Especialistas del Conicet, bajo la dirección de Javier Girardini, del Instituto de Inmunología Clínica y Experimental de Rosario, identificaron un mecanismo que colabora con el desarrollo de tumores agresivos. El estudio, publicado en Frontiers in Molecular Biosciences, demostró, en un modelo experimental de cáncer de mama, que el aumento en los niveles de expresión de la proteína Akr1b1 favorece el desarrollo de metástasis.
Esta proteína es una molécula que participa en la vía de los polioles, responsable de la transformación de la glucosa en fructosa, razón por la cual ha sido estudiada por su relación con la diabetes. Sin embargo, hasta el momento, poco analizada en relación al cáncer.
La investigación demostró, además, que la expresión de Akr1b1 se encuentra reprimida por la proteína supresora de tumores p53. En el marco de este trabajo, propusieron que en células normales (no tumorales) los niveles de Akr1b1 se mantienen bajos debido a la represión ejercida por p53. “Aunque no podemos descartar que existan otros mecanismos capaces de mantener bajo control la expresión de Akr1b1, la regulación por parte de p53 es de gran relevancia ya que su función como supresor tumoral se encuentra eliminada o bloqueada en la mayoría de los cánceres humanos. Nuestros resultados sugirieron que es necesario mantener los niveles de Akr1b1 bajo estricto control, para prevenir el desarrollo de células tumorales agresivas”, afirma Girardini.
Una vez puesta en marcha la presente investigación, “confirmamos dicha hipótesis, demostrando que el aumento descontrolado en los niveles de Akr1b1 contribuye al desarrollo de tumores y de metástasis. Esto nos llevó estudiar el efecto de esta proteína sobre el metabolismo celular”, destacó el científico.
En relación a los mecanismos que vinculan el aumento en los niveles de AKR1B1 con la proliferación de células tumorales agresivas, el investigador explica: “Descubrimos que AKR1B1 afecta otros aspectos del metabolismo celular como la función de mitocondrias y metabolismo de lípidos, lo que da pistas sobre cuáles son las alteraciones que favorecen el desarrollo de metástasis”.
Aunque el trabajo se encuentra todavía en una etapa experimental, los resultados muestran que la inhibición de Akr1bB1 podría eventualmente utilizarse como terapia antitumoral. “Los avances en investigación indican que nos dirigimos hacia un escenario de terapia personalizada, con el uso de combinaciones de fármacos racionales. Para ello, va a ser necesario contar con una diversidad de drogas diseñadas para actuar sobre blancos moleculares específicos”, afirma Girardini.