cuando crecía la epidemia de dengue, el intendente de Yerba Buena decía que desde hacía siete años estaban batallando y descacharrando. “Estamos haciendo varios trabajos tanto de prevención como de acción. El año pasado hicimos una campaña muy fuerte con el tema del tratamiento del agua, de no dejar agua estancada. El dengue no es tema novedoso ni para la gestión, ni para los vecinos”, decía. Sin embargo, ahora la referente sanitaria da a entender que las acciones que el municipio lleva a cabo han sido ineficaces contra la “inconducta ciudadana”.
Se trata, entonces, de estudiar y actuar frente a un problema que excede las campañas de fumigación, el trabajo intenso en las zonas de contagio y de consejos sobre la necesidad de que cada uno actúe por su cuenta. Hacen falta más estrategias para hacer frente al mosquito, formación de equipos vecinales acordados con las fuerzas vivas de la comunidad para que en conjunto con municipios y el Siprosa se intensifique el descacharreo, la eliminación de focos de agua estancada y el uso de protecciones básicas. “Los mosquitos cada vez se hacen más resistentes a los insecticidas. Debemos utilizar la gran batería de herramientas que está a nuestro alcance”, expresó la profesional de Yerba Buena, quien luego remarcó que la mejor opción para mantenerse protegido es evitar la reproducción del mosquito con cuidado a la hora de cubrir ventanas con telas mosquiteras y derramando cualquier recipiente o espacio fértil para el estancamiento de agua servida y posterior multiplicación de larvas y mosquitos.