Jugando de esta manera, el futuro parece incierto. En Los Polvorines, los dirigidos por Diego Flores tenían la posibilidad de revertir la imagen contra un rival prácticamente “desconocido” de la categoría: San Miguel. Sin embargo, quien se llenó nuevamente de dudas y careció de ideas fue el propio San Martín de Tucumán. El equipo de “Traductor” mostró similitudes con el juego de años anteriores y se llevó la segunda derrota consecutiva del torneo. Datos demasiados alarmantes si el objetivo es estar entre los primeros puestos.
Los cambios obligados en la defensa y la búsqueda de explosión en el ataque no surtieron efecto, sobre todo, por el flojo nivel que tuvo San Martín en la mitad de la cancha. Un sector destinado a la generación de juego y que por lo visto ayer, se fue desinflando con el pasar de los partidos.
Gonzalo Bettini en lugar de Tiago Peñalba, Iván Zafarana por el suspendido Juan Orellana y Lautaro Fedele por Mauro Verón. “Traductor” buscó sorprender en el “11” titular, pero el tanto de Diego Sosa volvió a apagar la llama de un equipo que ya venía en declive.
El multifacético Flores se inclinó por el 4-3-3 y nuevamente el rival lo sacó de memoria. San Miguel apostó a la fórmula de Ferro: presión alta y juego directo. Así llegó la “ley del ex” a través de un grosero error del arquero Darío Sand, que contó con la colaboración de Nahuel Banegas. Al lateral le costó demasiado volver del ataque.
Desde allí, todo fue un ir y venir para San Martín. Que el gol haya llegado en los primeros siete minutos de partido, golpeó fuerte en el estado anímico del plantel. No tuvo llegadas al arco rival y corrió siempre detrás de Nahuel Luján, que disputó el partido a su antojo.
El “10” de San Miguel estuvo “intratable”, a tal punto que el sector cubierto por Leonardo Monje y Gustavo Abregú fue una lágrima. Los mediocampistas del “santo” no lograron asociarse, perdieron demasiadas pelotas y se quedaron al margen de terminar el partido. Flores sacó de la cancha al cordobés y mandó a Diego Mastrángelo. El zaguero central se paró como lateral izquierdo, para que Banegas se adelante unos metros como carrilero.
En tanto que Pablo Hernández, quien tuvo su debut oficial, reemplazó a Iván Molinas para poblar la mitad de la cancha. Si bien el nacionalizado chileno le aportó algo de frescura, jamás se asoció con Abregú.
En ese sentido, Flores volvió a patear el tablero. Llamó a Matías García para retener la pelota y cambió a un 4-2-3-1. El tándem de la mitad de la cancha fue Hernández-García, mientras que la linea de tres estuvo compuesta por Banegas, Juan Cuevas y Fedele. Pero, el “trueno verde” no daba tregua.
Tras no encontrarle la vuelta, Flores volvió a cambiar, esta vez, con un 4-2-4. Gonzalo Klusener y Verón se sumaron al ataque, que contó con cuatro delanteros.
Así Flores quemó todos los cartuchos y continua en deuda.